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No seas vencido de lo
malo, sino vence con el bien el mal. Romanos 12:21 (RV60)
Del oriente venezolano, de la
ciudad turística de Carúpano, llegó a nuestra escuela una muchacha. No era
bonita. Pero en su rostro había una sonrisa para todos nosotros. Llevaba en su
cabeza un par de trenzas que como lianas negrísimas, caían sobre su vestido de
lunares blancos y rojos.
Apenas hubo comenzado el año
escolar, cuando el más atrevido del grupo le puso un sobrenombre: “Carúpano”.
Desde entonces, nadie supo en verdad cual era su verdadero nombre. Ella
siempre, con su sonrisa decía: “por favor, no me llamen Carúpano”. Pero aquel
muchacho no estaba dispuesto a que se le escapara su víctima, y se las
ingeniaba para burlarse de ella, día tras día. Y todos nosotros éramos
cómplices.
Transcurrió un año, y vino el
temible examen final. Era un requisito en aquellos días, que cada alumno
trajera las hojas de examen, el lápiz, el borrador y el sacapuntas. El profesor
cerró la puerta y todos empezamos a temblar cuando nos dijo: “¡escriban!”...
De pronto escuchamos la voz del
irónico del grupo, cuando trémulamente afirmó: “¡Se me olvidó mi lápiz!”... “¡Póngase
de pie –gritó el profesor-! “… Un frío nos congeló a todos, mientras un leve
eco recorrió toda la clase: “¡perderá el año!”… Allí estaba nuestro compañero
de pie, temblando y sin palabras. De pronto, del primer pupitre se levantó
“Carúpano” y dijo: “¡Con su permiso profesor!”… Y sin esperar respuesta, quebró
su lápiz nuevo en dos, y rápidamente le sacó punta y fue en auxilio del
compañero en apuros… Todos salimos bien. Sin duda, magistralmente, “Carúpano”
nos había enseñado otra vez su lección favorita de amor y perdón.
“No seas vencido de lo malo, sino
vence con el bien el mal” es la conclusión de toda una lista de deberes que el
apóstol Pablo señala en el capítulo 12 de Romanos. Ciertamente, la declaración
de la Biblia “Dios es amor” es punto fundamental de la ética del cristiano
nacido de nuevo, pero ese amor de Dios derramado por el Espíritu Santo en el
corazón del creyente, debe correr por los rieles de una buena relación con los
demás seres humanos, especialmente en la comunidad de la iglesia local. El
mismo SEÑOR lo dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: “Que
os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros” (Juan 13:31-35).
En todo momento en
nuestras relaciones con nuestros semejantes, adornemos nuestro andar diario con
amor y perdón. ¡Adelante, siempre adelante!
PADRE ETERNO:
¡Gracias por amarnos y perdonarnos, solamente por tu
gracia! Haz SEÑOR que nosotros que somos tus discípulos, mostremos en todo
momento y circunstancias que has derramado tu amor en nosotros. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Pase lo que pase, el
amor y el perdón son vencedores
Interacción
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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