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Y la trajo Isaac a la tienda de su madre
Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la
muerte de su madre. Génesis 24:67 (NTV)
Me encontraba estudiando inglés en un colegio de secundaria,
cercano a nuestra casa, aquí en Toronto, y todos los alumnos proveníamos de
varios países; como un ejercicio de la clase, nos pusimos hablar sobre las
costumbres del matrimonio en las diferentes culturas. Todos los ojos de los
estudiantes occidentales se posaron sobre una joven de la India; ella nos
informó que sus padres habían viajado a su país para escogerle a su novio,
porque en su cultura, son los padres los que escogen a los cónyuges de sus
hijos. Se le hizo varias preguntas, pero me sorprendió su respuesta definitiva
sobre el tema: “Mis padres tienen mayor sabiduría que yo para seleccionar el
hombre que será mi compañero para toda la vida”.
En el terreno del amor, la historia hermosísima, por demás, de
Isaac y Rebeca, la cual se relata en Génesis capítulo 24, nos revela que la
decisión, tanto de buscar a la
novia como la ocasión para el matrimonio, era decisión de los padres, pero
Abraham había enviudado de Sara, y era muy anciano, así que comisionó en esa labor a su mayordomo y siervo
Eliezer. ¡Qué labor tan delicada! Pero Eliezer obedeció primero a su amo, y
después solicitó la guía de Dios en todo el proceso de buscar esposa para
Isaac; aunque la historia se ve envuelta en decisiones que todos los
involucrados tienen que asumir, el relato bíblico nos revela que todo va
conforme al plan eterno de Dios para el ser humano. Lo importante es ver a
seres humanos comunes y corrientes buscando la voluntad de Dios a través de la
guía de los más sabios, de la oración y de las circunstancias.
En efecto, ¿Quién hubiese imaginado que en esa decisión
matrimonial estaba envuelto el nacimiento y futuro de una nación que iba a ser
el centro de la historia mundial? ¡Qué diferentes serían los matrimonios y las
familias si el fundamento de las decisiones se hiciera, tomando en cuenta la
dirección de Dios y no solamente nuestros deseos!
Al igual que en el caso de Adán, quien durmió en la voluntad de
Dios para su pareja, también Isaac y Rebeca descansaron y meditaron en el SEÑOR.
Así que una tarde Isaac estaba meditando cerca del manantial cuyo nombre era
“Pozo del Dios que vive y todo lo ve”, y de pronto, alzó la vista, y vio que
los camellos se acercaban, y en uno de ellos, a la hermosa Rebeca. También ella
alzó los ojos y vio a Isaac. Se conocieron el uno al otro y se casaron. “Y tomó
a Rebeca por mujer, y la amó...”.
Dios es el inventor del matrimonio, solo Él puede hace que
funcione eficazmente.
PADRE ETERNO:
¡Gracias SEÑOR por ser el Autor del matrimonio
y la familia! Estamos en tus benditas manos para que nos dirijas para ayudar a
la transformación de la sociedad a través de nosotros como individuos y como
familia, nacidos de nuevo. Ayúdame a ser parte del cambio, mientras tú llegas
para desarrollar tu Reino para siempre. En el nombre de JESÚS. Amén.
Dios es el inventor del matrimonio, sólo Él puede hace que
funcione eficazmente.
Interacción
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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