lunes, 14 de enero de 2019

Aprender de las aves

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com 
Lectura devocional: Lucas 12: 22-26

Se cuenta que dos gorriones estaban en un jardín felices saltando de rama en rama, comiendo por aquí y por allá, atendiendo a sus respectivos polluelos; en eso, vieron a los dueños de la casa afanados, discutiendo sobre la carestía de la vida, lo caro de la educación, su falta de ropas nuevas y un sin fin de inquietudes en cuanto al futuro. Entonces, un gorrión le dijo al otro: ¿Será que ellos no tienen al mismo Creador que nosotros?

“¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” Es la pregunta que el Señor les hace a sus discípulos para que definitivamente se alejen de la creencia tan popular de que la felicidad está en las posesiones de la vida, en tener, en poseer, en dominar en lo material. Aunque la comida, el vestirnos y el techo son importantes, sin duda Dios proveerá para nuestras necesidades, nos dará fuentes de trabajo, ideas para superarnos y posibilidades para que  no falte nada. ¿Por qué entonces afanarse? En efecto, los afanes angustian y torturan hasta el punto de paralizar. En realidad, debe ser lo contrario, así como las aves, debemos comprender que Dios les da el alimento, pero no se los lleva al nido. Nada puede hacerse en medio de la angustia como no sea el dar lástima, sin embargo, la necesidad puede abrir oportunidades nunca soñadas para emprender algo grande en la vida, y lograrlo. La necesidad hacer ver el trabajo como una manera digna de ganarse el sustento, sostener el hogar y educar a los hijos. ¡Dios siempre va a suplir las necesidades de sus hijos cuando vea el entusiasmo con el que asumen sus tareas! No existe trabajo tan humilde como para que no merezca ser emprendido, al obrero entusiasta y que trabaja “como para el Señor”, Dios los va a bendecir.

Por ello, es fácil  comprender que el afanarse es incompatible con la fe viva en un Dios proveedor. La mayoría de los grandes hombres y mujeres de la humanidad, y personajes bíblicos, no nacieron en cunas de oro: David, era un simple pastor de ovejas, Gedeón un labrador, Amós un campesino; Jesús un obrero, Pablo hacedor de tiendas, Cristóbal Colón fue hijo de un obrero, Cervantes un simple soldado. Podría continuar la lista, pero ésta revela que un origen humilde, más que una desventaja, muy a menudo, ha sido un motivo para luchar con empeño y nobleza.

PADRE ETERNO:
¡Gracias por la esperanza inagotable que tenemos en ti! ¡Habrá un fabuloso mañana en tu reino y en la Nueva Jerusalén! ¡Tus planes son perfectos para tus hijos! ¡Ayúdame para llevar a muchos conmigo y mientras viva aquí, proclamaré tu Buena Noticia! En el nombre de JESÚS. Amén.
¿En dónde estarán nuestros problemas dentro de cien años?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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