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Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen
despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que
las aves? Lucas 12: 24 (RV60)
Se cuenta que
dos gorriones estaban en un jardín felices saltando de rama en rama, comiendo
por aquí y por allá, atendiendo a sus respectivos polluelos; en eso, vieron a
los dueños de la casa afanados, discutiendo sobre la carestía de la vida, lo
caro de la educación, su falta de ropas nuevas y un sin fin de inquietudes en
cuanto al futuro. Entonces, un gorrión le dijo al otro: ¿Será que ellos no
tienen al mismo Creador que nosotros?
“¿No valéis vosotros
mucho más que las aves?” Es la pregunta que el Señor les hace a sus discípulos
para que definitivamente se alejen de la creencia tan popular de que la
felicidad está en las posesiones de la vida, en tener, en poseer, en dominar en
lo material. Aunque la comida, el vestirnos y el techo son importantes, sin
duda Dios proveerá para nuestras necesidades, nos dará fuentes de trabajo,
ideas para superarnos y posibilidades para que no falte nada. ¿Por qué entonces afanarse? En efecto, los
afanes angustian y torturan hasta el punto de paralizar. En realidad, debe ser
lo contrario, así como las aves, debemos comprender que Dios les da el
alimento, pero no se los lleva al nido. Nada puede hacerse en medio de la
angustia como no sea el dar lástima, sin embargo, la necesidad puede abrir
oportunidades nunca soñadas para emprender algo grande en la vida, y lograrlo.
La necesidad hacer ver el trabajo como una manera digna de ganarse el sustento,
sostener el hogar y educar a los hijos. ¡Dios siempre va a suplir las necesidades
de sus hijos cuando vea el entusiasmo con el que asumen sus tareas! No existe
trabajo tan humilde como para que no merezca ser emprendido, al obrero
entusiasta y que trabaja “como para el Señor”, Dios los va a bendecir.
Por ello, es
fácil comprender que el afanarse
es incompatible con la fe viva en un Dios proveedor. La mayoría de los grandes
hombres y mujeres de la humanidad, y personajes bíblicos, no nacieron en cunas
de oro: David, era un simple pastor de ovejas, Gedeón un labrador, Amós un
campesino; Jesús un obrero, Pablo hacedor de tiendas, Cristóbal Colón fue hijo
de un obrero, Cervantes un simple soldado. Podría continuar la lista, pero ésta
revela que un origen humilde, más que una desventaja, muy a menudo, ha sido un
motivo para luchar con empeño y nobleza.
PADRE ETERNO:
¡Gracias por la esperanza inagotable que
tenemos en ti! ¡Habrá un fabuloso mañana en tu reino y en la Nueva Jerusalén!
¡Tus planes son perfectos para tus hijos! ¡Ayúdame para llevar a muchos conmigo
y mientras viva aquí, proclamaré tu Buena Noticia! En el nombre de JESÚS. Amén.
¿En dónde estarán nuestros problemas dentro de cien años?
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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