Francisco
Aular
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Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y
valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. Josué 1:9 (NVI)
Tempestades de maldad soplan sobre la tierra, y un tsunami de corrupción
parece dominarlo todo. Puedo afirmar que esta es una de las épocas más
difíciles de la historia. Sin embargo, no dejo que el pesimismo ni el desánimo
me dominen. Nuestra derrota o victoria dependerá del esfuerzo que hagamos y de
la manera en como debamos luchar. Debemos recordar que la fe cristiana surgió
en una época muy parecida a esta que nos ha tocado vivir. Como en esos días,
los poderes espirituales de las tinieblas están allí, sus burlas hacia lo
bueno, lo santo y lo puro, demuestran lo que el profeta había anunciado: “¡Ay de
los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz
tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce
por amargo!” (Isaías 5:20 RV60).
Ahora bien, ¿qué podemos hacer en un mundo como éste, injusto y lleno de maldad?
¿Nos desanimamos o mostramos nuestra valentía moral y espiritual? Hubo un
hombre llamado Josué, él fue un libertador de su pueblo juntamente con Moisés;
fue valiente, sincero y audaz. Como militar nunca retrocedió ante sus enemigos;
como líder nunca dijo “vayan”, sino “¡síganme!”; como hombre de fe siguió al
DIOS Todopoderoso sin desmayar ni desviarse de sus caminos; como hombre de
familia, tuvo la valentía de decirle a su pueblo: “Pero si a ustedes les parece
mal servir al Señor, elijan
ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus
antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en
cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor” (Josué 24:15 NVI). ¡Qué valentía
para un gobernante decir esto y vivirlo para la gloria de Dios!
Pues bien, los que por la gracia de Dios y por su elección, antes de que el
mundo fuese, hemos sido apartados para Él, no podemos desmayar. Ser valiente no
es una opción. El momento nos exige que seamos valientes. Es verdad que
valiente es el que realiza una obra que requiere arrojo y temeridad; es
valiente el que se precipita a las riendas de un caballo desbocado y lo
detiene; es valiente el que a pesar del peligro se lanza a las vías de un tren
cuando éste se acerca a toda velocidad para salvar una vida; es valiente el que
detiene su automóvil y se lanza, atravesando las llamas de otro vehículo en un
accidente y rescata las vidas que estaban allí adentro. Sin embargo, el valor
es mucho más que estas hazañas que pueden ser producto de la exaltación y el
impulso de la adrenalina en un momento dado. El valor implica mucho más que
esto. Valentía es una manera deliberada e intencional de ser diferentes y vivir
por encima de nuestras circunstancias. Horacio dijo: “Admiraré a quien no se
avergüence de sus andrajos, a quien mude de fortuna sin inmutarse, a quien en
la prosperidad lo mismo que en la adversidad, mantenga la actitud de avanzar
sin desmayar”.
Siguiendo la misma idea, valiente es quien puede afrontar las fuertes
demandas de las circunstancias sin que se altere su espíritu, sin que merme su
fe, sin declinar la intensidad de su lucha, aunque se sienta solo y sin apoyo.
Valiente, es quien como Pablo, pueda decir desde una prisión de una cárcel
romana de hace dosmil años, mientras esperaba que el sanguinario Nerón lo
decapitara: “Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Filipenses 4:11-13 RV60). ¡Adelante, DIOS está y va con nosotros,
ánimo que cada día estamos más cerca de la meta!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias Señor por tu promesa de
andar conmigo en este día en todo lo que tengo que hacer; hoy me esforzaré con
mucho gozo en mi corazón para servir a los demás y para ser valiente y vencer
al desánimo en cualquier parte de mi andar cotidiano. En el nombre de JESÚS,
amén
Perla del día:
Experimentamos mejor nuestra valentía, al
abrirnos paso en medio de la fuerza de las tormentas de la vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo
conmigo?
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