Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional:
Lucas 22:39-44
Diciendo:
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya. Lucas 22.42
Llegamos
al Monte de los Olivos y al lado del Templo de Todas las Naciones con sus doce
cúpulas representando las doce tribus, está ubicado el Jardín de Getsemaní,
pero estaba cerrado, "¡no, no puede ser!" -exclamé con desilusión-. A
lo lejos, vimos que el guardián del lugar se dedicaba a las labores de
limpieza, por su vestimenta noté que era un palestino. Le hice señas para que
se acercara, el hombre vino y nos dijo que cerraban el lugar un día a la semana
por labores de mantenimiento. Insistí, el hombre al ver mi frustración, se le
ablandó el corazón, y haciendo señales que no se lo dijéramos a nadie, nos dejó
entrar.
Mi corazón saltaba de alegría y mis ojos no dejaban
de disparar imágenes de todo el lugar. Allí quedan todavía ocho olivos
originales, con más de tres mil años de edad, y en cierto lugar se contempla la
roca de la Agonía, donde se supone que JESÚS, oró, lloró y agonizó. Allí en
aquel lugar el Hijo de Dios aprendió la obediencia como lo dice la Palabra: “Aunque
era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió. De ese
modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a
ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen.” (Hebreos
5:8,NTV). ¡La obediencia es todo, sin obediencia el Cristianismo sería un
cascarón religioso! ¡JESÚS es ejemplo de obediencia perfecta!
¡No pude
resistirme y me arrodillé, mis lágrimas de gratitud fluían! Me pareció
contemplar a JESÚS sufriendo, gimiendo en una agonía total, el sudor rojizo de
Su frente, cayendo gota a gota sobre aquellas piedras del lugar, sentí que toda
la tempestad del mundo caía sobre sus hombros.
Más aun,
estar ahí en Getsemaní era contemplar que a los ojos de un Dios tres veces
santo, el pecado es tragedia, dolor y desastre. No existe nada bueno en el
corazón del ser humano pecador, la obediencia a Dios es la columna, sobre la
cual debiera descansar, toda respuesta del ser humano al amor de Dios, pero
desde Adán -el habitante feliz del Jardín del Edén-, la desobediencia ha sido
nuestra única respuesta al Dios Santo.
¡Pero he
aquí el segundo Adán: JESÚS! En él, la obediencia es total. En toda la historia
de la salvación desde antes de la fundación del mundo, Getsemaní, es el punto
de no retorno, es el punto del trueque, del intercambio: ¡JESÚS toma el lugar
del pecador! Nadie lo obliga a hacerlo. Pero el amor de JESÚS es grande, y
decide sobre esa base, como el primer Adán, porque tiene delante de sí, el
obedecer o el desobedecer. La lucha es real y se le da la copa del precio que
tendrá que pagar; la toma o la deja.
Fue
entonces que en mi espíritu, escuché el final más feliz de toda la prueba de
Getsemaní, y también de mi oración: "Padre, si quieres, pasa de mí esta
copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Y, se tomó la copa hasta
la última gota: ¡La obediencia, por fin, había triunfado!
Oración:
PADRE eterno:
Hoy quiero orar como el pastor Braulio Pérez
Marcio:
Quiero
ascender la cuesta del Calvario;
subir por ella como tu subiste,
con valor silencioso y temerario.
yo quiero ser, Señor, como tú fuiste.
(Braulio Pérez Marcio).
Perla de hoy:
¿Está en alguna encrucijada
en la vida? Escoja obedecer y hacer
la voluntad de Dios, sin mirar el costo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios