Francisco
Aular
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Lectura devocional: 1 Tesalonicenses 2:8-16
Así nosotros, por el
cariño que les tenemos, nos deleitamos en compartir con ustedes no sólo el
evangelio de Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos! 1 Tesalonicenses 2:8 (RV60)
Cuando mi familia y yo decidimos dejar a nuestro país,
Venezuela, también decidimos hacerlo del mejor modo posible; entre las
decisiones que nos tocó tomar estuvo la renuncia al pastorado de la iglesia
Bautista Emanuel de la Castellana en Caracas, dándoles a los miembros su debido
tiempo, para buscar una nueva pareja pastoral. Sin embargo, la fecha tope de
salida del pastorado no coincidió con la venida a Canadá, así que, los amados
de la iglesia resolvieron dejarnos en la casa pastoral hasta que la nueva
pareja pastoral llegara.
El tiempo pasaba y la esperada visa no llegaba. Es más fácil
entender que si un hombre es soltero, quizás esperar por un asunto de esa
naturaleza no sea mayor problema, pero, con esposa y cuatro adolescentes en
casa es una agonía enfrentar un tiempo así. Recurrimos a la oración y el Señor
se tomo su tiempo para respondernos, y lo hizo a su manera; de un modo
sorprendente y dándonos mucho más de lo que pedíamos.
Una noche de aquellas, recibí una llamada del misionero
brasileño Calixto Patricio, quien precisamente regresaba a Venezuela tras un
tiempo de licencia en Estados Unidos. Aquella llamada no sólo fue valiosa, sino
también oportuna, todavía me parece oírlo con su acento portugués: “Fran, Suely
y yo hemos pensado que ustedes se vengan a Puerto La Cruz y esperen con
nosotros, hasta que la visa para Canadá les llegue…” Así el Señor nos llevó
durante tres meses, al apartamento
de la familia Glenn (Miguel y Rebeca), frente a la bellísima bahía de Puerto La
Cruz. ¡Nunca habíamos vivido tan bien!
La iglesia Jesucristo es el Camino, que el pastor Calixto
pastoreaba, acordó darnos ofrendas especiales y compras de alimentos, durante
el tiempo que estuviéramos allí. No nos pusieron condiciones; era un regalo,
obviamente, trabajé al lado de nuestros amados. En realidad, Dios quería que mi
esposa, nuestros hijos y yo, pasásemos aquel tiempo al lado de una de las
parejas misioneras más desafiantes y eficaces que he conocido: Calixto y Suely
¡Imposible olvidar ese gesto de amistad y servicio mientras
estemos vivos!
En aquella memorable ocasión nuestro servicio para el SEÑOR compartimos
no solo buenas relaciones de amistad con nuestros hermanos, sino también las
oportunidades de servir, incluyendo la presentación de las buenas nuevas,
amistad, tiempo y dinero. Como dijo el apóstol Pablo: “…nos deleitamos en compartir con ustedes no sólo el evangelio de
Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos!” El evangelio es ante todo, amistad y
servicio.
Oración:
Padre amado: ¡Gloria a tu Nombre!
Tú nos cambia el mar de problemas por un remanso de paz y una bahía de amor.
Gracias por darnos la victoria hoy y siempre. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Una medida de nuestra amistad y servicio nos da una semejanza con JESÚS
ante el sufrimiento de los demás.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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