Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Salmos
103
Alaba,
alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmos 103:2 (NVI)
Al caminar por los senderos de la
Biblia nos encontramos a menudo con un hecho: el punto de partida para salir
airosos en la labor que nos ha tocado hacer, asciende o desciende según el estado de ánimo que tengamos.
Sin embargo, no es pecado estar temporalmente desanimados, el pecado está en dejarnos
dominar por el desánimo. Grandes hombres de Dios pasaron por el desánimo, Job,
Nehemías, Elías, Jeremías y para no ser tan extensos, Juan el Bautista; pero
todos ellos se libraron del desánimo.
El ánimo es
la fuerza que nos pone en acción, el desánimo nos quita la fuerza. El rey
David, en sus Salmos, nos confiesa en algunos de ellos, su breve paso por la
tristeza y su compañero inseparable, el desánimo. En algunos de ellos, el
salmista eleva su alma deprimida por la nostalgia de los éxitos del pasado, el
asecho de sus enemigos y los recuerdos de Jerusalén con su templo. Pareciera
que el salmista ha tocado fondo y no le quedan esperanzas para salir adelante;
pero nuestro Dios está allí en esos momentos, cuando como seres humanos,
conocemos y reconocemos nuestro desvalimiento, cuando no nos quedan más
asideros de donde agarrarnos porque pareciera que todas las vigas de
sustentamiento crujen y ceden ante nuestro peso, entonces ahí, Dios, que hasta
ese momento ha estado acompañándonos sin que lo notemos, se levanta en el
camino como la única columna de seguridad del creyente, al igual que ocurrió
con el salmista, es una buena idea concentrarse en las bendiciones de Dios, en
vez de nuestras carencias.
La tentación
permanente del ser humano es la idolatría, es decir, poner cualquier cosa entre
él y Dios: éxito, fuerza, poder, juventud, sexo, negocio, dinero, belleza, y el
activismo político, deportivo o religioso; todo esto seduce al ser humano, y lo
hace sucumbir y doblar sus rodillas ante estas cosas que lo mantienen ocupado y
sin tiempo para Dios. Un día se da cuenta de que el gusano roe las entrañas de
sus ídolos, que los sueños huyen, los muros se vienen abajo piedra por piedra,
y es capaz de pensar la brevedad de su paso por este mundo; en esas condiciones
el ser humano queda desnudo y desarmado ante la realidad, este puede ser el
momento del desánimo pero está en condiciones de adorar y alabar a Dios de
manera consistente si lo asume como su única esperanza:
“¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me
voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi
Salvador y mi Dios!” (Salmos 42:11, NVI).
Esto lo ilustro mejor por medio de una
experiencia pastoral. Sonó el teléfono a medianoche, mientras caminaba para
atenderlo vi el reloj de la sala y eran la 1:30 AM. ¿Quién sera a estas horas? Me pregunté. Atendí el teléfono y se trataba de una
mujer cercana a sus cuarenta años, era fiel creyente, miembro de la iglesia. Su
esposo y sus hijos adolescentes, eran un buen testimonio de quien era ella como
esposa y madre. Pero tenía un fuerte cuadro de depresión en aquel momento.
Hablamos y oramos, le pregunté: “¿Hija, tienes una Biblia cerca?” “La tengo
entre mis manos”, fue su respuesta. Abrimos nuestras Biblias en el Salmo 103,
le pedí que lo leyéramos al únisono, al dirigir la lectura, yo hacía énfasis en
la alabanza al SEÑOR, al llegar al último versículo, nuestra voces unidas en
aquella “noche triste del alma” para aquella mujer, escuché su voz, llena del
gozo del SEÑOR que repitió entre sollozos de entusiasmo: “¡Alaba alma mía al
SEÑOR!” Ese domingo siguiente, entre los asistentes a la iglesia creo que no
había persona más feliz, en toda la congregación que aquella mujer.
¿Desanimado? ¡Pon en práctica la alabanza a
DIOS!
Oración:
Amado Padre celestial:
¡Quiero alabarte Padre porque eres
lleno de misericordia y amor por tus amados hijos en todo el mundo! ¡Me pongo a
contar tus beneficios para conmigo de ayer, hoy y mañana que no hay maneras de
sumar tus bendiciones! ¡Ayúdame para que mi gozo lo muestre hoy como testimonio
a los demás! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Dé gracias al Señor porque nunca estaremos tan
desanimados como para que no contemos con Su presencia a nuestro lado y en
nosotros.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios