Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Reyes
19:1-8
El anduvo por el desierto un día
de camino, y vino y se sentó bajo un enebro; pidió morirse y dijo: Basta ya, SEÑOR,
toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres. 1 Reyes 19:4 (LBLA)
Hoy escucho decir que el mundo está lleno de maldad y que el mal se
manifiesta en todo lugar. Es verdad. No lo niego. Pero no permitiré que el desánimo
se anide en mi vida y me obligue a vivir aplastado bajo el peso de una mortal
congoja, tanto, que anhele morir antes que enfrentar la vida con sus demandas
normales. La vida es breve, es tan solo un paréntesis de la eternidad que está
abierto como un papel en blanco en el cual yo soy el escritor, pero, no cerraré
ese paréntesis sin cumplir el propósito para el cual Dios me dio esta preciosa
vida humana y la Vida que viene del cielo. Por muy oscuro que hoy se vea el
horizonte, sé que más allá brilla el sol, también sé que Dios es real y va
conmigo, Él me sostendrá. En efecto, Dios tiene hombres y mujeres clamando día
y noche por un mundo mejor. ¡Me uniré a ellos!
Hoy busco los tonos claros y las notas agudas en el teclado de la
vida. No nací en una cuna dorada, ni rodeado de privilegios, tampoco provengo
de una familia pudiente, pero, en esta hora reconozco que esta preciosa vida
que poseo es todo un milagro de Dios, porque, durante los nueves meses de mi
gestación, mi madre tuvo que enfrentar el fuerte desafío de su vida campesina y
ser una mujer luchadora y tenaz, que al lado de mi padre tenía que buscar algo
para comer cada día, porque los rigores de los efectos de la Segunda Guerra
Mundial hasta allí habían llegado. Así nací en un caserío, bajo las matas de
café, de cacao, de aguacate, de limones agrios y dulces, y éramos tan pobres y
tan alejados de un hospital que mi padre y mi abuela materna fueron los
parteros que me recibieron en sus manos y me cargaron llenos de amor. De todas
maneras, algo me dice que soy parte del propósito de Dios para este mundo, y Él
estaba allí con nosotros. ¡No soy un accidente en la cadena de seres humanos
que el mundo ha tenido! ¡No permito que el desánimo me quite el gozo de saber
que soy único, porque Dios rompió el molde, después que nací!
Hoy, confieso que muchas veces el desánimo ha tocado la puerta de mi
vida, pero nunca he permitido que se anidara en mi corazón y me postrara. He
comprendido en mi largo vivir que tal estado de ánimo, podría, quizás,
explicarse, y aún tolerarse, considerando las vicisitudes y las penurias por
las cuales los seres humanos pasamos, pero también he descubierto que en muchos
casos se trata simplemente de debilidad de carácter y del complejo de mártir
que se tiene, a veces. Algunas personas no encaran los problemas normales de la
vida con criterios de vencedores, sino, por el contrario, se dejan vencer por
las circunstancias. Aún, habiéndoles Dios provisto desde la cuna muchas bendiciones
que otros no hemos tenido, el pesimismo les llena la vida sin que hagan el
menor esfuerzo por librarse de él. Afirmo, más aún, si los observamos bien
veremos que tales personas justifican su estado de ánimo y amargura de la vida,
echándoles la culpa a otros, y de ello no se escapa, ni el mismo Dios.
Hoy abro la puerta y las ventanas de mi vida de par en par, porque
quiero que el sol entre a raudales, porque la luz siempre hace huir a las
tinieblas. Quiero que la luz del Señor haga el milagro de vestir de gloria,
amor, fe y esperanza hasta el rincón más oscuro de mi ser. ¡JESÚS es mi Luz y
mi Salvación! ¡Me llenaré de Dios y seré “más que vencedor”! Me acercaré a las
rosas de mi jardín para verlas mejor y olerlas y palparlas por los lados sin
espinas. Me inclinaré para ver la simetría y belleza de sus pétalos, y
nuevamente diré: ¡Dios es real! Quien hizo esto, cuidará también de mí.
Hoy me asomo al espejo de mí mismo, y quito todo lo malo que pueda
reflejar, quiero que se miren en mí y en los sentimientos que les pueda
inspirar. Ellos verán que soy frágil, pero limpio. Aunque me rompa en mil
pedazos, cada pedazo de mí lo seguirá reflejando. He decido seguir el consejo
de Pablo: “Estad siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5.16). He decido también,
reflejar la alegría y el optimismo que viven en mí por el poder del Espíritu de
Dios. Nadie da lo que no tiene. Hoy salgo a repartir lo que poseo, y nadie me
lo puede arrebatar, mucho menos el desánimo. Se trata del fruto del Espíritu
Santo que vive en mí: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23).
Como en la vida cristiana el “dar es mejor que recibir” ¡Hoy salgo con
la ayuda de Dios, a darme a los demás, sin quejas, sin lamentos y sin
retiradas!
¡Hoy salgo a triunfar
en donde los desanimados han fracasado!
Oración:
Amado Dios
Todopoderoso:
Hoy mi acción de
gracias llega delante de Ti por lo que has hecho en mi vida. Bendigo el día en
que nací y el cuidado que has tenido de mi vida, aún antes de nacer. Nací
esclavo y me has hecho libre. Nací perdido y me encontraste. Nací sin conocer tu
propósito y hoy lo sé, y esa es la dinamita que me hace explotar de alegría por
dondequiera que voy. Ayúdame a que mi optimismo por la vida humana y la vida
espiritual sean tales, que contagie con el gozo de servirte a los desanimados
que pongas a mi lado. ¡Que tu nombre sea honrado y alabado! En el nombre de JESÚS,
mi SEÑOR Y SALVADOR, amén.
Perla de hoy:
Aquéllos que por la fe son hijos de Dios no tienen
nada más que buscar para ser felices en esta vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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