Francisco Aular
Del Señor
es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan. Salmo 24:1 (NVI)
En medio de una conferencia que estaba realizando
en la ciudad llanera de Calabozo, Venezuela, fui invitado a la casa de la
familia Márquez, dueños de una arrocera. El señor Lebel Márquez, dado que al
lado de su vivienda estaba la fábrica de arroz de su propiedad, me paseó frente
a una gran máquina que él y sus hijos habían diseñado. Yo estaba maravillado,
porque además de gustarme el arroz, pude apreciar parte del proceso desde la
producción hasta el empaquetado que llega a nuestro hogar. Después del paseo
nos sentamos a disfrutar el banquete que la señora Cira, su esposa, había
preparado para nosotros. Sucedió, que en medio de la comida escuchamos un ruido
estridente que salía de la máquina que ya habíamos visto. El señor Márquez se
disculpó y rápido corrió hacia la máquina. Nosotros, llenos de curiosidad,
salimos rápidamente detrás de él. El ingeniero mecánico encargado del
mantenimiento ya estaba allí, pero no encontró la falla. Nunca olvidaré la
escena, el señor Márquez fue exactamente al engranaje, a la pieza que había
fallado. Saldada la dificultad, volvimos a la mesa. Inevitablemente, hice
alusión a la manera como el señor Márquez me había sorprendido, yendo
directamente a donde estaba el problema para solucionarlo. Lacónicamente, él me
respondió: “Yo la hice”.
Algunas personas se atormentan con preguntas tales
como: ¿Por qué existe el mundo? ¿De dónde vine y adónde voy? ¿Por qué existen
las diferencias sociales y otras injusticias? ¿En dónde está Dios cuando yo
sufro? ¿Por qué tengo problemas con el dinero, con mi cónyuge y mis hijos? Y
allí no queda la cosa, todavía hay miles de preguntas más que superan la
comprensión humana.
Sin duda, en una máquina, cada detalle tiene su
motivo y, a menudo, un motivo esencial, en la cual, el más pequeño tornillo,
como la rueda motriz, deben estar en su preciso lugar, de lo contrario, todo el
mecanismo rehúsa funcionar. ¿Quién puede hacer mejor el trabajo de conservar la
máquina y hacerla funcionar? Sin duda, un técnico que conozca el “porqué” de
los más ínfimos detalles. Pero nadie podrá superar en su destreza y
conocimiento al que fabricó la máquina. Indiscutiblemente, los que piensan que
esa máquina es producto de la evolución y que hizo sola, estarán mucho más
lejos del arreglo a la hora de la falla. No así, el que conoce al fabricante y
acude a él.
Alcemos pues, las miradas hacia nuestro Creador, el
Padre Celestial. Dios nos dejó la Biblia, su Palabra, el Manual viviente para
que nos conduzca a Él. En efecto, la Biblia como dice un himno evangélico, es
el tesoro de sabiduría, incalculable: Santa Biblia para mí/Eres un tesoro
aquí, /Tú contienes con verdad/La divina voluntad/Tú me dices lo que soy/De
quien vine y a quien voy.
Claro, es obvio pero de todos modos lo escribo. Hay
una diferencia esencial entre nosotros y la máquina: ¡nosotros somos miembros
vivientes y no un engranaje inanimado en este vasto universo! ¡Dios nos ha
creado con un propósito eterno, el cual se va cumpliendo a través de los siglos!
Dios no es un amo humano que tiene un látigo en sus manos para castigarnos,
sino un Padre bueno y tierno. Pongamos en Él nuestra confianza, dejémonos
conducir, seamos dóciles a las enseñanzas de su Palabra, no existe un “porqué”,
sino un “para qué”; Dios tiene un propósito eterno y seguro para cada uno de
sus hijos; no somos frutos de la casualidad. ¡Tenemos un bendito Creador y al
salir de este mundo lo conocernos cara a cara! Los cristianos nacidos de nuevo
tenemos que ser fieles en la posición que JESÚS compró en la cruz para nosotros
y estaremos tranquilos en Él, de esta manera, tendremos la paz interior en
medio de las tormentas de la vida, y la serenidad que Él nos dará por su
gracia, estará por encima de cualquier circunstancia. Sí, nuestro Hacedor está
en control.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Por gracia, ¡oh Padre!
Somos hechos tus hijos
JESÚS, nuestro Señor y Salvador
Por Él, y en Él y para Él, fuimos adquiridos
Ayúdanos a andar con los ojos en Ti: fijos.
Perla de hoy:
Honramos el nombre de
nuestro Creador cuando le llamamos Padre y vivimos como sus hijos.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios