Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe. Efesios 2:8,9
El doctor Francisco Lacueva en su precioso libro Doctrinas
de la gracia, escribe: “Supongamos que nos hallamos sedientos, fatigados y
desorientados, en medio de un desierto sin agua. Estamos abocados a la muerte.
Pero llega hasta nosotros un ingeniero que descubre enseguida una corriente
subterránea de agua. Logra alumbrar un pozo artesiano y el agua brota en
abundancia, con poder de apagar la sed de cuantos crucen por el desierto.
¿Están ya salvos de la muerte los sedientos caminantes? Sí, pero a condición de
que se acerquen a beber del agua, o que ésta les sea llevada por medio de
vasijas o de canales y tuberías. Ya está conseguida la provisión de agua para
todos, pero es necesario beber de ella para no morir de sed”. ¡Eso es lo que
ocurre exactamente con la obra de nuestra salvación, en la Cruz del Calvario!
Dios abrió para nosotros, únicamente por su Gracia, las fuentes de su
salvación. Así lo afirmó el profeta Isaías: “Sacareis con gozo aguas de las
fuentes de la salvación” (Isaías 12:3). Sin embargo, esta salvación no es
automática por decirlo de alguna manera, es preciso que cada uno de nosotros
vayamos a las aguas y las bebamos: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y
lo que no tienen dinero, venid, comprad y comed, comprad sin dinero y sin
precio, vino y leche” (Isaías 55:1).
La salvación comprende la redención del ser humano
alejado de Dios; y se ofrece por gracia a todos aquellos que acepten a JESÚS como
Señor y Salvador, quien con su propia sangre obtuvo la redención eterna para
“todo aquel que cree”, y deposita toda su confianza en Él para la salvación
eterna; JESÚS dijo “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí” (Juan 14:6); Venimos a JESÚS por medio del nuevo nacimiento
por la cual el creyente llega a ser un hijo de Dios (Juan 1:12). El Espíritu
Santo y la Palabra de Dios comienzan a hacer un cambio, una transformación
(metamorfosis) mediante la convicción de pecado, a lo cual el pecador responde
en arrepentimiento hacia Dios y fe en JESÚS, como su único y suficiente Señor y
Salvador. Vale decir, que el proceso de la gracia de Dios en la vida del ser
humano es para siempre, desde la tierra y hasta la eternidad como familia de
Dios.
La salvación es el Regalo de Dios dado por su
gracia al pecador. La gracia es el tributo divino para alcanzar, por su
iniciativa, al ser humano pecador; gracia es el amor de Dios al planear tener a
su lado, al final de los tiempos, tanto a los ángeles como a los seres humanos,
y, además, hacerlos parte de su familia; gracia es el hilo escarlata que
recorre el centro mismo de la revelación divina desde el Génesis hasta el
Apocalipsis, en donde vemos a Dios buscando al pecador para salvarlo; gracia es
la decisión de JESÚS de encarnarse para hacerse un ser humano y venir a morar
con nosotros para llevarnos de regreso a Dios: “Y aquel Verbo fue hecho carne,
y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). “Porque el Hijo del Hombre vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Gracia es ver a
JESÚS humillarse hasta una muerte de cruz para tomar nuestro lugar y
justificarnos delante de Dios. Gracia es ver a JESÚS tomar al ser humano
pecador, hacerlo de nuevo y presentarlo delante de Dios, como si nunca hubiera
pecado, “limpio y sin mancha”; gracia es la proclamación de esas buenas
noticias a la humanidad para que todos tengan la oportunidad de arrepentirse de
sus pecados y volverse a Dios, “el cual es amplio en perdonar”.
Ahora bien, los religiosos y legalistas a través de
los siglos, han intentado opacar la gracia de Dios, imponiendo mandamientos y
normas humanas basada en cómo debe vestirse, o qué se debe comer, y cuáles días
guardar, pero el Evangelio de JESÚS es una fuente abierta que salta para
salvación, y es por gracia. No es la amenaza de un infierno que nos espera lo
que nos lleva a ser santos, sino que Dios nos hizo santos –apartados-, y la
imagen de su amor eterno nos hace ser obedientes, y nos inspirar a vivir para su
honra y gloria; lo digo con sinceridad de corazón, yo merezco el infierno por
lo que era y soy, pero JESÚS, por su gracia me apartó para Él, y no puedo
defraudarlo. ¡Esa es la gracia obrando en mí!
La gracia resumida en un solo versículo, el cual
todos debemos aprender de memoria: Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
Oración:
Padre eterno:
Estoy conmovido delante de ti, tu regalo por gracia de la salvación es
algo tan grande que no lo podré comprender nunca en esta vida. Permíteme decirle
a los demás cómo un ser como yo encontró gracia delante de tus ojos; cómo un
sediento encontró agua, y cómo un
hambriento encontró pan. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El evangelio de la gracia de Dios es el único que
nos hace libres, y a partir de ahí, nos hacemos esclavos de JESÚS para poder
ser útiles instrumentos de salvación para otros.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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