Mis amados
todos:
El jueves 17
de enero, falleció en la ciudad de Caracas, el doctor Blas Bruni Celli, a sus
87 años. Es imposible decir en pocas palabras que fue uno de los seres humanos
más extraordinarios que he conocido. Médico en varias especialidades,
historiador, filósofo, catédrático y miembro de número de cuatro academias. Lo
conocí cuando estaba en la cúspide de su vida, rodeado siempre de sus colegas
de la Facultad de Medicina José María Vargas, de la cual fue su impulsor más
importante. En esos años, el Hospital Vargas de Caracas vivió su época de oro,
pues tenía en sus filas verdaderos apóstoles de la medicina venezolana. Me uno
de todo corazón a sus hijos. Me quedo con la gratitud al Señor por haberme
llevado al personal técnico del Instituto de Anatomía Patológica, y colaborar
al lado de este gran sabio venezolano.
Con sumo
aprecio para todos,
Pastor y
amigo,
Francisco
Aular
faular@hotmail.comGrandeza y miseria del ser humano
¿Y qué beneficio
obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay
algo que valga más que tu alma? Marcos
8:36,37 (NTV)
El
sabio venezolano doctor Blas Bruni Celli, Jefe del
Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Vargas de
Caracas, decía a sus alumnos cuando estaba en la Sala de Autopsias: “El cadáver
que hoy tenemos delante de nosotros, merece todo nuestro respeto, atención y cuidados…”, en consecuencia, en todos los años que trabajé
allí –a finales de la década del sesenta- como fotógrafo clínico,
el sabio galeno no permitió fumar, decir chistes o
cualquier otro asunto que irrespetara el cadáver al que se le estuviera
practicando una autopsia.
Todo ser humano es
una muestra de grandeza y miseria; es único y, por eso, puede ganar o perder, en
sí, lleva el germen del triunfo y también el de la derrota; puede alcanzar la
grandeza en todo lo que se proponga, humanamente hablando, pero al mismo
tiempo, puede perder. Es la paradoja existencial, el ser humano se puede lanzar
con todas sus fuerzas, y con espléndida consagración de todas sus facultades a
alcanzar algún ideal anhelado. La meta de algunos es ser alguien en esta vida
por medio de las riquezas materiales, el oro es el último pensamiento al acostarse
y el primero al levantarse, a ello consagra su tiempo, comodidad, salud,
familia, y hasta el verdadero propósito de la vida, conocer a JESÚS, con tal de
incrementar sus ganancias. Ahora bien, la pregunta de JESÚS está allí: ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu
propia alma?
Otros seres humanos nacieron para dominar a sus congéneres
por todos los medios posibles; llegar al poder y permanecer en él, es el todo
de sus vidas. Ningún sacrificio les parece demasiado grande para obtener un
cetro y conquistar un trono. Creen que el mundo no podrá sobrevivir sin ellos
-como Alejandro el Grande ante lo inevitable de la muerte-, lloran porque ya no
podrán conquistar más mundos, o como Nerón, mueren tocando la lira y diciendo:
“¡Qué gran hombre pierde este mundo!”. Sin embargo, la pregunta de JESÚS
resuena en medio de tantos reinos y seres humanos poderosos que han existido: ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo
entero pero pierdes tu propia alma?
También hay otros que se consagran al estudio concienzudo, y
con paciencia, pasan los mejores años de sus preciosas vidas, y dedican sus
mejores esfuerzos para desentrañar los misterios de la ciencia. Sin duda, el
mundo moderno les debe mucho a estos hombres y mujeres que arriesgan sus vidas
cada día en los laboratorios, a los médicos, a profesionales de la enfermería,
que día tras día están allí como apóstoles, sirviendo, alentando, sin un sueldo
digno, y muchas veces, sin ningún reconocimiento de las autoridades de la salud
de una nación; a los científicos que están al frente de sus alumnos en las
universidades, enseñándoles los derroteros que llevan a un mundo mejor para el
progreso y la felicidad, sin duda, que la búsqueda en los tesoros de la ciencia
es una vocación, más que una profesión. No obstante, la pregunta de JESÚS sigue
en pie: ¿Y qué beneficio obtienes si
ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?
La verdad bíblica acerca de la salvación y perdición no es
algo que los cristianos nacidos de nuevo hemos inventado, en efecto, toda la
Biblia nos enseña que el ser humano tiene la riqueza morando en él: el alma, y
es tan valiosa que ningún tesoro material la puede comprar: ¿Hay algo que valga más que tu alma?, pero al mismo tiempo tan frágil, que la
podemos perder: ¿Y qué beneficio obtienes
si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? Pues bien, en el
plano divino, el alma, es decir, el ser humano, es tan importante que hay que
buscarlo y salvarlo a cualquier precio, esté donde esté, así que a esa divina
vocación se dedicó JESÚS, y la definió como su misión en la vida: “Pues el Hijo
del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos” (Lucas
19:10). Pasar el mensaje de la salvación a todo ser humano ha sido la vocación
de los misioneros y de las iglesias a través de los siglos, y sin duda como lo
prometió el mismo Señor JESÚS, Él va con nosotros en esa Gran Comisión (Mateo
28:19,20). Ganados o perdidos delante de Dios, ¡esa es la condición del ser
humano!, y revela su grandeza o su miseria.
Oración:
Ayúdame Señor JESÚS a cumplir con el propósito
dominante que te trajo del cielo a la tierra y te condujo a la cruz, la
salvación de los seres humanos. Haz que crezca en mí tu pasión por la salvación
de mi generación. Amén.
Perla de hoy:
¿Y qué beneficio
obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay
algo que valga más que tu alma?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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