Francisco Aular
No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te
advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para
ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis
2:10 (NVI)
“Prefiero morir cristiana que ser libre como
musulmana (…) Yo no soy una criminal, no hice nada malo. He sido juzgada por
ser cristiana. Creo en Dios y su enorme amor. Si el juez me ha condenado a
muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por él…”. Son
las palabras de Asia Bibi recogidas por la prensa mundial. Bibi es una mujer
campesina, de 41 años, cristiana católica, casada y madre de cuatro hijos. Ella
ha sido acusada de blasfemar la fe musulmana; al defenderse de un ataque de sus
compañeras de trabajo en un asentamiento agrícola, les dijo: “JESÚS murió en la
cruz por los pecados de la humanidad (…) ¿qué ha hecho Mahoma por ustedes?...”.
En su comunidad solo existen tres familias cristianas. ¿Es este un caso
aislado? No. El ostracismo, las persecuciones, encarcelamiento y muerte son
parte del precio que se paga por ser cristiano y dejar el Islam. Actualmente,
Bibi está encerrada en una celda de 2x3 sin ventanas y con luz artificial,
esperando la muerte por horca a la que fue condenada. Esto ha deteriorado su
salud, pero no su fe, que es inquebrantable.
En la carta a la Iglesia de Esmirna, el Señor le
dice: “Sé fiel hasta la muerte, yo te daré la corona de la vida”
(Apocalipsis 2:10). Debemos decir que no significa “hasta que mueras”, sino,
que por ser fiel al Señor, tengas que morir. Ser fiel no es lo mismo que ser
creyente. Creyente es el que se fía de Dios porque cree en Él; fiel es aquel en
quien Dios confía. En realidad, como todo lo que viene de la mano de Dios -por
su infinita gracia en nuestra salvación y santificación-, ser fiel no es
esfuerzo humano sino una de las cualidades del fruto del Espíritu (Gálatas
5:22,23), sin embargo, la fidelidad hasta la muerte requiere que nuestro amor a
Dios sea supremo, así como el de los mártires del pasado y del presente mueren
con la dignidad propia del Cordero que fue inmolado, el Señor JESÚS: “Como
oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo
trasquila, Así no abrió su boca” (Hechos 8:32; RV60).
El versículo de hoy se cierra con una promesa: “… y
yo, te daré la corona de la vida”…, la corona de los mártires no está hecha de
ningún material perecedero sino de uno eterno. El texto hace alusión a los
juegos olímpicos de entonces, en el cual, al ganador se le coronaba con una
corona de laurel que pronto perecía; no se trata de la diadema que usan los
reyes y reinas en señal de autoridad terrenal, y por lo tanto, temporal, la
corona que ofrece el Señor a sus fieles que perecen por Él, será una señal que
exhibirán por toda la eternidad. Como lo dijeron los apóstoles: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a
la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible” (1 Corintios 9:25). Así la vio el apóstol Pedro: “Para una
herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos
para vosotros” (1 Pedro 1:4).
Oración:
Señor, sé que en la hora de la prueba estarás en
nosotros y con nosotros como lo has prometido. Ayúdame a serte fiel, pase lo
que pase en este convulsionado mundo. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Serle fiel a Dios es un desafío que se nos hace a
cada momento. ¿Estamos dispuestos y disponibles para Él hasta la muerte?
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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