Francisco
Aular
Después del terremoto, un fuego; pero
el SEÑOR no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa
apacible. 1 Reyes 19:12 (La Biblia de las
Américas)
El silencio tiene
un gran valor en la música, también debe tenerlo en nuestra vida devocional
como cristianos nacidos de nuevo. Hay momentos en que nuestro espíritu y
nuestra alma buscan ansiosamente comunión con lo eterno; guardar silencio
mientras Dios nos habla es vital. Porque ese ejercicio de nuestro espíritu que
es la oración, nunca es un monólogo, sino, un diálogo con nuestro Padre celestial,
un tiempo para escuchar la dirección que Dios nos quiere dar. Todos los hombres
y mujeres de oración elogian el valor del silencio en la oración, pero también
en nuestro comportamiento en las diversas situaciones diarias por las cuales
pasamos. Un proverbio alemán dice: “La palabra es plata; el silencio es oro”. En
un cartel colocado en un ruidoso taller mecánico, leí este proverbio árabe:
No digas todo lo que sabes.
No hagas todo lo que puedes.
No creas todo lo que oyes.
No gastes todo lo que tienes.
Porque:
El que dice todo lo que sabe,
el que hace todo lo que puede,
el que cree todo lo que oye,
el que gasta todo lo que tiene,
Muchas veces:
Dice lo que no conviene,
hace lo que no debe,
juzga lo que no ve,
gasta lo que no tiene.
El que dice todo lo que sabe,
el que hace todo lo que puede,
el que cree todo lo que oye,
el que gasta todo lo que tiene,
Muchas veces:
Dice lo que no conviene,
hace lo que no debe,
juzga lo que no ve,
gasta lo que no tiene.
Sin duda, el silencio es un gran principio de
la sabiduría espiritual. El silencio nos permite dirigir conscientemente
nuestra mirada a Dios, a nosotros mismos y hacia los demás. Quizás no ha habido
nadie que haya trabajado más por la paz mundial que el trágicamente desaparecido
en funciones, Dag Hammarskjold, quien como Secretario General de las Naciones
Unidas, reconoció el valor del silencio en la diplomacia. Aquel hombre que
viajaba constantemente de un lugar a otro para resolver conflictos, anhelaba y
buscaba tiempos de silencio. Esa búsqueda del silencio se incrementaba al tener
que tomar decisiones; este hombre de estatura mundial dijo: “Comprender por
medio del silencio. Actuar desde el silencio. Triunfar en silencio”. En
realidad, tenía razón. No podemos comprender a alguien verdaderamente hasta
tanto no hablar con esa persona. Igualmente, obrar desde el silencio me permite
no tomar decisiones apresuradas, y no hacer ruidos de presunción del poder
delegado por Dios, del cual tendremos que dar cuenta algún día. Triunfar desde
el silencio significa no dejar de crecer, porque nuestra meta es ser como
JESÚS; nadie fue más exitoso que Él ¿Cuál era su secreto? Los Evangelios lo
explican así: “Mas él se apartaba
a lugares desiertos, y oraba” (Lucas 5:16 RV60).
Por otra parte, JESÚS dijo: “El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas
6:45 RV60). Nuestro lenguaje es el eco de lo que somos, y del eco de lo que
Dios nos ha dicho en nuestros momentos de silencio.
Oración:
Padre
eterno:
Como
el profeta Elías, sé que a veces no te encontramos ni en las tormentas, ni en
los terremotos de nuestras vidas tan ocupadas de lo banal y pasajero. Quiero
pasar en estos momentos un tiempo de silencio contigo en el susurro de la brisa
que me acaricia. Ayúdame a hablar con tu sabiduría; pon en mis labios palabras
de amor y de ánimo para los demás, y ayúdame a estar en silencio si nada bueno
tengo para decir. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No debemos guardar silencio ante un mundo que se pierde, pero no
debemos contribuir a que otros se pierdan por un hablar sin pensar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios
hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección
por aprender?
¿Existe una
bendición para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a
evitar?
¿Existe un nuevo
pensamiento para llevarlo conmigo?
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