Francisco Aular
Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu fuerza. Deuteronomio 6:5 (LBLA)
Dios no le pide al
ateo que lo ame, ni tampoco a los indiferentes, aunque Dios los ama a ellos así
como ama a sus hijos. Amar a Dios es el privilegio de quienes lo hemos
entronizado a Él en nuestras vidas. Los dioses que predican las religiones
paganas, no exigen de sus seguidores que los amen, al contrario se sostienen
por el miedo que infunden. En cambio el SEÑOR, en su primer mandamiento, nos
pide que lo amemos porque en realidad no debe ser el miedo el motivo por el
cual sirvamos a Dios, sino el amor.
“Con todo tu corazón”; el corazón es el centro de nuestra personalidad e
igualmente lo es de nuestra conducta, Jeremías dijo: “Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?” (17:9), JESÚS lo
expresó así: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos
pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios”
(Marcos 7:21), “el alma” dirige nuestra mente, voluntad y emociones; “toda tu
fuerza”, representa “las energías operativas del ser humano”, dice el teólogo Francisco
Lacueva, y añade, “con mucha probabilidad, las posesiones o bienes de fortuna”;
sin duda, que el amar a nuestro Dios de esta manera, nos hará unos seres humanos
muy especiales para servirle también a nuestro prójimo.
Siendo Dios el único que puede poner en nosotros todo lo bueno que otros encontrarán, siendo que Él es
el único que nos puede dar un poder sobrenatural para vivir con propósito, de
acuerdo con los aspectos positivos y nobles de la vida, debemos asegurarnos de
que por el nuevo nacimiento en JESÚS, Dios viva en nosotros y nos controle en
la única vez que pasaremos por este mundo. ¿Cómo podemos tener la seguridad de
que el Todopoderoso dirige nuestras vidas? Juan, el amado discípulo del Señor,
nos los dice: “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor
viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no
conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:7,8).
Oración:
SEÑOR,
llena mi vida con tu Palabra, de modo que mis dichos y mi conducta diaria me
eleven a ti. Permite que cada día te ame con todo mi corazón, que mi alma se
eleve a ti, y que te honre con todas mis fuerzas. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
Dios nos ama, y, por eso, el día en que nosotros no amamos es el más inútil de
nuestras vidas.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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