Francisco Aular
Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu
nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un
corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan
mis preceptos y obedezcan mis leyes. Ezequiel
36:26-27 (NVI)
Al comienzo de mi ministerio internacional descubrí que no estaba bien
preparado para desafíos de tanta envergadura, pero mis escoltas de oración,
oraban por mí y Dios me bendecía en gran manera. Sin embargo, una de las cosas
que mi esposa y yo descubrimos un día fue, que no tenía ropa adecuada y
necesitaba urgentemente, por lo menos, un traje nuevo y, además, hacerle arreglos
a mi viejo traje azul. ¿Cómo lo haríamos? Porque no había dinero disponible
para ello. Ocurrió que la Iglesia Bautista Ebenezer de Catia en Caracas me invitó
a una semana de predicación; dimos inicio a la campaña evangelizadora y allí
conocí a la familia Icaza, ellos tenían una sastrería; el hermano Icaza me dijo
apenas lo conocí: “Pastor, si le podemos servir en algo, estamos a sus órdenes”.
Los que me conocen saben que no me gusta abusar de tales ofrecimientos, pero
aproveché la oportunidad que se me presentaba para pedirle que reformaran mi
viejo traje. Así que fui a su negocio y se lo llevé, ellos tomaron mis medidas,
y se dedicaron a trabajar; como a los cuatro días el hermano Icaza me dijo:
“¡Pastor, su traje está listo!”. A la mañana siguiente, allí estaba yo. La
hermana Icaza fue a buscar el traje, pero sorpresa, ¡los hermanos me habían
hecho un traje! Así que, con un traje nuevo, terminamos aquella serie de
predicaciones. ¡Alabado sea el Señor!
¿Un corazón nuevo? Sí, claro, así como los hermanos Icaza hicieron un traje
nuevo para mí -salvando las distancias-, eso es lo que Dios ha hecho con el
corazón del ser humano, darle un nuevo corazón. La filosofía, las ciencias
sociales, los métodos de superación personal y hasta las religiones, no niego
que son los mejores intentos del ser humano para encontrar la satisfacción
momentánea de reformar su ser, y hasta son intentos para encontrarse con Dios;
pero el nuevo nacimiento que JESÚS nos ofrece es el único camino que Dios
encontró para llegar al ser humano y hacerlo parte de su familia, “mas a todos
los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Hoy vemos a una generación confundida e insatisfecha; lo paradójico es que
a la generación anterior -de la que formo parte- se nos hizo distintas promesas
para superar nuestra insatisfacción, basadas en la educación, la ciencia y la
tecnología. En realidad, en esos campos hemos llegado lejos, pero,
lamentablemente, hemos tenido retrocesos al sacarle muy poco provecho a tanto
avance; a los países en desarrollo les ha tocado la peor parte, preparan a sus
hombres para que los países más desarrollados
terminen beneficiándose de esos conocimientos. Por ello, la fuga de cerebros es
un hecho, hombres y mujeres de altísima preparación académica, y eficaces en
sus profesiones, van de un país a otro contribuyendo en gran manera a su
crecimiento. La insatisfacción crece en los hogares, en las escuelas,
universidades, gobiernos y gobernados. Seguimos buscando reformas, remiendos,
paños calientes, paliativos para una decadencia humana, porque como dice la
Palabra de Dios, lo que el ser humano necesita es un cambio de corazón:
“Engañoso es el corazón mas que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9).
¿Qué, pues, debemos hacer? Lo que Dios plantea nos deja atónitos. Nada.
Todos nuestros esfuerzos son remiendo nuevo en paño viejo. ¡JESÚS lo hizo todo
por nosotros! Su muerte y resurrección nos perdona y nos libera. Basta que
depositemos nuestro “viejo traje”, nosotros mismos, en las poderosas manos del
Sastre que es capaz de hacernos de nuevo, nuestro Dios, y que aceptemos por fe
el regalo de la salvación al recibir a JESÚS como nuestro Señor y Salvador.
Entonces, recibiremos una nueva vida (zoé) y un nuevo corazón. La Biblia llama
a esto el “nuevo nacimiento” (Juan 3:3-12).
Oración:
¡Gracias amado Padre
por tu eterno propósito para los seres humanos, de hacernos parte de tu familia
para que vivamos para siempre contigo. Ayúdame a anunciar con toda la fe, que
el ser humano nuevo sí es posible bajo tus expertas manos, al hacernos de
nuevo. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de
hoy:
El ser humano nuevo nos es el resultado de los esfuerzos públicos de una
nación, sino producto del nuevo nacimiento de cada individuo por la Biblia y el
Espíritu Santo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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