Francisco
Aular
Jesús vio la gran cantidad de gente que lo seguía y sintió
mucha compasión por todas esas personas, porque estaban confundidas e
indefensas. Eran como ovejas que no tienen un pastor que las cuide. Mateo 9:36 (La Biblia traducción actual)
Mateo utiliza un
verbo en griego para describir el sentimiento de JESÚS hacia lo seres humanos
perdidos: “Splagchnizesthai” es un verbo que significa “compadecerse”, la raíz
de ese verbo hace alusión a las vísceras principales, es decir, corazón,
pulmón, hígado e intestinos. Los griegos sostenían que estos órganos de los
seres humanos constituían el asiento de las emociones y pasiones, especialmente
de la ira, la ansiedad, el miedo y el amor.
Una de las
características de la dignidad de los seres humanos consiste en su capacidad de
sufrir con otros seres humanos y compadecerse de ellos. Pudiéramos decir que la
compasión es el único vínculo que puede ayudarnos a entrar realmente en
contacto sincero con otros seres humanos. Existe una sensación de felicidad
cuando podemos ayudar a otros, en consecuencia, pudiéramos afirmar, que una
persona que no tiene compasión nunca podrá ser verdaderamente feliz. La
compasión nos une en sentimiento gregario que rompe nuestro aislamiento y el
pensar en nosotros mismos solamente; la compasión crea una verdadera relación y
ennoblece a quien la posee; quien sufre con otros siente sus dolores; el sentir
compasión está en la capacidad de identificarse de corazón a corazón con los
demás, “gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15
RV60).
Ahora bien, la
actitud de JESÚS nos revela que la evangelización y la compasión van juntas,
por eso la Biblia nos dice, “irá andando y llorando el que lleva la preciosa
semilla” (Salmo 126:6ª). JESÚS tuvo compasión del abandono espiritual de la
multitud que lo seguía en aquellos tiempos, como también la tiene de la de
ahora. Todavía las multitudes buscan llenar el vacío de sus corazones en muchas
cosas: deleites, religiones, filosofías, intereses y personas, pero todo es en vano;
todavía son “como ovejas que no tienen un pastor que las cuide”. Ahora bien,
preguntamos: ¿No había dirigentes religiosos en aquellos días? Se dice que
habían miles de sacerdotes, doctores de la ley, escribanos y rabinos, pero los
fariseos se habían hecho legalistas, y con ello sus corazones estaban sin
compasión, creyéndose únicos portadores de la verdad y los únicos escogidos por
Dios, habían puesto cargas religiosas en los demás que ni ellos mismos podían
cumplir. Ellos decían: “El hombre que no conoce la ley es maldito”, también
decían: “Hay gozo en los cielos por cada pecador que es destruido”…
¡Cuán diferente es
el estilo de JESÚS! Él dijo: “Ustedes viven siempre angustiados; siempre
preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan
mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad.
Conmigo podrán descansar” Mateo 11:28,29 (La Biblia traducción actual). También
su compasión divina habló por medio de sus milagros, sus palabras y sus
actitudes llenas de gracia y amor. JESÚS no veía al pecador como a un reo digno
de muerte, sino como a un descarriado, como al hijo perdido que había que
traerlo de nuevo al hogar; como a la oveja perdida que había que traer al
rebaño y al redil; como a la moneda perdida que había que recuperar; nunca
encontramos en la conducta de JESÚS odio hacia el pecador, sino amor y
compasión. ¡Bendito sea nuestro amado Señor y Salvador! Hagamos lo mismo,
sintamos esa compasión divina que nos lleve a buscar a los que no conocen a
JESÚS para que lo conozcan; nuestra actitud debe ser de amor, de humildad y
paciencia. Vayamos con un sentido de urgencia a buscarlos, pero sobre todo, con
la compasión divina. ¡Manos a la obra!
Oración:
Padre eterno, te alabo en esta hora por hacerme un
hijo tuyo por tu gracia y compasión por mí. Dame fuerzas para llevar este pan y
agua de vida a todos los que tiene hambre y sed. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
La urgencia por salvar a otros, nunca debe eliminar
nuestra compasión al llevar la semilla orando, “andando y llorando”.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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