Francisco
Aular
No me preocupa si tengo que morir. Lo
que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del
amor de Dios, como me lo ordenó el Señor Jesús. Hechos 20:24 (Traducción lenguaje actual)
Cuenta el doctor Bill Bright que
hace años, en el salón de reuniones de líderes del Senado en el
Capitolio en Washington, D.C., congresistas, miembros del gabinete
presidencial, máximos dirigentes del gobierno, y otros muy respetables
ciudadanos elegantemente vestidos estaban sentados en aquel distinguido lugar
con sus columnas adornadas, el cielo raso imponente del cual colgaban inmensos
candelabros. El salón lucía digno y orgulloso con tanta gente influyente que se
había reunido allí para rendirle homenaje a una humilde sierva de Dios. En un
momento, la Madre Teresa entró al salón. Se veía menudita y fuera de lugar con su hábito azul
y blanco. Sus sandalias revelaban que la habían transportado miles de millas.
La imponencia del salón y la presencia de tan prestigiosos invitados parecían
empequeñecer aún más a la visitante.
Inmediatamente, los máximos líderes de la nación más poderosa del mundo,
junto a los demás invitados se levantaron y aplaudieron. Muchos de ellos tenían
lágrimas en sus ojos.
La señora Dee Jepsen, quien es la esposa del senador norteamericano
Roger Jepsen, expresó lo que aquel salón vivió con las siguientes palabras:
“Pensé, ¡Dios mío!, esta frágil mujer tiene más poder que todo el que yo he
visto en los corredores del Congreso. Ella refleja a JESÚS dondequiera que va y
todos son extrañamente conmovidos”.
Como ya lo sabemos la Madre Teresa murió. Su obra sigue. Nunca tuvo
buscó posesiones materiales, ni tampoco las buscó; jamás demandó derechos de
ningún tipo para sí misma. Sin embargo, siguiendo el mandato de JESÚS “de amar
al prójimo como a sí mismo”, ella se fue a la India a servir al Señor,
descendió a las cloacas de la ciudad de Calcuta, y allí, entre los marginados y
moribundos enfermos de lepra y otros males, sirvió en el nombre del Señor, amó
a quienes el mundo aborreció, y entre ellos murió. ¡Qué impacto para un mundo
como este en el cual vivimos llenos de odio y antivalores cristianos! Ella
sentía una profunda satisfacción espiritual al servir y dar su vida por los
demás: “Los milagros no se producen cuando se hace algo determinado, sino
únicamente cuando somos felices y nos sentimos satisfechos de hacer una
determinada cosa”.
Quizás usted y yo nos preguntamos: ¿Por qué mi vida cristiana no es más
emocionante y plena y así yo pueda reflejar a JESÚS por dondequiera que vaya?
¿Habrá algo que produzca mayor satisfacción en la vida cristiana que lo que
hasta ahora estoy experimentando?
Sí, la diferencia es vivir la vida cristiana con propósito; es la vida zoé que Dios nos da por el nuevo
nacimiento, con el poder del Espíritu Santo, y también es contar, tanto con sus
dones como con su fruto en el servicio de la obra de Dios. ¡No se quede en
donde está, en la niñez espiritual! Decídase a madurar en la fe después de
haber nacido de nuevo; hágase miembro responsable de su comunidad cristiana
local, la iglesia; ame a sus hermanos en la fe, a los fáciles de amar y a los
difíciles; participe de corazón y con sus recursos; ponga su mirada en hacer para
honrar y glorificar a Dios; tal vez, Dios no lo quiere como misioneros en la
India, pero Dios lo quiere como un ministro que le sirva en la iglesia donde
está o en cualquier lugar en donde Él lo ponga. No hay satisfacción mayor que
dedicar esta única vida humana que vivimos al servicio de Aquél, ¡que estará
con nosotros cara a cara por toda la eternidad!
El apóstol Pablo lo afirmó, con ese tino que el Espíritu Santo le dio,
al decirles a sus discípulos y amigos que vinieron a despedirlo en las playas
de Mileto: No
me preocupa si tengo que morir. Lo que sí quiero es tener la satisfacción de
haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, como me lo ordenó el Señor
Jesús. Hechos 20:24.
Oración:
Padre
eterno:
¡Gracias
por tomarme en cuenta para ayudar a los hombres y mujeres de mi generación!
Ayúdame a no retroceder ni a detenerme; es la hora de marchar e impactar con mi
vida. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Dios tiene un lugar
en su obra para cada uno de sus hijos que todavía estamos aquí en la tierra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios
hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección
por aprender?
¿Existe una
bendición para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a
evitar?
¿Existe un nuevo
pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios