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Pasaje devocional: Salmo 34:8-11
Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él. (Salmo 34:8)
Durante mi primer pastorado desafié a la iglesia a colocar una carpa para realizar una campaña evangelizadora en un barrio de la ciudad muy conocido por su peligrosidad.
Hicimos todas las diligencias pertinentes, levantamos la carpa para 250 personas e hicimos la campaña evangelizadora; como resultado medio de centenar de personas hicieron decisión por CRISTO, entre ellos, algunos que habían sido delincuentes.
Prepararé a un buen grupo para cumplir con la ordenanza del bautismo y los presenté a la iglesia; yo les había enseñado que al dar su testimonio personal no contaran los detalles de los pecados de su vida pasada delante de los demás, tal vez por el nerviosismo, a algunos se les olvidó y exhibieron sus pecados pasados como si fueran hazañas.
Pero el hombre que nos conmovió a todos fue Alberto, había hecho muchas cosas contrarias a las normas divinas y sociales, “perdónenme” dijo entre sus lágrimas, no soy digno de estar aquí, pero cuando escuché el mensaje del amor de DIOS, según Juan 3:16, me arrepentí de mis pecados, y hoy me siento un hombre nuevo como producto de la bondad de DIOS. Sólo me queda invitarlos a todos ustedes que sigamos gustando y disfrutando el amor de DIOS…”. No hubo ojos secos en ninguno de los que allí estábamos.
El rey Saúl, por celo de liderazgo y sed de poder, emprendió una persecución contra David con ventajismo, ingratitud y engaño. David huyó y se mantuvo lejos de Saúl por muchos años.
Sin embargo, no hubo amargura en el corazón de David porque él llenó su corazón de DIOS. En el Salmo 34, un poema de David, escrito en aquellas circunstancias de la persecución y de su exilio en un pueblo enemigo, aquel hombre de DIOS no se magnifica a sí mismo contando todos sus sufrimientos, sino que se concentra en la bondad y protección del SEÑOR: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6).
A veces cuando nos sentamos a comer, lo hacemos tan rápido que no gustamos nuestros alimentos, ni damos las gracias a quien los preparó. Mediante nuestros sentidos físicos podemos “gustar y ver cuán bueno es Jehová”, y como lo espera el salmista, de esta manera, ayudar al alma y al espíritu a dar gloria y gratitud a nuestro amado DIOS, y así, vivir felices: “Dichoso el hombre que confía en él”. ¡Gusto y dicha del servir a DIOS, es el binomio del triunfo en la obra del SEÑOR!
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE CELESTIAL:
Mientras más gusto tu Palabra Eterna, más dichoso soy de ser tu hijo. ¡Ayúdame a ser más como tú en el hacer y en tu carácter! En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
¿Has gustado la bondad del SEÑOR? Una Biblia abierta dirigiendo nuestras vidas es señal inequívoca de estar gustando su sabor y deleite.
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