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JUEVES, 16 de febrero de 2023
Pasaje devocional: Hebreos 9:19-22
De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.
Hebreos 9:22 (NTV).
¡Qué gran versículo está delante de nosotros en esta oportunidad! “sin derramamiento de sangre no hay perdón”.
Como decía mi viejo profesor de teología en los días de seminarista: “¡Quitémonos los zapatos y pongámonos de rodillas porque estamos pisando tierra santa!”…
Antes de la fundación del mundo DIOS estableció un plan eterno que tiene a JESÚS como centro en toda la historia de la salvación: “Para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18), y para lograr todo esto, creó dos tipos de seres con el fin de que estuvieran al lado del SEÑOR para siempre: Los ángeles y los seres humanos.
De esta manera, en la economía del reino eterno del SEÑOR JESUCRISTO estará montado sobre la columna fundamental de obediencia al PADRE, por ello era necesario que esos dos tipos de seres creados fueran obedientes en todo. Ya conocemos la historia. Ambos seres cayeron en desobediencia y se constituyeron enemigos de DIOS. Desde luego millones de ángeles permanecen fieles a DIOS, y como los ángeles son servidores a los planes del PADRE, nos ministran también en las esferas espirituales: “Por lo tanto, los ángeles solo son sirvientes, espíritus enviados para cuidar a quienes heredarán la salvación”. (Hebreos 1:14,NTV).
De hecho, los ángeles caídos que están capitaneados por Satanás son enemigos irreconciliables de DIOS y serán echados, en la eternidad futura, “en el lago de fuego”. (Apocalipsis 20:10), mientras que al ser humano se les da la oportunidad de nacer de nuevo y vivir eternamente en la ciudad del reino eterno de DIOS, la Nueva Jerusalén.
Mientras tanto, existe la barrera universal entre la santidad y la justicia de DIOS y el pecado humano. El ser humano está perdido porque DIOS le dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), debido al pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva, el ser humano nace en un estado de perdición y corrupción, y, por tanto, enemistado de DIOS.
Un dilema surge desde allí en el Paraíso que recorre todas las páginas del Antiguo Pacto: DIOS ama al pecador, pero repudia el pecado que hizo su entrada con él. Ahora bien, DIOS exige un Nuevo Pacto en que la sangre de una víctima inmaculada y sin pecado sea derramada para beneficio del ser humano pecador.
Una representación histórica de este hecho fue lo que ocurrió la última noche del pueblo de Israel en Egipto. DIOS instruyó a Moisés y Aarón que cada familia sacrificara un cordero sin defecto, y que pusiera la sangre en los dinteles de sus puertas; aquella noche, como un manto negro, la muerte visitó todos los hogares, eliminando a los hijos y animales primogénitos de todas las familias egipcias, pero DIOS les prometió a las familias israelitas, marcada con la sangre del cordero: “Veré la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:12).
En el Calvario, el Cordero de DIOS, nuestro amado JESUCRISTO, dio su preciosa sangre a nuestro favor. ¡En el calvario el amor y la justicia de DIOS se dieron la mano! Como lo afirma el salmista:
“El amor inagotable y la verdad se encontraron;
¡la justicia y la paz se besaron!”. (Salmos 85:10,NTV). ¡La sangre de CRISTO satisface perfectamente tanto el amor DIOS como Su justicia!
¡Qué gran regalo que nos hace JESÚS, al comprar nuestra salvación eterna con Su preciosa sangre, más amor de DIOS pon nosotros, imposible! Por eso, el Apóstol Pablo, nos dice:
(1 Corintios 6:19,20, RVC).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE DE MISERICORDIA:
¡Gracias por todo lo que has hecho a nuestro favor! ¡Qué yo pueda anunciar tu Mensaje de amor a esta generación! En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Nada ni nadie ha hablado más claro acerca del amor y perdón de DIOS que la muerte de Su HIJO y Su preciosa sangre vertida por nosotros.
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