Perlas del alma
Francisco Aular
MIÉRCOLES, 8 de enero de 2020
MIÉRCOLES, 8 de enero de 2020
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Jeremías 20:10-14
Mas Jehová está conmigo como poderoso
gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán
avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión
que jamás será olvidada. Jeremías 20:11
(RV60)
El SEÑOR es un gigante a mi lado porque es
inmutable, es decir, no cambia: “Yo soy el
SEÑOR y no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, aún no han sido
destruidos” (Malaquías 3:6; NTV). Contemplo las montañas que hace unos meses
estaban blancas por la nieve del invierno, ahora se deshacen y se convierten en
ríos; el océano, con sus poderosas corrientes, no resiste el llamado del sol y
se convierte en nubes; los árboles, que hasta hace poco parecían esqueletos sin
vida, ahora, en primavera, sus ramas están verdes y su polen anuncia a los
cuatro costados, su resurrección y su poder reproductor; los nidos, que hasta
hace poco construían las aves se convierten en el hogar de sus polluelos, los
cuales pronto volarán, reiniciando el ciclo vital.
Todos los
seres vivos cambian, da lo mismo si es un árbol, un animal o un ser humano.
Ahora bien, observo y veo en mí cambios revolucionarios, y me parece que hace
poco yo era un niño llevado de la mano por mi padre. Es seguro que, físicamente
hablando, no soy el mismo. Sé que tarde o temprano dejaré estas vestiduras que
perecen y seré vestido de eternidad, ese es mi verdadero propósito. Sin
embargo, mi poderoso gigante es perpetuo, sin cambios, ni variación: “Señor, en
el principio echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los
cielos. Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre. Ellos se
desgastarán como ropa vieja” (Hebreos 1:10,11; NTV).
El SEÑOR es un gigante a mi lado y me
defiende: “Pero alégrense todos los que en ti
confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se
regocijen los que aman tu nombre” (Salmo 5:11; RV60). Uno de los maravillosos
gozos de ser un cristiano nacido de nuevo, es saber que nuestro Padre, que está
en el cielo, siempre vela por nosotros: “Pero el SEÑOR vela por los que le
temen, por aquellos que confían en su amor inagotable” (Salmo 33:18; NTV). Aun,
en medio de la enfermedad y de la soledad, podré enfrentar con valor cualquier
prueba porque le creeré a la Palabra de Dios y no a mis sentimientos: “Que el
SEÑOR, Dios de Israel, bajo cuyas alas viniste a refugiarte, te recompense
abundantemente por lo que hiciste” (Rut 2:12; NTV).
El SEÑOR es un gigante a mi lado y nada ni
nadie podrá separarme de Él: “Y estoy
convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni
la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni
nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden
separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las
profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del
amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos
8:38,39; NTV).
Jeremías
fue un profeta, un ser humano con virtudes y debilidades; ha sido llamado el
profeta llorón, no sólo porque escribió sus Lamentaciones, sino, porque a lo
largo de sus cuarenta años fue un atribulado espectador de los desvíos de su
pueblo; fue un profeta sufriente, y en obediencia a DIOS antes que los hombres,
fue perseguido por su pueblo más que cualquier otro de los profetas de sus
días, pero se mantuvo firme y confiado, porque conocía muy bien quién era su
aliado, y en su angustia, sabía que no estaba solo. Así también nosotros, en
nuestros momentos de sufrimiento, de los diferentes problemas que están
haciendo fila para que les hagamos caso, debemos aprender esta verdad: Cuando
una crisis me golpea, no debo enfrentarla solo, porque, ¡no estoy solo! Tal y
como aquellos hombres y mujeres de Dios de la antigüedad, yo también tengo: ¡EL GIGANTE a mi lado!
Oración:
Amado PADRE CELESTIAL:
Te alabo SEÑOR porque tu omnisciencia,
misericordia y presencia son constantes a mi lado. Gracias porque me amas y tu
amor no cambia nunca; enviaste a tu HIJO a morir por mí. Sigue mi amado SEÑOR
como poderoso GIGANTE a mi lado, en medio de cualquier circunstancia. Escucha
ahora mi ruego SEÑOR, y dame tu bendición. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
Nuestra mayor esperanza aquí abajo es recibir ayuda de
nuestro GIGANTE DIOS, desde lo alto.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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