Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Hebreos 2:1-4
Entonces, ¿qué nos hace
pensar que podemos escapar si descuidamos esta salvación tan grande, que
primeramente fue anunciada por el mismo Señor Jesús y luego nos fue transmitida
por quienes lo oyeron hablar? Hebreos 2:4 (NTV)
JESÚS
contó la historia de un hombre rico que murió, y pocos segundos después de su
muerte, se encontró con la triste realidad de que nunca había nacido de nuevo y
por lo tanto, no tenía vida eterna. Estaba en el lugar de separación eterna de
Dios y estando en tormentos estableció una conversación con Abraham, en donde
le pidió que enviara a Lázaro, un mendigo que también había muerto en aquella
misma hora, pero que tenía vida eterna. Éste fue llevado a la presencia de
Dios. Viendo el hombre la felicidad de Lázaro y su estado de justa condenación,
se preocupó por cinco hermanos que, como el hombre rico, tampoco tenían vida
eterna y pidió que enviara a Lázaro para predicarles cómo podían ellos salvarse
de aquella condenación eterna. Esta fue la respuesta que recibió: “…Si no oyen
a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de
los muertos” (Lucas 16:31 RV60)
Como
aquellos a quienes JESÚS dirigió estas palabras, nosotros pensamos que nos
vamos a quedar en esta tierra para siempre. Pero la verdad de las cosas es que
aquí viviremos, tal vez, un máximo de cien años, y moriremos. Pero el ser
humano es también un ser espiritual, y esa parte espiritual vivirá para
siempre, sea en el cielo o en el infierno. Nosotros somos más responsables hoy
que aquellos que oyeron a JESÚS, porque nosotros también tenemos la Biblia que
incluye a Moisés y los profetas, más el Nuevo Testamento que nos cuenta que
¡JESÚS murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día!
Debido a lo que JESÚS es y lo que hizo por nosotros, el camino de la salvación
a través del nuevo nacimiento por la gracia de Dios y nuestra fe en Él, está
abierto delante de nosotros.
¿Qué
es la salvación? Es la liberación del poder y castigo del pecado que mora en
todos nosotros los seres humanos. La Biblia dice: “pues, todos han pecado y
están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23 NVI), y luego añade: “Porque
la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23 NVI). Aquí nos dice que ¡la
salvación es un regalo de Dios! Este fue el descubrimiento que yo hice hace más
de cinco décadas cuando lo leí en la Biblia ¡Qué salvación se nos ofrece para
escapar a la condenación eterna en que nacimos! ¡Esto es como encontrar una
salida de un edificio en llamas! Tiene razón la Biblia al afirmar: ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos
una salvación tan grande?
Yo
era uno de esos que pensaba que la salvación había que ganársela en alguna
manera, y desde muy jovencito me quise ganar el cielo por esa vía. Me comparaba
con los pandilleros, borrachos y drogadictos de mi barrio, y yo salía bien
parado de mi diagnóstico. Sin embargo, yo tenía un gran temor a morirme joven.
Cada vez que yo oía que alguien se moría en mi vecindario, me decía a mi mismo:
“La muerte pasó bien cerca, y no me vio: ¡qué susto!”. Esto se tornaba una
pesadilla que me duraba varios días porque mi madre de crianza era la rezandera
de la comunidad, y allí estábamos ella encabezando los rezos y yo su compañero
respondiéndolos… ¡Yo podía escuchar a los bromistas echar sus chistes y las
risas en el patio de la casa del muerto, y yo, lamentaba perdérmelos! Así
transcurría mi vida en los tiempos de mi adolescencia.
Pero
un precioso día ¡qué día! Leyendo la Biblia, descubrí que yo no era mejor que
un hombre que vino una noche a hablar con JESÚS, se llamaba Nicodemo. Aquel
hombre era un religioso de los principales del su pueblo judío. Era un hombre
intachable. JESÚS, no le reprocha nada. Pero a un hombre de esta estatura
religiosa y filosófica, JESÚS le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3 RV60). Luego
en otra parte de Juan, JESÚS dice: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6 RV60). Más tarde en la oración
sacerdotal de JESÚS, afirma: “Mas no ruego solamente por ésto, sino también por
los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20 RV60) ¡Esto fue
suficiente para mí!, en este versículo Dios me habló. La fe iluminó mi
entendimiento entenebrecido. La fe me dio la luz que necesitaba. La fe me
invitó a la casa del banquete de Dios. La fe me abrió las puertas del cielo.
Abrí las puertas de mi vida a
JESÚS y Su gracia corrió como un río de agua viva por todo mi ser, dándome la
salvación. Me arrepentí de todos mis pecados e invité a JESÚS a que fuera mi
SEÑOR Y SALVADOR. Me levanté de mis rodillas con la sensación espiritual de que
todas mis cargas el SEÑOR me las quitó. Y Su perdón y misericordia, desde
entonces ilumina mi ser. Era Semana Santa y no había nadie en mi casa. Me
guardé aquel gozo por varios días, bebiendo y comiendo Palabra de Dios hasta
que al final, pude decirle a otros, lo que ha sido mi mensaje por más de
cincuenta años: ¡Alcancé salvación!
Oración:
Hoy en mi tiempo de oración, lo haré cantando un precioso himno: Alcancé
Salvación:
I
De paz inundada mi senda ya esté
O cúbrala un mar de aflicción,
Mi suerte cualquiera que sea, diré:
Alcancé, alcancé, salvación.
CORO:
Alcancé, salvación
Alcancé, alcancé,
salvación.
II
Ya venga la prueba o me tiente Satán,
No amengua mi fe ni mi amor;
Pues Cristo comprende mis luchas, mi afán
Y su sangre obrará en mi favor.
III
Feliz yo me siento al saber que Jesús,
Libróme de yugo opresor,
Quitó mi pecado, clavólo en la cruz,
Gloria demos al buen Salvador.
IV
La fe tornaráse en gran realidad
Al irse la niebla veloz,
Desciende Jesús con su gran Majestad,
¡Aleluya! Estoy bien con mi Dios.
(Himnario Bautista #330, CBP, 1994)
Perla de hoy:
Sólo JESÚS es la fuente de Salvación del alma. ¡Teniendo a JESÚS, lo
tenemos todo!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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