Francisco
Aular
Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la de
ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón. Génesis
3:15 (NVI)
En Génesis 3:15 tenemos la primera profecía predictiva relativa a la Natividad del Salvador del mundo, JESÚS. Si recordamos bien el episodio, esas son las palabras que Dios dirige a Satanás después de que éste sedujera a Adán y Eva para romper la obediencia y la buena relación que mantenían con su Creador. Sí, así es, Adán y Eva se apartan del plan original de Dios y caen bajo la seducción de Satanás, la “serpiente antigua”, de Apocalipsis 12:9. Como resultado de este “mal negocio” que hicieron nuestros primeros padres, sus millones de descendientes que hemos existido desde entonces, y que hoy habitamos en este mundo, nacemos en un territorio dominado y controlado por el “dios de este siglo”, en consecuencia somos sus esclavos. ¿Qué evidencia tenemos de que esto es así? Dele una miradita nada más a cualquier medio masivo de comunicación, y se dará cuenta de que el mundo no tiene nada bueno que ofrecernos; hoy en día, pareciera que las puertas del mismo infierno se hubieran abierto, y el “dios de este siglo” salió con sus ejércitos y lo domina todo. ¡El mundo está al revés! Esto no es nuevo, es la consecuencia de habernos alejado de Dios.
Ahora bien, volvamos otra vez al Génesis ¿Cómo recobrar el paraíso
perdido? ¿Cómo superar nuestra enemistad con Dios? ¿Cómo salirnos de la
corriente de este mundo en donde hemos nacido, y pararnos en la roca firme de
la voluntad de Dios? ¿Cómo poder superar el hecho de que el ser humano, pecador
por naturaleza, pueda tener compañerismo con el Dios santo por naturaleza?
¿Cómo ver una lucecita al final del túnel? Estas son algunas de las inquietudes
del ser humano de ayer, de hoy y de siempre. Así se inicia, desde Génesis, la
búsqueda que hace Dios del ser humano para hacerlo capaz de recobrar el paraíso
perdido, pero en los misterios de Dios está el cumplimiento de su plan eterno,
que es el de hacer al ser humano miembro de su familia (Efesios 2:19). Así que
el ser humano no está solo en esta búsqueda, porque su amante Creador comienza
a buscarlo también. En consecuencia, en esta búsqueda tenemos que encontrar las
barreras que nos separan de Dios y derrumbarlas. Una de estas barreras es la
santidad de Dios y el ser humano pecador; frente a la barrera de la santidad de
Dios un dilema se presenta: Dios ama al ser humano pecador, debe salvarlo, pero
Dios es justo y debe castigar al pecador, y mitigar el dominio absoluto del
pecado, la vieja naturaleza que vive en él. La respuesta a ese problema es
JESÚS. Su encarnación y el Calvario es la solución, porque allí: “La
misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”
(Salmo 85:10 RV60). De esta manera, el apóstol Pablo nos relata el cumplimiento
de la profecía de Génesis 3:15 en JESÚS: “Pero cuando vino el cumplimiento del
tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas
4:4 RV60). ¡JESÚS es la simiente de la mujer!
En estos días en que celebramos el Nacimiento del Salvador
prometido en Génesis 3:15 no debemos perder de vista, que el personaje central
de toda la Biblia es JESÚS. En efecto, más de trescientas profecías del Antiguo
Testamento apuntan hacia Él, diciéndonos que es el Mesías prometido. Así, en el
Nuevo Testamento, los apóstoles apelan a dos aspectos de la vida de JESÚS para
establece su calidad del Mesías prometido, un primer aspecto es su
resurrección, y el otro, el fiel cumplimiento de la profecías mesiánicas en Él.
Uno se queda asombrado ante el cumplimiento exacto de las profecías sobre el
Mesías. Algunas ellas se cumplieron en JESÚS en aquella primera Navidad: “Y
darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mateo 1:21). En realidad, la Navidad comenzó en Génesis.
Oración:
Padre eterno:
Estoy maravillado al ver que tu revelación progresiva en la historia de
la salvación del ser humano, nos conduce a nuestro Señor y Salvador prometido.
Que al recordar el nacimiento de tu amado Hijo, la esperanza en mí renazca al
sentirme parte de tu plan. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de
hoy:
Si
miras al pasado de este mundo, te sentirás desilusionado, si miras al presente,
te sentirás desesperado, si confías el futuro en las manos de JESÚS, te
sentirás esperanzado.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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