Por
Francisco Aular
faular
@hotmail.com
¡Gloria a Dios en las alturas, y en
la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 1:46,47 (RV60)
No sé en qué
estaría pensando yo, cuando escribí en las postales navideñas de aquel año:
“Felices Fiestas” en vez de “Feliz Navidad”. Vi a los fieles de nuestra iglesia
irse contentos al recibir cada uno la salutación. Pero un anciano de mucha
sabiduría y diácono de nuestra iglesia esperó a que todos se fueran, y me dijo
muy respetuosamente: “Pastor, dígame: ¿Felices Fiestas o Feliz Navidad?”… No
dijo más y se marchó. Me fui a la casa, y me di cuenta de mi error. ¡El hermano
tenía razón! ¡Como cristiano que soy lo que debo celebrar es a JESÚS, y esta no
debe ser una fiesta cualquiera!
¿Feliz
Navidad o Felices Fiestas? En verdad celebramos la Natividad del SEÑOR; Su
Nacimiento, o haciendo una contracción idiomática: Navidad. Los cristianos
entonces en estos días deberíamos tener “una alegría tan grande y hermosa que
no puede describirse con palabras”. (1 Pedro 1.8, La
Biblia traducción actual).
Los políticos
en esta nación en que vivo y los comercios hace años adoptaron el “Felices
Fiestas”, según ellos, para no ofender a los judíos, a los mahometanos, a los
ateos, y en fin a todos aquellos que no celebran el Nacimiento de JESÚS. El
asunto es protocolar y persigue estar en buenas relaciones con todo el mundo.
Sin embargo,
creo que una de las bendiciones de la libertad de cultos, es no censurar a
nadie por sus creencias religiosas o ateas, entonces, ¿por qué la autocensura
que nos hacemos los cristianos? Por ejemplo, me acerco a mi vecino mahometano y
le doy mi salutación navideña que dice “Feliz Navidad”. Mi vecino sabe que yo
lo respeto, pero que el cristianismo aunque sea algo nominal, ha sido la
religión mayoritaria de esta nación y del mundo occidental. Es posible que mi
vecino, al darle espalda, él tire mi tarjeta al basurero, pero no olvidará mi
gesto de acordarme de él y su familia.
Además de
ésto, no tengo ninguna razón para no decirle al mundo entero que amo a JESÚS,
que Él es mi Señor y Salvador. Ciertamente JESÚS no dio una orden para que
celebráramos Su Nacimiento, pero tampoco nos dijo que no lo hiciéramos. Pues
bien, tenemos ejemplos en los relatos de los Evangelios del gozo que sintieron
y proclamaron todos aquellos personajes y hechos de la historia de la primera
Navidad. Vemos el gozo de María, la Madre de JESÚS, al saber que estaba
embarazada: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi
Salvador.” (Lucas 1:46,47). Hubo gozo en el cielo y un ángel se les aparece a
los pastores y les anuncia las buenas nuevas el Nacimiento de JESÚS: “…he aquí
os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2: 10,11 RV60). Hubo
cánticos navideños entonados por las huestes celestiales: “¡Gloria a Dios en
las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14, RV60).
Hubo
fenómenos milagrosos movidos por la omnipotencia divina, como la estrella que
guió a los sabios que vinieron del oriente: “Y al ver la estrella, se
regocijaron con muy grande gozo.” (Mateo 2:11, RV60). Esos sabios fueron guiados
durante meses para ir a Belén, llegaron y se postraron, llenos de gozo, delante
de JESÚS para ofrecerles sus regalos navideños: “Y al entrar en la casa, vieron
al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros,
le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” (Lucas 2:11, RV60). Los
pastores que llegaron primero, vieron a JESÚS acostados en el pesebre, y no
resistieron las ganas de salir a comunicar esta noticia a los demás: “Y
volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que
habían oído y visto, como se les había dicho.” (Lucas 2:20, RV60). ¡Qué noche
maravillosa fue la noche en que nació JESÚS, eso hay que celebrarlo!
Si a usted no
lo anima la alegría de millones de personas en estos días; si no disfruta de la
música navideña que suena a todas horas en muchos lugares; si no lo entusiasma
el regalar por regalar –si puede hacerlo en medio de esta crisis- sin esperar
nada; si no le eleva el espíritu los ensayos de los programas de las iglesias y
de sus coros para lucir bien afinados para la gloria de JESÚS; si no siente que
su corazón en estos días se inclina hacia la familia y sus valores; si sus pies
son incapaces de llevarlo hacia el bien, entonces, mi amado: ¡Usted está
muerto! Pero siento en mi alma abrazarlo y con el amor de JESÚS, quien es la
Vida Eterna, sacudirlo con este grito que viene desde mi espíritu, atraviesa mi
alma, y llega hasta mi garganta y dice: ¡Feliz Navidad!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy te alaba mi corazón postrado
delante de Ti, porque en Tu sabiduría perfecta nos enviaste a JESÚS en aquella
Navidad tan maravillosa. Tu diste a Tu Hijo por nosotros y por eso ahora eres
mi Padre también. Ayúdame a proclamar al mundo entero la verdad de la Encarnación
de Tu Hijo por nosotros. Y por eso, somos libres. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
¡Feliz
Navidad! Es un mensaje lleno de vida y esperanza cuando conoces a JESÚS.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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