Por
Francisco Aular
faular
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Lectura devocional Lucas
2:21-38
Simeón los bendijo, y le
dijo a María: "Dios envió a este niño para que muchos en Israel se salven,
y para que otros sean castigados. Él será una señal de advertencia, y muchos
estarán en su contra. Así se sabrá lo que en verdad piensa cada uno. Y a ti, María,
esto te hará sufrir como si te clavaran una espada en el corazón". Lucas 2:34,35 (La Biblia traducción
actual)
La vida terrenal de JESÚS estuvo signada por dos hechos imposibles en
cualquier otro ser humano: Su Encarnación por medio de una virgen y Su
resurrección al levantarse de la tumba. JESÚS es el único hombre que desde
antes de nacer sabía todos los misterios o secretos de los designios del Padre
sobre Su vida, Su muerte y resurrección. Sin duda no lo supo desde que era un
bebé, por eso el evangelista Lucas lo aclara: El niño Jesús crecía en estatura y con poder espiritual.
Estaba lleno de sabiduría, y Dios estaba muy contento con él.[i]
Durante
la temporada navideña, y mientras celebramos a JESÚS, es bueno que mantengamos
en mente dos aspectos tocantes al bebé que descansa en el pesebre: La Navidad y
el Calvario. Ambos eventos los celebramos, los seguidores de JESÚS, distantes
el uno del otro. Sin embargo, ambos eventos son parte de la iniciativa de Dios
para alcanzar al ser humano con Sus planes de salvación a los pecadores. Alguien
dijo: “A la vida de JESÚS se le cataloga por dos imposibilidades: el vientre de
una virgen y una tumba vacía”. JESÚS entró al mundo a través de una puerta que
tenía el aviso de “No se permite la entrada” y salió del mundo a través de otra
puerta que tenía el aviso de “Sin salida”.
En
efecto, el pesebre de Belén y la cruz del Calvario nos recuerdan que JESÚS vino
en el tiempo de Dios, que nunca se mide por nuestros relojes humanos ni por una
fecha del calendario. El tiempo de Dios (cairós)
es cada uno de los eventos divinos en los cuales Dios mismo interviene en el
tiempo humano (cronos) para hacer un
milagro. Así lo señala el escritor de Hebreos: Pero cuando llegó el día
señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió la
ley de los judíos. Dios lo envió para liberar a todos
los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos.[ii]
La
Biblia nos dice que Dios, desde antes de la fundación del mundo, quiso tener
una familia compuesta por dos tipos de seres: los ángeles y los seres humanos.
Los hizo con la libertad de escoger si queremos ser familia de Dios o no. La
obediencia al Padre fue, y es, la condición para mantenerse en los planes
perfectos de Dios. Ambos seres le han fallado. Los ángeles que desobedecieron a
Dios se convirtieron en demonios sin posibilidades de retorno y están
comandados por Satanás. Los seres humanos, estábamos en los hombros de Adán y
Eva, nuestros primeros padres en el día en que desobedecieron, y nos declaramos
enemigos de Dios pero con la esperanza del arrepentimiento y retorno a la
familia de Dios. Satanás, el enemigo de Dios, fue el agente para la desobediencia
de los seres humanos en la forma de una serpiente. Satanás es el acusador de
los seres humanos delante de Dios en el tiempo presente. Sin embargo, Dios
dice: Pondré
enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te
aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.[iii]
¡JESÚS es prometido! Pero en el día señalado
por Dios ¡Él vino para deshacer la obra del diablo! Y pronto volverá para
acabar con Satanás para siempre. ¡El poderoso enemigo de Dios, y de nosotros,
tiene sus días contados!
Así
tenemos que en Navidad celebramos el cumplimiento de esta profecía. JESÚS se
vistió con un cuerpo como el nuestro, pero Él nació de una virgen. JESÚS es la
simiente de la mujer prometida. JESÚS, vivió como nuestro Maestro para
llevarnos a conocer al Padre. Un día aquella mujer, la madre de JESÚS, vio el
sacrificio del fruto de su vientre clavado en una cruz por nosotros los
pecadores. ¡Allí JESÚS estaba uniendo al cielo con la tierra, reconciliándonos
con Dios por medio de Su obediencia perfecta! ¡Hoy podemos ser llamados hijos
de Dios, somos parte de la familia de Dios, porque JESÚS lo hizo posible! ¡Sí, JESÚS
murió y fue sepultado! Pero el primer día de la semana, el domingo muy de
mañana, el Padre lo resucitó de la tumba. Hoy en día usted va allí y ve
asombrado: ¡la tumba vacía! Sí, en efecto, por Su resurrección el Padre le ha
hecho: SEÑOR Y SALVADOR.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Te alabo por la maravilla de la
Natividad del SEÑOR, que hizo posible que mi corazón cansado y agobiando
encuentre su paz en Tí. Hoy no tengo que arrastrar mis pies por el peso de la
culpa de mis pecados, ni mis manos temblar por el miedo a vivir. Gracias Dios
por Tu buena voluntad “agradable y perfecta” al enviar a Tu Hijo amado y Él me
ha hablado con Su dulce tono de amor, de fe y esperanza. Te confieso SEÑOR cada
uno de mis pecados, y me apropio de Tu promesa de perdón. En estos días,
ayúdame a no perderme entre las muchas distracciones que nos desvían del
verdadero significado de la Navidad y el Calvario. Hoy me inclino como Tu
súbdito amante y sincero, y anhelo sobre todas las cosas que me permitas
cumplir Tu propósito eterno en mí para llevar Tu mensaje de salvación a los que
no Te conocen. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La
vida de JESÚS sobre la tierra está marcada por dos imposibilidades: el vientre
de una virgen y la tumba vacía; para hacer posible dos realidades: nuestra
salvación y nuestra resurrección.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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