Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Gálatas
4:1-7
Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley. Gálatas 4:4
¿Quién tuvo en mente la Natividad de JESÚS?
Una celebración como ésta como en todo lo que vemos en la Encarnación de la
Segunda Persona de la Trinidad, estuvo en la mente de Dios -desde el principio
en la eternidad pasada- y por ello, cuando Adán y Eva obediendo a la
“serpiente antigua” (Satanás) se apartaron de Dios, el Creador se dirigió al
impostor y le dijo: “Y pondré enemistad
entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en
la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15). Este versículo es
conocido como el “Proto-Evangelio”. Sin embargo,
esta profecía se cumplió cuando el ángel le dijo a María: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre JESÚS.” (Lucas 1:31, RV60). ¡JESÚS es el Nombre sobre todo nombre! Y
Todos estos acontecimientos proféticos son partes del ambiente de la Natividad
del Señor. ¿Cuál es el ambiente de aquella primera Navidad? Veamos.
Por todas esas profecías y acontecimientos que
rodean la Encarnación en la Persona de JESÚS, si nos acercamos a este gran
acontecimientos veremos que la Navidad, aquella primera y la de nosotros hoy,
está llena de recuerdos imborrables. Es admirable, que una sociedad secular y
global como en la que estamos viviendo, no haya sido capaz de acabar con el
amor, la fe, la esperanza, y aún la ilusión de estas fechas. El Señor nos dijo
que no solo de pan y del
bienestar material vivirá el ser humano. Porque el ser humano además de cuerpo
y alma, es también
espíritu, y por eso, aunque sea de manera superficial, necesita alimentarse de
una fiesta del espíritu,
como lo es la celebración de la verdadera Navidad. La Navidad nos lleva al
relato bíblico y nos pone en contacto con los secretos de Dios para salvar al
pecador y volverlo a una relación con Él.
En efecto, cada año al llegar diciembre, los
relatos de la Palabra de Dios sobre la Navidad desfilan ante nosotros con todo
su contenido espiritual, humildes y verdaderos. Si tuvimos el privilegio de
venir al mundo en un hogar en donde la Biblia ocupaba su verdadero lugar,
entonces, estamos familiarizados con esos relatos desde que tuvimos conciencia,
y los recordaremos años tras años, contándolos a nuestros hijos y nietos; esos
relatos son seguros, aleccionadores e inmortales, ente los más resaltantes
encontramos: La fascinante Anunciación del
ángel a la Virgen María; la vigilia de los pastores cuidando sus rebaños, y de
repente la aparición de los ángeles que no pudieron callar el Nacimiento de
JESÚS, y alabaron a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14); el nacimiento
de Juan el Bautista; el sueño de José confirmando que un milagro había ocurrido
en el seno virginal de María; el nacimiento de JESÚS en un lugar de pobreza
extrema, un sucio pesebre; el asombro y gozo de los pastores al verificar la
realidad de la noticia y de las profecías; la circuncisión de JESÚS; el
descanso definitivo de Simeón porque el Espíritu Santo le había revelado de que
no moriría sin tener en sus brazos al Mesías prometido; y las acciones de
gracias de Ana, la ancianita que permanecía en el templo desde hacía ochenta y
cuatro años, orando y ayunando en espera del Mesías; la estrella con su fulgor que apareció en el
cielo para guiar a los tres sabios que vinieron desde lejanas tierras para
adorar a JESÚS; la matanza de los niños decretada por el rey Herodes; la huída
a Egipto, y el posterior regreso a Jerusalén: “Y el niño crecía y se
fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas
2:40 RV60).
Sí, el Cristianismo tiene historia, empezando
desde un humilde pesebre en la primera venida de JESÚS, hasta llegar a su
entronización definitiva como SEÑOR de señores y Rey de reyes al final de la
historia, tal y como la conocemos: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles
alrededor del trono, y
de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de
millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar
el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la
alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo
de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al
que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la
gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:11-13 RV60).
Cierto, ¡otra vez Navidad!, y con esta
celebración, una nueva oportunidad se nos presenta a los cristianos nacidos de
nuevo para volver a contar la bella historia que cambió al mundo; porque ese
hecho fue la culminación de la historia de la salvación del ser humano, lo que habíamos perdido en el
Edén, lo recobramos en el pesebre y en el Calvario. La Navidad, la Encarnación del Verbo, es la suma de las
verdades divinas reveladas por el mismo Dios que vino a buscarnos y salvarnos.
Poco importa si JESÚS nació en diciembre, en abril o en septiembre. La Navidad
no es una fecha; es un estado de salvación espiritual concebida en la mente
divina para llevarnos a ser familia de Dios. ¡Esto hay que celebrarlo!, así que
cualquier hora, día o mes del
año es bueno para hacerlo, porque no es un día al año, nada más, en definitiva,
Navidad es la memoria de todas las memorias nobles que el ser humano percibe
con todo su ser, espíritu, alma
y cuerpo. Recibamos la buena noticia que celebramos en estos días, y digamos
con gozo espiritual: ¡Otra vez Navidad! ¡Feliz Navidad!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por darnos esa primera Navidad!
Ayúdame a contar otra vez, esa bella historia; que no me pierda nada más en la
celebración, sino en ver al Celebrado, y darle un lugar en el pesebre de mi
corazón; darle las gracias, por la fe, el amor y la esperanza en Él. En el
nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Navidad es una fiesta del
espíritu, en donde JESÚS ha entrado dándole vida en abundancia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios