Francisco Aular
Lectura
devocional: Lucas 14:15-24
Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: Se me ha dado toda autoridad
en el cielo y en la tierra. Mateo 28:18 (NTV)… Entonces su amo dijo: “Ve por los senderos y
detrás de los arbustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la
casa esté llena. Lucas 14:23 (NTV)
En la historia de la salvación eterna del ser humano, la Biblia enseña
que Dios toma la iniciativa desde la eternidad pasada hasta perfeccionarla en
la eternidad futura. Con su permiso, voy a respaldar, esta aseveración con dos
citas bíblicas largas, pero muy necesarias para ponernos en terreno firme en
este importante tema: “Pues Dios conoció a los
suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de
que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. Después de haberlos
elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó,
los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación
correcta con él, les dio su gloria.” (Romanos 8:29,30 NTV). Esta verdad, el apóstol Pablo, la ratifica en otra
de sus epístolas: “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en
Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de
antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por
medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran
gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que
derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Dios es tan rico
en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y
perdonó nuestros pecados.” (Efesios 1:4-7 NTV). En este sentido, no vamos al
cielo porque nosotros somos buenos y por tal motivo lo merecemos, no. ¿Qué
habíamos hecho usted y yo, bueno o malo, si ni siquiera habíamos nacido, cuando
Dios hizo este decreto a nuestro favor? Todo corresponde a la gracia de Dios al
enviar a JESÚS y con su preciosa muerte por nosotros, comprarnos un lugar en
cielo como lo afirma la Palabra: Dios es
tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su
Hijo y perdonó nuestros pecados. (Efesios 1:7, NTV). ¡Gloria a Dios por su
amor incondicional a nosotros, los pecadores! ¡Estas son buenas noticias para
nosotros, esto es el Evangelio!
Sin embargo, aunque en esta hora y en este día podemos contar a
millones de cristianos, nacidos de nuevo que disfrutan de este regalo divino,
todavía existen millones que no conocen esta noticia de vida o de muerte, que
la Sagrada Escritura, proclama claramente desde hace dos mil años, al
escribirse el Nuevo Testamento. ¿Qué podemos hacer como seres humanos que hemos
experimentado el poder del Evangelio en nosotros? Tenemos que llevar el
Evangelio, la Buena Noticia a otros, por eso se llama: Evangelización. Muy
certeramente, el afamado teólogo estadounidense, D. T. Niles, definió al acto
de evangelizar de una manera tan práctica, que es mi favorita también:
“Evangelizar es un mendigo diciéndole a otro mendigo dónde encontrar comida.”
Ahora bien, ¿quién nos autoriza para evangelizar? Lo hace el mismo
JESÚS, en lo que llamamos la Gran Comisión: “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a
los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan
por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”.
(Mateo 28:19,20 NTV)
Pues bien, cuando Dios me llevó -hace más de 50 años a la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana- al este de la ciudad de
Caracas, me puso de pastor al misionero estadounidense Carlos B. Clark, un verdadero
siervo de Dios, mi padre espiritual. Crecí en el Señor de su mano, así que un
domingo por la tarde nuestro pastor, nos convocó para entrenarnos en la
evangelización personal, una de las jóvenes universitarias, le preguntó:
“Pastor, ¿Con qué autoridad, nosotros vamos un domingo por la tarde a tocar las
puertas de nuestro vecindario, y molestarlos cuando ellos están descansando? Mi
pastor le respondió: “Nosotros vamos con la autoridad que nos da la Palabra de
JESÚS, fíjense lo que dice la Biblia: “Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad
en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado.
Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los
tiempos” (Mateo 28:18-20 NTV) Y aquella, tarde como muchas
tardes después, fuimos tocamos puertas y evangelizamos, pues, sabíamos que la
autoridad de la pasión evangelizadora, y de la revolución espiritual
bienhechora para toda la humanidad,
es el mismo JESÚS. Esta es la autoridad de la pasión evangelizadora que
nos mueve para llevar el Mensaje de la salvación. ¡En eso andamos!
Siguiendo
la misma idea, el versículo de hoy que encabeza nuestro devocional, es tomado
de la Parábola de la gran cena, Dios
mismo es quien nos ordena ir, diciendo: “Ve por los senderos y detrás de los arbustos y
a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté llena. Lucas 14:23 (NTV).
Ahora bien, estemos claros en esto:“Ve” Es una palabra
muy pequeña, apenas dos letras. Sin embargo debido a la autoridad de Quien nos
envía, y nuestra obediencia como sus mensajeros, vamos y en una amorosa insistencia,
logra lo imposible: “…buscar y salvar, lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
En efecto, Dios va al encuentro de las personas a través de sus mensajeros que
hacen de la evangelización un estilo de vida. ¡No salimos a evangelizar, sino
que evangelizamos cuando salimos! Y lo hacemos con gozo y amor al sembrar la
semilla del Evangelio con pasión evangelizadora. ¡Manos a la obra!
Oración:
Padre amado: Ayúdame a llevar a cada vida, tu
mensaje de amor, de gozo y paz, que producirá la verdadera revolución
espiritual que necesitamos, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La revolución que JESÚS propone comienza con un discípulo
obediente, con pasión evangelizadora.
Interacción:
¿Qué me dice
Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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