Por Francisco Aular
Lectura devocional: Mateo 28:16-20
Por lo tanto, vayan y
hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos
los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes
siempre, hasta el fin de los tiempos. Mateo 28:19,20 (NTV).
El diccionario de sinónimos, señala como términos
afines a pasión: “ardor, calor, entusiasmo, vehemencia, anhelo, ansia, energía,
ardimiento, esfuerzo, entusiasmo. Fogoso, impetuoso, vigoroso”. Vea usted a su alrededor y encontrará
que los hombres y mujeres de éxito son personas que tienen una pasión interna
que los empuja a ser los mejores dentro del área en el cual se desenvuelven. De
hecho, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia es un libro lleno de la
pasión de Dios en su busqueda del ser humano pecador para realizar con él Su
plan de salvación, que Él tiene, desde antes de la fundación del mundo: “El propósito de Dios
fue que nosotros, los judíos —que fuimos los primeros en confiar en Cristo—,
diéramos gloria y alabanza a Dios. Y ahora ustedes, los gentiles, también han
oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron
en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual
había prometido tiempo atrás.” (Efesios 1:12,13 NTV) En efecto, el punto central de la historia de la salvación, fue
precisamente, la Vida, Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. ¡Desde el
el Calvario y el poder del Cristo Resucitado en adelante, en la historia de la
evangelización, la fuerza que nos impulsa para llevar al Evangelio hasta la última
frontera, fue, es y será, ver el cumplimiento de las palabras de despedida de
JESÚS en un lugar desconocido de Galilea!: Por lo tanto, vayan y
hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos
los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes
siempre, hasta el fin de los tiempos. Mateo 28:19,20 (NTV). ¡En eso andamos!
Doy gracias al Señor todos los días
porque tuve el privilegio que recién nacido espiritual, Dios me llevó a una
denominación cristiana-en donde la Gran Comisión es nuestra fuerza impulsora
que alimenta nuestra pasión para servir al Señor JESÚS, con todo lo que somos y
hacemos. Como lo saben algunos de ustedes, al momento de escribir este
devocional, acabo de regresar de España, de Sevilla, aunque admiro todo lo que
la Provincia de Andalucía, tiene para llenarme de la historia de nuestras
antepasados colonizadores, nada me impacta más que haber visitado lugares en
donde hombres apasionados por JESÚS, dejaron sus huellas para siempre.
Con esto en mente, pude ir a la ciudad de
Santiponce, pequeño pueblo ordenado y limpio con sus calles estrechas, a sus
afueras visité al Monasterio Jerónimo de San Isidoro del Campo de Sevilla, dentro de
aquel claustro en la década de 1550, un monje Casiodoro de Reina, conjuntamente
con veintiuno de sus compañeros, al estudiar los originales de las Sagradas
Escrituras, y por la influencia de lo que estaba pasando por el Movimiento de
la Reforma Protestante, en Alemania y otros países de Europa, nacieron de
nuevo; y Casiodoro, dedicó 12 años a la traducción de la primera Biblia en
Castellano, la que hoy llamamos Reina-Valera, porque su otro compañero del
claustro religioso, Cipriano de Valera, años después, hizo la primera revisión
del texto sagrado. Allí están los muros, las puertas y el patio de los naranjos
por donde aquellos hombres anduvieron. Por su fe viva en JESÚS para la
salvación de sus almas, fueron sentenciados a muerte. Los 22 monjes convertidos
al Evangelio, huyeron por diferentes caminos.
Pues bien,
allí en el Monasterio de San Isidoro, en compañía de mi yerno César Parra, di
gracias al Señor y renové mi pasión por JESÚS y Su Palabra eterna. Porque como
algunos de ustedes saben, fue por esta Biblia, traducida allí 400 años antes
que, en 1963, leyendo el Evangelio de San Juan 17:20, le entregué mi vida al
Señor. Así en el patio de los naranjos, mirando al cielo y con lágrimas en mis
ojos, agradecí al Señor porque por la oración, testimonio y la pasión por JESÚS
de aquellos hombres, el Evangelio llegó a mi corazón. ¡Gloria a Dios! Solo
espero llegar al cielo para conocerlos y abrazarlos.
Ciertamente la
pasión por la Palabra de Dios y la pasión por la evangelización van juntas.
Pero ¿qué es la evangelización? La evangelización es una cruz clavada en el
ama; la evangelización es un ardor en nuestro espíritu por llevarle el mensaje
que nos dio vida a otros con sus espíritus muertos para Dios; la evangelización
es el calor que sentimos en nuestros corazones por llevar el Mensaje eterno a
aquellos que todavía no lo han oído y creído; la evangelización es sentir el
entusiasmo mismo de JESÚS, al humillarse para salvarnos, así nosotros debemos
estar con todo el gozo del Espíritu Santo, dispuestos y disponibles, a llevar
este Mensaje a todos los seres humanos, estén donde estén, y a cualquier
precio; la evangelización debe ser hecha sin dudar con una fuerza impetuosa que
nos lleva más allá de nuestras fuerzas; la evangelización es el anhelo de ver a
hombres y mujeres convertidos al Evangelio del Señor Jesucristo, cómo la única
esperanza para esta vida y la venidera; la evangelización es el ansia, la
energía, la fe, el amor y la esperanza de ver a millones de personas
convertidas al Evangelio, antes de que el Señor venga a buscarnos o nosotros
irnos con él; y por último, la evangelización pone en marcha el esfuerzo
individual y colectivo para hacer que cada evangelizado sea discipulado para lo
cual debo esforzarme, lleno de entusiasmo contagioso, impetuoso y vigoroso; podemos
tener esto en mente, recibir el Evangelio es por gracia, pero ser discípulos de
JESÚS, nos costará todo lo que somos y tenemos; en conclusión: la
evangelización, es vislumbrar la orden de nuestro Comandante Nazareno, JESÚS,
hecha realidad en nuestra generación:
“Por lo tanto,
vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a
obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy
con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”. Mateo 28:19,20 (NTV).
Oración:
Amado Padre Celestial
Estoy postrado delante de ti y delante de tu
verdad del amor que se desprende desde tu Trono por nosotros los pecadores. Tú
eres Señor mi pasión y triunfo. Contigos todo lo puedo, sin ti no soy nadie.
Ayúdame a vivir la pasión evangelizadora de tus grandes hombres y mujeres a
través de la historia de la salvación. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
La pasión
evangelizadora es una cruz clavada en el alma que nos lleva contarle el Mensaje
de la salvación a otros.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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