Francisco Aular
Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre
mí, y me dijo: "No tengas miedo. Yo soy el primero y el último, y estoy
vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre, y tengo poder sobre la
muerte. Apocalipsis 1:17,18 (TLA).
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la
casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho;
voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Juan 14:1,2
(RV60)
Dice una leyenda, que cierta vez un peregrino
oriental le preguntó al cólera morbo: “¿Adónde vas? ¡A Bagdad, a matar a cinco
mil personas!”, contestó la epidemia. Pocos días después el mismo peregrino se
encontró nuevamente con el cólera que salía de la ciudad. “Me dijiste que ibas
Bagdad a matar a cinco mil personas, pero en realidad has matado cincuenta mil
-observó el peregrino-. “No -contestó la epidemia-, maté cinco mil como dije.
Los demás han muerto de miedo”.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! En efecto, el miedo es una de las causas del fracaso en la vida de
muchos seres humanos. El temor paralizante los tiene presos. Son cautivos y no
pueden vivir en libertad. Más daño hace el miedo que la razón psicológica o
verdadera, sin embargo, nuestro Dios es grande en misericordia. JESÚS es el
regalo de Dios. Te invito a que reflexionemos juntos sobre la declaración más
grande que nos ha hecho el Señor, concerniente a la conquista del miedo.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor!, porque JESÚS vino desde el cielo para decirnos: "No temas".
Es evidente que Dios sabe que los seres humanos nos enfrentamos a cada momento
a situaciones de miedo. Y ciertamente, el problema del temor es un problema que
debe ser reconocido en muchas vidas, tratado y eliminado. Sin embargo, hoy nos
enfrentamos a muchas situaciones en que el ser humano -es comprensible- tiene miedo;
los medios masivos de comunicación presentan noticias que llegan hasta nosotros
al minuto de producirse en cualquier lado del planeta, para bien o para mal
somos una aldea global, pero como las buenas noticias no bastan para vender,
nos llegan también las malas.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! Porque vivimos momentos en que la civilización como la hemos conocido
hasta ahora, amenaza con tocar fondo. ¡El mundo está al revés! Como lo dijera
el profeta: "¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que
tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por
dulce y lo dulce por amargo!" (Isaías 5:20). ¡Este es el tiempo en que los
hijos de Dios no debemos descuidar el mapa de la vida que es la Palabra de
Dios! Millones de personas en el mundo tienen que recurrir a medicinas para
controlar el miedo que no les permite vivir. Esto explica por qué millones de
seres humanos viven esclavizados por el temor. Este hecho se ve en toda la
sociedad: el rico y el pobre, el anciano y el joven, el nativo y el extranjero,
el erudito y el ignorante, el que gobierna y los gobernados.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! Porque esta generación tiene miedo de todas clases: temor a otros y a sí
misma, temor al pasado, al presente y al futuro; temor a vivir en su país y
fuera de él; temor de los afuera y de los dentro de su casa; temor a la
enfermedad y a la salud; temor a divertirse y a sufrir; temor a la vida y a la
muerte; temor a la pobreza y a la riqueza; temor a tener y temor a no tener. Y
otros muchos temores.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! Porque JESÚS dice: No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. ¿Cómo podemos
vencer el temor? Es la pregunta que se hace el ser humano. Respondo con mucha
sinceridad, ya que conozco la Palabra de Dios por cincuenta años. Esta Palabra
me ha servido, primero, para llevarme a la conquista de mi propio temor, con
ella he podido predicar el mensaje liberador de temores de miles de hombres y
mujeres. He predicado esta verdad por más de cuarenta países, en cuarenta y dos
años de ministerio a tiempo completo en
la obra de Dios. Esta verdad la he enseñado y anunciado, en hospitales,
cárceles, en universidades, por radio, televisión, prensa, teléfono, y por las
redes sociales. He predicado en las calles, de puerta en puerta, en las plazas,
en coliseos grandes y pequeños. He contado de la verdad de Dios a personas
individuales, grupos pequeños y grandes concentraciones. He anunciado el
evangelio a tiempo y fuera de tiempo. No me he quedado callado. No he rebajado
las demandas de lo que exige el evangelio. No me he vendido ante nadie. La
verdad es que no tengo bienes materiales, no los deseo ni los envidio. Mi
esposa y yo hemos aprendido a contentarnos con lo que Dios nos ha dado.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! Porque he vivido cincuenta años como cristiano nacido de nuevo, y
he visto que el Evangelio funciona. Ciertamente, he vivido lo suficiente para
celebrar bodas, presentar niños delante de Dios, evangelizar y hacer
discípulos, y, también me ha correspondido despedir a personas en los cementerios.
Hasta ahora, no he visto a un solo cadáver que se lleve algo de lo que acumuló
en vida. Esta “Feria de la Vanidad” en la que he vivido, no me fascina, no me
atrae; no soy teólogo de fantasías, ni de supersticiones, ni de la prosperidad,
soy cristiano de la cruz. No creo que JESÚS, que vino del cielo, se humilló al
hacerse humano muriendo en una cruz para darme cosas temporales, solamente. La
Biblia dice: “Si nuestra esperanza es que Cristo nos ayude solamente en esta vida,
no hay nadie más digno de lástima que nosotros” (1 Corintios 15:19; LBLS) ¡Eso
es suficiente!
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el
temor! Porque Aquél que venció la muerte nos dice: "No tengas miedo".
Hay buenas noticias: JESÚS vino, precisamente, con la misión y el mensaje para
librar al ser humano del poder enervante y depresivo del temor. El mismo día en
que nació JESÚS, un ángel de Dios se le apareció a los pastores que estaban
cuidando sus ovejas cerca de Belén. Los pastores, nos dice la Biblia, se
asustaron y sintieron miedo, pero el ángel les dijo: "No tengan
miedo". JESÚS mismo, la noche en que fue entregado por Judas para ser
crucificado, les dijo a sus discípulos: "No se turbe vuestro
corazón", y, luego, como el Salvador y Señor resucitado y viviente, le
dice a Juan, su discípulo amado en el primer capítulo del último libro de la
Biblia: "No temas".
El Señor Jesucristo nos exhorta a no tener miedo; a no temer a la vida ni a la muerte; a no temer al futuro, a lo
desconocido, ni a la eternidad; Él nos recuerda que es “el primero y el
último,” el alfa y omega: Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre, y
tengo poder sobre la muerte. ¡JESÚS es nuestro éxito y
felicidad! ¡Nuestra pasión y triunfo! ¡No podemos perder nada teniéndolo a Él!
Por lo tanto: ¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡Fuera con el
temor!
Perla de hoy:
El ser humano chico se apoya en los hombres; el
grande se apoya en Dios.
Oración:
Señor Todopoderoso:
Aquí me tienes, doblada las rodillas y el corazón
frente a tu grandeza, para agradecerte por la voz de mi fe, el amor y la
esperanza. Vengo a agradecerte por la vida eterna que me diste a través de
JESÚS. Ningún don podrías haberme dado superior a ése. Ni fama, ni poder ni
riqueza, pueden compararse a tu hermosa compañía, no solo en esta vida
temporal, sino en la vida eterna la cual ya he empezado a vivir, en mi unión
con tu Hijo. ¡Él venció sus temores para poder cumplir con su propósito eterno!
Él, viviendo en mí, me da el triunfo definitivo sobre todo tipo de miedo que me
domina, y por eso, ¡soy más que vencedor! Gracias amado Dios. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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