Francisco Aular
En ese momento, en la sala del palacio apareció una
mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca
de la pared. Mientras el rey observaba la mano que escribía (…) Pues bien, esto
es lo que significan esas palabras: Mene: Dios ha contado los días del reino de
Su Majestad, y les ha puesto un límite.»Téquel: Su Majestad ha sido puesto en
la balanza, y no pesa lo que debería pesar.»Parsin: El reino de Su Majestad se
ha dividido, y ha sido entregado a medos y persas. Daniel 5:5; 26-28 (NVI)
Mi siempre recordado profesor de teología en mis
días en el Seminario, el doctor Roy Lyon, nos decía en clase: “Estos son
tiempos de andar con la Biblia en una mano, y en la otra, la prensa del día”.
Claro, él quería decir que las profecías bíblicas tienen un asombro
cumplimiento hoy.
En efecto, tenemos aquí en los versículos de hoy a
un rey de la antigüedad, de hace tres mil años. El hombre, como todos los que
ostentan el poder, se creía invencible, seguro, confiado; creyéndose un dios
había enfrentado con su idolatría y el abuso de su poder al Dios Altísimo, se
había olvidado que: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone
reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos” (Daniel
2:21; RV60). A pesar de estar rodeado de enemigos: “Dio un gran banquete a mil
de sus magnates, y en presencia de los mil bebía vino” (Daniel 5:1; RV60). En
medio de su fiesta, Belsasar desafió los juicios de Dios “mandó a que trajesen
los vasos de oro y plata (…) que Nabucodonosor su padre, había traído de
Jerusalén”, eran vasos sagrados, pero Dios le tenía una sorpresa aquella noche.
De pronto, apareció el dedo de Dios y escribió en la pared su juicio, y su
cumplimiento fue inmediato. Como todo dictador al cual le llega su hora,
delante del juicio divino: “El rostro le
palideció del susto, las rodillas comenzaron a temblarle, y apenas podía
sostenerse” (Daniel 5:6; RV60). Simplemente el dedo de Dios cambió la historia.
Pues bien, yo he vivido muy poco tiempo sobre la
tierra, pero en mis seis décadas, he podido ver los juicios temporales de Dios
en dos grandes ocasiones históricas, la primera con la caída del Muro de
Berlín, ese dedo divino acabó con una dictadura ideológica atea de más de
setenta años. Ellos habían prometido un paraíso terrenal con su “dictadura del
proletariado”, y los llevaron al infierno. Millones murieron, sufrieron, y
otros más, lograron emigrar. Se pensaba que sólo una guerra de vastísima
proporciones daría la libertad individual y colectiva a aquellos pueblos.
Afortunadamente, no fue así. Una mano escribió en el destino de los
dictadores soviéticos: Mene: Dios ha contado los días del reino de Su
Majestad, y les ha puesto un límite.»Téquel: Su Majestad ha sido puesto en la
balanza, y no pesa lo que debería pesar.»Parsin: El reino de su Majestad se ha
dividido.
En diciembre de 2010, nadie podía imaginarse lo que
ha estado sucediendo desde enero de 2011 en el Medio Oriente. Un tsunami
democrático ha estado llevándose por delante a reyes y príncipes, a dictadores
y poderosos de esos países; se puede pensar que los países democráticos tienen
sus manos metidas allí, pero los mejores analistas niegan esa posibilidad. La
verdad de las cosas es que se puede ver que las multitudes que han tomado las
calles de las principales ciudades de esos países, poseen un hambre de justicia
y de libertad individual; como lo sintetizó Mijaíl Gorbachov: “Los árabes
quieren libertad y no tienen nada que perder”.
En realidad es un rechazo al continuismo mesiánico
y un ansia de democracia, como la que experimentamos en el mundo occidental
desde hace más de tres siglos. En ese aspecto, la libertad no se negocia, y
aunque parezca asombroso son los jóvenes y las mujeres los que llevan la
iniciativa. El llamado efecto dominó del mover de esa mano divina, se hace
sentir en todos los países dominados por dirigentes que se creen así mismos
como Belsasar, dioses. Lo que está en juego en estos momentos son los
pilares que conllevan a una verdadera democracia: el poder judicial, el poder
legislativo y el poder ejecutivo, tres poderes completamente independientes.
¿Por qué debe ser así? El ser humano está corrompido y todo lo que toca se
vuelve como él, siempre tendrá la tendencia a abusar de los poderes que le son
confiados, por ello, conviene que el ejercicio de los mismos se efectúe de
manera independiente.
Estos pueblos árabes están pidiendo ahora lo que la
mayoría de los occidentales tiene -tras mucha lucha, como lo hemos señalado-:
Gobiernos democráticos, libertad individual, el respeto por el derecho a elegir
a sus gobiernos con un poder electoral libre; los derechos de la mujer y que se
respete su lugar y sus logros en el mundo moderno; que los jóvenes tengan
esperanza en su preparación intelectual para lograr sus sueños de fundar una
familia y no tener que emigrar en búsqueda de lo que su país es incapaz de
ofrecerles; poder usar los recursos tecnológicos sin tener que pedir permiso,
pero, por sobretodo, justicia, con todo lo que ello implica.
Sin duda, estamos en presencia de un gran momento
histórico, y esta es la hora en que los reinos se tambalean, y nosotros no
podemos ser indiferentes, debemos asociarnos de corazón y con nuestra oración
con todos aquellos que en esta hora ofrendan sus vidas para lograr para los que
vienen detrás, paz, prosperidad y libertad; porque como lo dijo el Señor:
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”
(Mateo 5:6; NVI).
Oración:
Padre Altísimo:
Hoy vengo delante de ti en intercesión por los
pueblos árabes, esos pueblos que ahora habitan en donde tú comenzaste la
historia, y por Israel, el pueblo que tú has elegido para que conservara las
Sagradas Escrituras, y por ella nos llegara la historia de un Dios soberano que
está tan activo hoy como lo ha estado siempre. Señor en este momento exclamo:
¡Yo te creo como mi Dios y Señor! En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
“Y si es un déspota aquel a quien vas a destronar,
antes comprueba, que su trono erigido en tu interior haya sido destruido”
Khalil Gibran (Lou Marinoff, Pregúntale a Platón, p. 64).
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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