Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Juan 5:31-47
Ustedes
estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas
hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! Juan 5:39 (NVI)
¿Por qué amo
la Biblia?
Porque la Palabra de Dios es poder transformador. En efecto, hace unos cuantos
años efectuamos un servicio de bautismos en nuestra iglesia, entre el grupo que
aquella mañana daba testimonio de su fe en JESÚS, por medio del bautismo se
encontraba una joven universitaria que había sido musulmana. La joven pasó al
micrófono, y dijo: “Siendo muy joven me acerqué a mis amigos musulmanes, y
ellos me fueron llevando poco a poco a su doctrina… El líder de la mezquita me
dio doctrina con su libro sagrado. Lo estudié a fondo, participé de todos los
ritos que le son permitidos a la mujer, sin embargo, con todas esas prácticas
religiosas, yo no tenía paz en mi alma. Durante esa intranquilidad que yo
tenía, llegó a la universidad una profesora que todos los días traía a la
clase un ejemplar de la Biblia y
lo colocaba en su mesa de trabajo. Un día me acerqué, y le pregunté, ¿quién es
JESÚS? En seguida ella me dijo, tomando la Biblia en sus manos, ¡todo este
libro habla de JESÚS!, te lo regalo. Se lo agradecí, y a escondidas de mis
otras correligionarias, guardé la Biblia. Esa noche, literalmente, me bebí el
sagrado Libro, especialmente los Evangelios; ya en la madrugada me topé con el
versículo de Juan que dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más
tenga vida eterna” (Juan 3:16). Obedecí al Señor y aquí estoy”. La joven
finalizó su intervención diciendo: “Tanto tiempo leyendo el libro sagrado de
los musulmanes, y solo conseguía temor y angustia, pero al entender este solo
versículo de la Biblia, y en consecuencia, arrepentirme de mis pecados, sentí
el perdón de Dios, y con ello, una paz que nunca había encontrado…”. ¡Alabado
sea el Señor por el poder de su Palabra!
¿Por qué amo
la Biblia?
Encontramos en el Salmo 119 lo que la Biblia es capaz de hacer. En efecto, en
la Palabra de Dios encontramos la verdadera felicidad, vemos en el Salmo 119: “Felices son los íntegros, los que siguen las
enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con
todo el corazón” (vv. 1,2); por la Palabra de Dios y el poder del Espíritu
Santo, encontramos, la vida eterna: “Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu
palabra” (v.25); la Biblia, me fortalece, me entusiasma: “Lloro con tristeza;
aliéntame con tu palabra” (v.28); por la Biblia soy verdaderamente libre:
“Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos” (v.45); la
Biblia me da la verdadera sabiduría, la sabiduría pura y espiritual: “Creo en
tus mandatos; ahora enséñame el buen juicio y dame conocimiento” (v.66); la
Biblia me da amigos verdaderos: “Soy amigo de todo el que te teme, de todo el
que obedece tus mandamientos” (v.63); la Biblia me consuela en mis pruebas y
luchas: “Tu promesa renueva mis fuerzas; me consuela en todas mis dificultades”
(v.50); la Biblia nos guía, nos dirige: “Guía mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine el mal” (v.133). ¡Esto y muchísimo más hace por
nosotros el Libro de los libros! Con razón, recién convertida, la hermana
Felipa de Lávinz, encargada de la librería de nuestra pequeña congregación, me
hacía repetir este lema: “Lee la Biblia para ser sabio, cree en ella para ser
salvo y practícala para ser santo”. Ciertamente, ¡la Biblia está viva y activa
en mí!
Concluyo diciendo: ¡Amo la Biblia, porque todos sus 66
libros proclaman la historia de la salvación del ser humano, y en esa historia
el centro es JESÚS! En efecto, por las páginas doradas de las Sagradas
Escrituras, más de trecientas profecías del Antiguo Testamento convergen en
nuestro Salvador y Señor, ese fue el desafío que JESÚS le planteó a los judíos
de Sus días y los nuestros: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras
porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan
testimonio en mi favor!” (Juan 5:39, NVI).
¡Alabado sea el Eterno! Por eso, hemos comprobado una y otra vez: el poder de la PALABRA.
Oración:
Amado Señor:
¡Cuánto amo
yo tu Libro! ¡Tú me hablas a través de tu Palabra! Ella es luz en mi sendero.
Es mi consejera fiel. Es mi mapa para encontrarte a ti y tu santa voluntad.
Señor, que de mí se lleven todo, pero que me dejen tu Libro como mi única y
suficiente compañía. Ayúdame Señor a proclamarla en medio de los tiempos
difíciles en los cuales vivimos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia hace en un segundo lo
que a la sabiduría humana le es imposible: Produce seres humanos nacidos de
nuevo para iluminar un mundo en tinieblas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo con
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