lunes, 3 de septiembre de 2018

¡Qué meta!

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Mateo 5:43-48


“¡Pastor, quiero que me ponga en sus oraciones porque mi meta es ser perfecto como el SEÑOR JESÚS y no lo estoy logrando!” Porque lo conozco desde niño, sabía que aquel joven de excelentes notas en los últimos días de su brillante carrera universitaria, no hablaba en vano. He vivido muy de cerca lo que Dios está haciendo en el movimiento universitario que él preside y sabía que no lo satisfarían respuestas fáciles. Lo felicité porque a pesar de sus luchas espirituales, me había buscado y consideré un honor el servirle de consejero. Le hablé de los dos extremos frente a esta demanda de la Palabra, los que dicen que JESÚS ya cumplió con esta meta y que los cristianos por lo tanto, no estamos obligados a cumplirla. Esto lo que se llama el “antinomianismo”: ¡somos salvos y ya!, y ahora a disfrutar lo mejor tanto del SEÑOR como del mundo, lo que el cuerpo y la carne nos pidan, haremos; y que la gracia de DIOS, cubra todo.  Vale decir que, no estamos de acuerdo con esta manera de entender la Escritura y con Pablo decimos: “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:2).

Del otro lado, situamos a los perfeccionistas que creen que el creyente puede llegar a verse en esta vida totalmente libre de pecado y lleno de santidad moral, sin embargo, la Biblia dice que nadie está libre de pecado. Esto lo testifica el hecho de que los personajes más santos de la Historia de la Salvación, no fueron impecables.

Los fariseos la secta judía de los días de JESÚS, pensaban que especialmente, ellos que guardaban todos los mandamientos, las fiestas y los ritos de su religión, eran salvos y perfectos. Así que el SEÑOR, les hace este desafío:
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:48 RV60). Porque una cosa es comparar mi religión con el prójimo, y otro asunto diferente, es compararme con Dios. Yo conozco mi propio corazón y con sinceridad, la única manera es reconocer que soy pecador, reconocer que he pecado y peco contra Dios, confesar que no tengo méritos, sino lo del SEÑOR JESÚS para terminar mis días en la tierra como debe ser:

“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gálatas 6:14, RV60).

Así que, nos queda el camino de esforzarnos en la gracia del SEÑOR JESÚS, y mantener esta meta hasta el final de nuestros días en esta tierra. El apóstol Pablo, había llevado el Evangelio por todo aquel mundo conocido, hasta hoy nadie ha hecho la gesta que él hizo, sin embargo a final de su brillante carrera escribió: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto (…) hermanos yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado (…) prosigo a la meta (…)” (Filipenses 3:12-14).

Aquel joven creyente universitario y yo, terminamos orando el uno por el otro, conmovidos ante el desafío de vivir para la gloria de DIOS y utilizar todos los recursos espirituales que el SEÑOR nos dejó para terminar nuestra carrera cristiana con éxito: la oración, la Palabra de Dios, la iglesia local, nuestra membresía responsable en ella, y la vida plena del Espíritu Santo, son los “medios de gracia” para madurar y crecer en el SEÑOR todos los días de nuestra vida, aquí en la tierra. ¡Qué meta!

Oración:
Amado Padre celestial:
¡Quiero alabarte Padre porque eres lleno de misericordia y amor por tus amados hijos en todo el mundo! ¡Me pongo a contar tus beneficios para conmigo de ayer, hoy y mañana que no hay maneras de sumar tus bendiciones! ¡Ayúdame para que mi gozo lo muestre hoy como testimonio a los demás! En el nombre de JESÚS. Amén.
Pidámosle al Señor ser creyentes de una sola meta en la vida: amar a Dios y  vivir para su gloria.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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