Francisco
Aular
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Lectura devocional 2 Timoteo
3:10-17
Todo lo que está escrito en la Biblia es el
mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla,
y para mostrarle cómo debe vivir. 2 Timoteo 3:17
(LBLA)
Existe un Dios,
solo uno, viviente y verdadero. ¿Cómo puede el ser humano conocer a Dios? Él
nos dejó su revelación en el precioso Libro de los libros, la Biblia. En
efecto, la Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados por el
Espíritu Santo. Es un tesoro perfecto de instrucción divina, de elevados
principios, de incorruptibles valores. Dios es su autor; su propósito es la salvación
del ser humano, y su tema es la verdad, sin mezcla alguna, ni error. No es un
libro religioso, es mucho más, es manantial de vida que sacia la sed del
espíritu; es pan que nos alimenta el alma; es la disciplina que ejercita
nuestro cuerpo, para ofrecerle a Dios un sacrificio vivo y agradable mientras
vivamos en esta tierra. Las generaciones que han aplicado sus principios y han
sido fieles a sus estatutos, han prosperado tanto en lo espiritual como en lo
material. Por eso, como dice el apóstol Pablo, “todo lo que está escrito en la
Biblia es el mensaje de Dios”. Por lo tanto, toda la Biblia es totalmente
verdadera y confiable.
Igualmente, la Biblia revela los principios por los cuales Dios nos juzga.
Sí, ciertamente la Biblia es la norma suprema por la cual toda conducta,
credos, y opiniones humanas deben ser juzgados. Además de todo esto, los
sesenta y seis libros de la Biblia testifican de JESÚS, quien es Él mismo el
centro de la revelación divina.
En esta hora de mi vida, no quiero apelar a lo que otros han dicho sobre la
Biblia, vendré a mi propio testimonio de lo que este maravilloso manual de
sabiduría divina, ha sido en mi vida.
Verá, hace 55 años, guiado por el Espíritu
Santo, y con la Biblia abierta delante de mí, hice mi entrada por las doradas páginas
del Génesis, y presencié en el espíritu el mover del Todopoderoso en los
lejanos días de la Creación. De pronto me encontré en la galería de los famosos
de Dios: Noé, Abraham, Isaac, Moisés, Rut, Nehemías, Ester y el filósofo Job
con su tratado inmortal sobre el sufrimiento humano y la fidelidad de Dios.
Luego, escuché los hermosos acordes de la sinfonía del libro de Los Salmos,
allí el rey David era el director de la filarmónica celestial. Inmediatamente,
llegué a la oficina de asuntos comerciales de Proverbios con su lema: “La
justicia engrandece a la nación, más el pecado es afrenta a las naciones”.
Escuché la voz poderosa del predicador en Eclesiastés, cuando aconsejó: “El fin
de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre”. De allí fui al palacio del rey Salomón y lo
encontré en el Cantar de los Cantares, cantándole al amor entre un hombre y una
mujer: “Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
porque fuerte como la muerte es el amor”. Luego me encontré en el famoso
observatorio de las profecías, y allí en reunión con los Profetas mayores y
menores, examinamos en la gran pantalla, y escuchamos una voz, que nos dijo:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus
alas traerá salvación; y saldréis, y saltareis como becerros de la manada.”
(Malaquías 4:2)
¡Más de trescientas profecías del Libro de los libros apuntan a JESÚS como
nuestro SEÑOR y SALVADOR, eso es suficiente para sentir un amor supremo por la
Biblia!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por dejarme tu Biblia como el manual viviente
que me condujo a ti! Ayúdame a vivirlo para tu honra y gloria. En el Nombre de
JESÚS, amen.
El amor
supremo por la Palabra de Dios, nos lleva a oírla, leerla, estudiarla,
memorizarla, meditarla y a vivirla.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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