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MIÉRCOLES, 26 de septiembre de 2018
Lectura devocional: Job 1:20-22
A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a
Dios. Job 1.22 (NTV)
¿Por qué sufre el ser humano? Existe una teoría, más que teología,
que los desobedecen a Dios les esperan tragedias, sufrimientos y aun la muerte,
como pago de sus pecados delante de Dios. Sin embargo, ya he vivido bastante
para darme cuenta de lo mismo que el salmista, quien analizó esta situación
desde su perspectiva: “…viendo la prosperidad de los impíos, porque no tienen
congojas por su muerte, pues su vigor está entero (…) No pasan trabajos como
los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres (…) Por tanto la
soberbia los corona…” (Salmo 73.3-6). He visto a genta mala que la va muy bien,
estre ellos a dictadores de talla mundial, llenos de soberbia y crueldad que
mataron a miles de personas o dieron órdenes para ello, y han muerto tranquilos
en sus camas, bien atendidos, como si nada malo hubieran hecho.
Pues bien, los amigos de Job creían que sus sufrimientos eran el
pago por sus pecados. Así que, todo el libro de Job nos enseña que las
aflicciones pueden venir a los justos como prueba de su fe. Job soportó
pacientemente y con lágrimas impecables sus aflicciones, sin enemistarse con
Dios, ni echarle la culpa de sus sufrimientos. Me encanta el lema de Job:
“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y
Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1.21). Más adelante añade:
“¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? “ (Job 2.10).
Job fue un varón de Dios que nació, vivió, sufrió y triunfó.
Mostró claramente que el sufrimiento no significa que Dios le ha dado la espalda
a Su siervo. Igualmente, muestra que Dios se goza en la fidelidad de Sus hijos,
los cuales a pesar de las aflicciones del mundo presente, tarde o temprano,
comprenderán el propósito de Dios en sus sufrimientos, y recibirán el premio
que Él les reserva para el futuro. Así el libro de Job cierra con broche de
oro: “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo
catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo
siete hijos y tres hijas” (Job 42.12-13).
Es un epílogo feliz a este inmortal libro, el cual tiene su lugar
ganado desde hace muchos siglos, entre las grandes obras de la literatura
universal. Se cree que pudo ser el primer escrito de toda la Escritura.
Pensando en esto, cuando llegué a la pequeña Misión Bautista
Emanuel, en Caracas. Entonábamos un himno que desde entonces es mi favorito en
medio del sufrimiento: “En Jesucristo mártil de paz.” Su autora fue la hermana: Fanny
J. Crosby (1820-1915).
Pero antés de escribir del himno, déjeme decirle que por una mala
práctica del médico tratante, Fanny quedó ciega al poco tiempo de nacer. Su
abuela era una gran cristiana y le enseñó a memorizar la Biblia y desde luego
ella aprendió mucho de la Sagrada Escritura. A los 31 años de edad se entregó al
SEÑOR, y le compuso a Él, unos 9:000 poemas… Alguien quiso consolarla de su tragedia de ser ciega. Fanny le respondió: “No lamento para nada ser ciega para servirle a
Dios, pues sé que al llegar al cielo el primer rostro que veré será el de mi
SEÑOR y SALVADOR. Si confiamos en el SEÑOR, nuestras lágrimas serán impecables.
En Jesucristo Mártir de paz
Fanny J. Crosby
I
En Jesucristo mártir de paz
En horas negras de tempestad
Hallan las almas, dulce solaz,
grato consuelo, felicidad.
Coro:
Gloria cantemos al Redentor,
quien por nosotros quiso morir,
y que la Gracia del Salvador,
siempre dirija nuestro vivir.
II
En nuestras luchas, en el dolor,
En tristes horas de tentación,
Calma le infunde, santo vigor,
Nuevos alientos al corazón.
Coro:
III
Cuando en la lucha falte la fe
y alma vece desfallecer,
Cristo nos dice: “Siempre os daré
Gracia
divina, santo poder.”
Coro:
(ENHP#123, CBP,1983).
PADRE ETERNO:
Saber que tu luz brilla en la oscuridad,
tu poder nos sustenta en las tormentas, y que conviertes en perlas
nuestros sufrimientos, nos hace
permanecer seguros y lleno de esperanzas hasta el glorioso final contigo. Danos
fuerzas para ayudar a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Aunque el sufrimiento toque a
nuestras vidas, Dios puede usarlo para llevarnos a otro nivel en nuestra
relación con Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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