Francisco
Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: Juan 20:19-29
Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez
Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de
pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: «La paz
sea con ustedes». Juan 20:26 (NTV).
Una y otra vez el mundo se enfrenta al odio por
medio del sufrimiento que produce la guerra. La guerra no debería ser la
solución para la paz que necesitamos en este mundo, sin embargo, ya Salomón, el
rey pacífico, lo había escrito: “Un tiempo para amar y un tiempo para odiar. Un
tiempo para la guerra y un tiempo para la paz” (Eclesiastés 3:7,8). El autor
resume todas las actividades de ser humano en dos extremos, el amor y el odio,
la guerra y la paz. Dice el sabio que, “hay tiempo de guerra y tiempo de paz”,
pero en el devenir histórico de un mundo caído, el ser humano ha tenido mucho
más guerra que paz.
En efecto, según unas estadísticas de los
estudiosos en la materia, desde el año 3200, antes de Cristo hasta nuestros
tiempos, se han efectuado unas 15000 guerras, en las que han muerto unas 4000
millones de personas, es decir casi la mitad de nuestra población mundial
actual que es siete mil millones de personas. ¿Cuánto sufrimientos hemos tenido
por buscar la paz por medio de las guerras? Lamentablemente, muchas de estas
guerras son de origen religioso, guerras fratricidas, entre hermanos de una
misma nación, de una misma cultura y de una misma religión. Las escenas del
sufrimiento de niños, mujeres y ancianos, víctimas principales de las guerras,
nos revelan que el sufrimiento y el gemir de los pueblos, no lo escuchan los
gobernantes que con todo el ventajismo de sus armamentos, recién comprados los
estrenan contra su propio pueblo. Así se mantienen en el poder por medio de la
fuerza y la guerra.
Esto ha hecho que en 5000 años, según las mismas
fuentes citadas sobre el estudio de las guerras de la humanidad, sólo ha habido
292 años de paz. Por lo demás, JESÚS en su famoso discurso profético, señaló
todo esto del sufrimiento humano y de las guerras interminables, con las
siguientes palabras: “Oirán de guerras y de
amenazas de guerras, pero no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas
cosas deben suceder, pero el fin no vendrá inmediatamente después. Una nación
entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino. Habrá hambres y
terremotos en muchas partes del mundo. Sin embargo, todo eso es sólo el comienzo
de los dolores del parto, luego vendrán más” (Mateo 24: 6-8; NTV). La causa de
todo este mal está en el alejamiento del ser humano de la Persona más
maravillosa que ha vivido entre nosotros, ¡JESÚS! Este distanciamiento de Dios
produce mucha guerras y sufrimientos, como lo dijera el profeta: “No hay paz,
dijo mi Dios, para los impíos” (Isaías 57:21).
El versículo de hoy, nos habla de los amados
discípulos del Señor JESÚS, ellos habían sufrido al ver a su divino Maestro,
padecer, morir y ser sepultado. El sufrimiento de la separación los llevó a
pensar que todo se había acabado para ellos. El miedo a morir los aterró de tal
manera que no se acordaban de todas las enseñanzas, milagros y prodigios que
habían visto realizar en los días en que JESÚS andaba entre ellos. ¡Estaban
preocupados por el futuro de sus vidas y no tenían paz! Así, las cosas, ocurrió
un hecho que los hizo volver a la tarea y los llenó de valor y poder: La
resurrección de JESÚS de entre los muertos. La noticia corrió entre ellos, y
así, se reunieron de nuevo. De repente, ¡JESÚS atravesó las paredes y apareció
en medio de ellos! El miedo, la preocupación y el sufrimiento dio pasos
agigantados hacia la paz que solamente JESÚS nos ofrece. No se trata de la paz
como cese del sufrimiento y de las guerras, tal y como el mundo la ofrece, sino
de ese maravilloso estado de ánimo que nos lleva a depositar toda nuestra
confianza en Dios, y a depositar en sus poderosas manos todo lo que somos y
tenemos, nuestras preocupaciones en medio de los problemas y tormentas de la
vida: “¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían
en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!” (Isaías 26:3).
¡Las manos de Dios son poderosas para sostenernos, hoy, mañana y siempre!
¡JESÚS nos llevará de la mano del sufrimiento a la paz!
La poeta S.Teresa de Jesús (1515-1582), del Siglo
de oro de la poesía española, nos llama a la verdad del sufrimiento a la paz,
cuando dice: Nada te turbe.
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
……………………….
Id, pues,
bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Oración:
Padre eterno, gracias por dejarnos el consuelo inmenso de tu Palabra, y
la seguridad de la vida eterna en tu Hijo amado JESÚS. Tú me sacarás con tu
poder y tu gracia del sufrimiento a la paz. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El secreto de salir del sufrimiento a la paz es confiar plenamente
nuestras preocupaciones a JESÚS y
creer a su poderosa Palabra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios