miércoles, 19 de noviembre de 2014

A solas con JESÚS

Francisco Aular
Lectura devocional: Filipenses 1:3-11
Estando persuadido de esto que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1.6 (RV60)…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4.13 (RV60)

Absorto en mis pensamientos, problemas y sufrimientos, ajeno a todo cuanto había a mi alrededor, tardé en percibir el fulgor de su presencia. Allí estaba a mi lado, mi Señor y Rey: ¡JESÚS! Ciertemente, JESÚS, está presente en todo lo que hago, aun antes de nacer; pero su gracia es mayor en situaciones especiales de mi vida.
Entonces mi amado JESÚS, me miró fijamente desde la remota profundidad del tiempo divino, y con voz cálida plena de afecto, en lo sensible de mi espíritu, sentí que me dijo: “¿Sabes que te escogí para mi servicio desde el vientre de tu madre?, ¿no fui yo el que te tomó de la mano derecha y te llevó al hospital cuando eras un niño de nueve años y estuviste enfermo?”. Siguió diciendo, “¿quién crees que puso en el cuerpo de aquel médico el mismo tipo de sangre tuya, y ese amor por ti para que compartiera su sangre contigo?” Y así fue enumerándome una a una sus bendiciones para mí. Agradecido iba a decirle muchas cosas, pero JESÚS continuó: “¿Por qué te empeñas en librar tus combates sin llamarme?, ¿por qué no confías en mí? ¿Es que acaso no he estado a tu lado en peores circunstancias aconsejándote y ayudándote a vencer las dificultades? ¿Te llamé acaso porque tú fueras justo? ¿Me escogiste tú a mí, o fui yo el que tomó la iniciativa de abandonar temporalmente mi gloria por ti? Sin embargo, tu indiferencia es una ofensa al amor que te tengo".
Me sentí avergonzado. Todo cuanto me dijo era cierto. No pude responderle, pero tampoco era necesario, pues JESÚS, conoce lo más íntimo de mis pensamientos y responde a mis preguntas antes de que yo llegue a formularlas.
Por otra parte, mi amado SEÑOR cada vez que comienza algo lo termina, así que prosiguió: "Mi Palabra, en vez de alimento y disciplina para tu alma y espíritu, sólo es una herramienta para ti. Te sientes solo porque tu fe es frágil. Crees en mí, pero dudas. Admites mi existencia, pero tratas de resolver tú solo las situaciones que no puedes controlar sin mi ayuda. Crees, pero más con temor que con esperanza. Te quedas a medio camino entre tus temores y mi ayuda. No terminas de entregarte a mí con todas tus penas y tus alegrías, con tus angustias y temores, con tus virtudes y debilidades; con todo tu ser."…
Aquella mañana en mi tiempo devocional, comprendí que había muchas cosas que no estaba confiándole a JESÚS. Trabajaba para Él, pero estaba lejos de Él. En realidad, no se trata de mi, sino de Él; JESÚS quiere vivir su vida, en la mía. En ese momento, tan especial, las notas y letra de uno de mis himnos favoritos, otra vez cobraron vida para mí, y las canté en profunda adoración:
I
A solas al huerto yo voy,
Cuando duerme aún la floresta,
Y en quietud y paz con Jesús estoy
Oyendo absorto allí su voz.
Coro:
El conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en Él allí,
Con nadie tener podré.
II
Tan dulce es la voz del Señor,
Que las aves guardan silencio,
Y tan sólo se oye su voz de amor,
Que inmensa paz al alma da.
III
Con Él encantado yo estoy,
Aunque en torno llegue la noche,
Más me ordena ir, y a escuchar yo voy,
Su voz doquier la pena esté.
(A solas al huerto yo voy, HB#223, EMH)
En esos instantes en que el tiempo de Dios, y el  de los humanos, se unen. Miré a JESÚS, cara a cara y nos fundimos en un abrazo eterno. Caí de rodillas, metí mi cara entre mis manos delante de su presencia, y nuevamente oí su voz: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10, RV60). Claramente pues, en ese instante recordé de dónde había venido, de dónde JESÚS por su gracia me había salvado. No había nada bueno en mí, excepto su Espíritu. Sentí triunfo al saber que yo soy de Él, y derramé lágrimas de gozo delante de su presencia y de su Palabra. El bálsamo de la seguridad de mi salvación fue derramado sobre mi cabeza y cubrió todo mi ser de pecador arrepentido. Porque como lo dijo el Apóstol Pablo, después de mucho años de conocer al Señor: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1:15b). Ciertamente, JESÚS ha venido para que gente como yo, y como tú, le sirvamos a pesar de todo lo que somos. En realidad la vida cristiana, consiste en fortalecernos diariamente, a solas con JESÚS.
 Oración:
Padre amado: ¡Gracias por llevarme de tu mano y no dejarme! Aquí estoy pidiéndote que me des tu gracia para seguir avanzando hacia lo que debo ser como tu hijo, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Alabe al Señor por su presencia en nuestros esfuerzos en el reino, a pesar de nuestras imperfecciones de cristianos en construcción.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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