Francisco Aular
faular
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Lectura
devocional: Apocalipsis 3:14-22
Conozco tus obras; sé que
no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por
tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi
boca. Apocalipsis 3:15,16 (NVI)
Recién instalado como pastor
en una de las iglesias en la cual he servido, se me acercó un diácono, y
me comentó: el esposo de la hermana Alicia no presta atención durante el culto,
se pasa todo el tiempo ocupado con algunos de sus artefactos electrónicos en el
último banco del santuario. No hubo necesidad de que los diáconos y yo acudiéramos
al hombre para inquirir sobre su actitud. Aquel hombre fue lo suficiente
sincero para decirme: “Pastor, yo no vengo a su iglesia por otro motivo que no
sea traer a mi familia porque sé que el evangelio es bueno, y también para
hacer algunos contactos con futuros clientes que encuentro aquí.”… Aquel hombre
estaba muerto y frío. ¡Dios tiene poder para salvarlo y darle vida! Uno puede
juzgar lo frío y lo caliente espiritual pero la tibieza espiritual de un
cristiano es engañosa ante la vista de los demás. Pero nunca podrá engañar al
que dice que es: “El Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la
creación de Dios.” (Apocalipsis 3:14), y afirma por ello: “Conozco tus obras;
sé que no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi
boca…”. Una cosa es lamentable, Laodicea mantenía afuera a JESÚS en todos sus
planes pero la omnisciencia y omnipotencia del SEÑOR le permiten estar en todas
partes y saberlo todo.
La iglesia de Laodicea tenía como se dice hoy una elevada autoestima, pues
declaraba: “Yo soy rico, y me he enriquecido y de ninguna cosa tengo necesidad.”
(Apocalipsis 3:17a) Esa iglesia no había hecho un inventario de su verdadera
riqueza espiritual, al sumar todo
lo que el dinero no puede comprar y que la muerte no puede quitar, la cual es
la verdadera riqueza del cristiano. Pero el que pesa los corazones, les afirma:
“Y no sabes que eres el desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (Apocalipsis
3:17b).
Por otra parte, el SEÑOR le ofrece a los creyentes tibios, si le dejan el
trono de su egoísmo, volverlos a su primer amor con Él. En efecto, el oro de la
gloria de Dios Padre la cual ha sido refinada por el fuego; las vestiduras de
la justicia de Dios Hijo en JESÚS para vestir nuestra desnudez y vergüenza
delante de un Dios santo; el colirio del discernimiento espiritual por el
Espíritu Santo, están a nuestra disposición, usémoslos.
Ahora bien, en la famosa cita de Apocalipsis 3:20 que tan útil ha sido para
la evangelización, Dios dice: “entraré a él” Dios es soberano pero nadie estará
en el cielo obligado, JESÚS espera que nosotros le abramos la puerta de nuestro
corazón, Su presencia en nosotros es la esperanza de la gloria que nos espera
al final de la historia; JESÚS dice “cenaré con él” es la comunión el
compañerismo con lo eterno, lo santo y lo seguro desde ahora y para siempre;
JESÚS añade: “ y el conmigo” Primero nosotros lo invitamos para que Él cene,
tenga comunión con nosotros, pero habrá un tiempo en que Él nos invite a Su
Cena, nadie posee méritos propios para estar allí pero es la consecuencia en el
cielo de lo que decidimos nosotros aquí en la tierra al invitarlo a Él y Él nos acepte para ser nuestro SEÑOR y
SALVADOR, y después le servimos con gozo desbordante y sin tibieza.
Avergonzados y ante la
impotencia de nuestra tibieza espiritual, no tendremos fuerzas para enfrentar
al mundo, al demonio y la carne, nuestros poderosos enemigos, ¿te invito a que
clamemos a JESÚS, nuestra pasión y triunfo, con nuestros espíritus angustiados,
diciendo de corazón:"¡Enciéndeme o me muero!” Neguémonos en lo colectivo a
ser como Laodicea: la iglesia tibia.
¡No hay tiempo que perder, no dejemos a JESÚS llamando a nuestra puerta
como la iglesia de Laodicea! Ah SEÑOR JESÚS, perdónanos la tibieza espiritual,
te invitamos a entrar y calienta nuestra adoración para siempre.
Con el soneto de Lope de Vega, terminamos pero decimos: ¡No lo dejes
esperando dile que Sí a JESÚS hoy!
¿Qué tengo
yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto
fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas
veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas,
hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Oración:
Amantísimo
Padre Celestial:
Te alabo al inicio de este día. Tu
Palabra hoy es una advertencia para no dejar mi primer amor por ti y que por
ello, nuestra relación se entibie. Hoy reconozco que todo lo que soy y tengo es
tuyo. Dame las fuerzas para mantener mi corazón ardiendo por ti por tu Palabra
y mantener mi comunión contigo, abriendo las puertas de par en par para ti. En
el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy
Dios es Todopoderoso
para mantener a nuestra pasión por JESÚS, encendida.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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