Francisco Aular
faular
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Lectura devocional: Apocalipsis 2:1-7
Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor. Apocalipsis
2:4 (RV60)
Amor,
devoción y pasión por JESÚS, el SEÑOR de la Iglesia, es el corazón de la fe del
cristiano nacido de nuevo. El amor que todo recién convertido siente por JESÚS,
es inigualable. Han pasado más de cincuenta años, y todavía recuerdo el impacto
sobre mi vida el saber que la Salvación es un regalo que Dios nos hace, y no es
algo que nos ganamos en esta vida; porque nuestro problema frente a la Santidad
de Dios, no es lo que hacemos, sino lo que somos. Ser salvo es depositar toda
nuestra confianza en JESÚS como nuestro Señor y Salvador. Mis familiares,
amigos, compañeros de trabajo y estudio, vieron un cambio en mi conducta tan
evidente que algunos de ellos también vinieron a JESÚS para que los salvara
también. ¡Mi entusiasmo, mi gozo y mi pasión eran contagiosos como un enamorado
siente por la persona amada y por todas partes va contando y cantando de ese
amor!
En esos días,
la única pregunta que la hacía a los cristianos con más años que yo en
Evangelio, era qué le gusta a JESÚS y qué repudia. ¡Yo estaba decidido a amar
lo que mi Amado amara y repudiar lo que Él repudiara! Me encantaba ir a la
iglesia, un grupo de personas que en su mayor asistencia, seríamos treinta
personas pero yo me sentía en el cielo al disfrutar cada aspecto del servicio.
¡Era frecuente que las lágrimas rodaran por mis mejillas al escuchar vez tras
vez las verdades del Evangelio! Había un himno que cantábamos en casi todos los
servicios y no me cansaba de oír: Cuan
glorioso es el cambio operado en mi ser/viniendo a mi vida el Señor; / Hay en
mi alma una paz que ansiaba tener, /la paz que me trajo Su amor/Él vino a mi
corazón, Él vino a mi corazón/soy feliz con la vida que Cristo me dio, /cuando
Él vino a mi corazón. (NHP #62, CBP, 1953).
En aquellos
años, trabajaba en el laboratorio de un estudio fotográfico, encerrado allí en
el cuarto ocuro, no paraba de cantar esos himnos. Un día el dueño del negocio,
entró de repente al laboratorio y me dijo: “_Francisco: Cántame cuán glorioso…”
E hicimos un dúo…Sí, en esos tiempos, yo estaba dispuesto a hacer todo por mi amado
JESÚS. Por aquel tiempo, Adonis Rodríguez, un joven universitario miembro de la
iglesia y yo hicimos una gran amistad. Adonis y yo pasábamos noches enteras en
oración e hicimos muchos ayunos, hubo veces en que los domingos por la noche,
después de la iglesia, nos quedamos hablando hasta la mañana del lunes,
haciendo planes para nuestro futuro como pastores. Entonces, mi amigo se iba a
la universidad y yo, a mi trabajo. ¡Ese fue mi primer amor por JESÚS!
La iglesia de
Éfeso había experimentado ese amor por JESÚS en el principio, cuando Pablo
aquel misionero apasionado la había fundado. Sin duda, le había quedado la
buena doctrina: celebraban las actividades; tenían paciencia en medio del
sufrimiento y nunca había dado un paso atrás en la fe. Sin embargo a una
iglesia así, el SEÑOR JESÚS, resucitado, le dice: Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.
Aquí en la
madrugada mientras escribo conmovido al recordar todas estas cosas, siento que
JESÚS me hace el mismo reclamo: has
dejado tu primer amor. Y oigo con los oídos del espíritu que me interroga,
con Su voz llena de ternura: ¿Cuándo fue la última vez que me adoraste como
antes? ¿Cuánto tiempo hace que las lágrimas no corren por tus mejillas en
gratitud por lo que hice por ti, como antes? ¿Cuándo tiempo hace que no lloras
conmigo por un mundo perdido y sin esperanza, como antes? ¿Cuánto tiempo haces
que no me dedicas un tiempo largo en comunión conmigo? ¿Cuándo fue la última
vez que renovaste tus votos de amor a mí? ¿Cuánto hace que no abres tu Biblia, -no
como tu instrumento de trabajo para hacer sermones y estudios-, sino para
hablarte por medio de ella en tu vida devocional? Sé porque le conozco por
muchos años, que JESÚS, me hace la misma pregunta que a Pedro, tres veces: “¿Me
amas?” Porque todo lo que hagamos como individuos o como iglesia, está basado
en que lo amemos a Él, como nuestro Señor y Dios: "Ama al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.” (Mateo 22:37). Entonces
escucho, su exhortación: Pero tengo esto
contra ti: que has dejado tu primer amor…Recuerda, por tanto, de dónde has
caído, y arrepiéntete. (Apocalipsis 2:4,5).
Oración:
Amado Padre
Celestial:
Te alabo por
poner en mí la capacidad para amarte porque eres amor y Todopoderoso. Gracias
por todos los dones que me has dado para servir a Tu iglesia. Solamente te pido
una cosa en este día: vuélveme el gozo de
tu salvación, y espíritu noble me sustente. (Salmo 51:12) En el nombre de
JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando
jugamos con las cosas de Dios indicamos que hemos perdido nuestro primer amor y
necesitamos volver a Él.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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