Francisco Aular
Lectura devocional: Habacuc 3:16-19
Con todo yo me alegraré en el SEÑOR, me regocijaré en el Dios
de mi salvación. Habacuc 3:18 (La Biblia de las
Américas)
Vivimos tiempos difíciles y no
podemos ser indiferentes, tarde o temprano, nos tocará a nosotros sufrir
también. ¿Qué vamos hacer cuando por todas partes vemos sólo pleitos y peleas,
violencia y destrucción? ¿Cuándo vemos que los malvados maltratan a los buenos
y por todas partes hacen injusticias? ¿Cuándo nuestros valores familiares son
pisoteados y se da mal ejemplos a nuestros niños, precisamente por aquellos que
debieran ser modelos para ellos? ¿Cuándo los poderosos se lanzan sobres sus
enemigos como el águila sobre su presa? ¿Cuándo no existe respeto por las
autoridades por Dios establecidas porque esas autoridades no respetan a los
otros, y se burlan de los demás reyes, y de los que están en eminencia en los
distintos sectores de la sociedad? ¿Cuándo sentimos que los malos vienen contra
nosotros como un huracán que llega, golpea y se va; pero son culpables de un
gran pecado: no tienen más dios que su fuerza? ¿Cómo vamos a poder enfrentar la
vanidad de los orgullosos que son como la muerte que siempre quiere más; son
como la tumba que nunca está satisfecha? ¿Cuándo le pedimos con gritos a
nuestro Dios que nos salve pero Él pareciera que no nos escucha, y nuestras
oraciones no pasan del techo? Todas estas interrogantes estaban en el corazón
del profeta Habacuc (alrededor del año 600 a. C), cuando escribió el libro que
lleva su nombre. Este libro nos presenta la agonía del profeta ante el
sufrimiento del ser humano y la paciencia de Dios que no actúa tan rápido como
el profeta quisiera. Dios, le responde al profeta diciendo que todos esos que
los gobiernan y los mantienen esclavos, algún día les rendirán cuenta; y por
fin, el profeta, encuentra la paz y hace su oración inmortal: “Cuando yo escucho todo esto, me tiemblan
los labios y todo el cuerpo; siento que mis huesos se desmoronan, y el que
suelo se hunde bajo mis pies. Pero yo espero con paciencia el día en que
castigarás a los que ahora nos atacan. Aunque no den higos las higueras, ni den
uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada
que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas, siempre te alabaré con
alegría porque tú eres mi salvador. Dios mío tú me das fuerzas; me das la
rapidez de un venado y me pones en lugares altos”. (Habacuc 3:16-19 la
Biblia traducción actual)
Por encima de las circunstancias
que nos dominan -y no podemos esconder la cabeza en un hoyo-, el cristiano
nacido de nuevo es realista, sabe que la solución es divina y no humana. Por
ello, descansa completamente en Dios, mientras lleno de ánimo asume su misión
histórica a la luz de su destino eterno: Dios es paciente y no quiere que
ninguno se pierda, así que se lanza a la conquista de los hombres y mujeres
para su Señor y Salvador JESÚS, a pesar de todo.
Oración:
¡Dios mío! A
pesar de todo nuestros pecados y errores, yo sé bien que los seres humanos
somos parte de tu plan eterno de unirnos como una familia bajo el dominio y
poder de tu amado Hijo, eso me llena de gozo y por eso tiemblo en tu presencia;
si te enojas contra mi, no dejes de tenerme compasión, tu grandeza ilumina los
cielos; y la tierra entera algún día te alabará en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
A pesar de todo, Dios es la Luz al final del túnel.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios