Francisco
Aular
faular@hotmail.com
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna…Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido
y es hallado…Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido. Juan 3:16; Lucas 15:24; Lucas 19:19 (RV60)
¡Perdidos…o
salvados!
¿Qué significa estar perdido? En la hermosa pieza literaria
-tan breve y exacta-, la triple parábola de Lucas 15, JESÚS usa las ilustraciones
de la moneda perdida, la oveja perdida y el hijo perdido. La moneda estaba
perdida y como objeto era impotente para salvarse, la oveja estaba perdida por
descuido y como animal que necesita al pastor, no podía salvarse a sí misma;
pero el hijo estaba perdido por su propia voluntad y lo que necesitaba era
volver al Padre que lo esperaba. Un final feliz tienen las tres parábolas para
enseñarnos que hay gozo en el Cielo cuando un pecador es salvado. Igualmente,
una cosa o una persona puede perderse de dos maneras, como lo explica el
teólogo español Francisco Lacueva en su libro Mensajes de siempre para el hombre de hoy: “por hallarse fuera del
lugar o por echarse a perder. Si alguien me roba la cartera con el dinero y la
documentación que contiene, he perdido la cartera con la documentación que
contiene, la he perdido porque debería estar en mi bolsillo y se halla en manos
de quien no es su dueño, aun cuando la cartera no haya sufrido por ello, ningún
deterioro. Pero si compro un kilo de carne y la dejo en verano durante varios
días fuera de la nevera, la carne no ha cambiado de lugar, pero se echa a
perder. De ambas maneras estábamos perdidos cuando Jesucristo vino a buscarnos
y a salvarnos: éramos ovejas perdidas y echadas a perder”.
Calvino describió el estado del pecador
como “depravación total”, con esto quiso decir que el ser humano no tiene
capacidad alguna para realizar un acto de justicia divina; puede hacer lo
bueno, lo moral, lo que le pide la religión delante de los ojos de los demás
seres humanos, tan caídos como él, pero no lo que es bueno delante de los ojos
de Dios.
¡Perdidos…o
salvados!
Cuando la Biblia nos habla de ser salvo es porque el ser humano sin Dios
como su Salvador está perdido. No es asunto de razonar y pedir explicaciones,
es inútil disertar sobre ello; en efecto, ante la justicia y santidad de Dios,
todo ser humano está irremediablemente perdido: “por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Pero también el Evangelio es
Buena Noticia: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo
que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos
6:23 NTV). ¡Esta es la verdad de la Buena Noticia que nos llegó desde el cielo:
La salvación es un regalo! Como la parábola del hijo pródigo, estamos alejados
de Dios, perdidos y tenemos que volver arrepentidos a nuestro Padre celestial,
y Él dirá: “Teníamos que celebrar este día
feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y
ahora ha sido encontrado!” (Lucas 15:32 NTV).
¡Perdidos…o
salvados!
No, no le eche la culpa a Dios, ni a su naturaleza humana, ni a sus familiares
y amigos, tampoco a sus educadores. No le eche la culpa a nadie de su situación
espiritual personal. La salvación no es un asunto meramente intelectual o
emocional es una decisión de nuestra voluntad. Tampoco intente comprarle a Dios
su salvación por hacer buenas obras. Reconozca que está perdido y que el
¡Padre, le espera para darle su perdón y su misericordia!
¡Perdidos…o
salvados! Quizá
usted que me ha seguido atentamente en la lectura de estas Perlas del Alma, se
esté preguntando cómo puede ser salvo. Somos salvos por una invitación
personal, y una entrega a JESÚS por medio del arrepentimiento de nuestros
pecados, y un anhelo de servirle de aquí adelante y ser un instrumento para su
causa en este mundo. Usted puede
ser salvo ahora mismo, como dice la Biblia: “El mensaje está muy cerca de ti, está
en tus labios y en tu corazón”. Y ese mensaje es el mismo que nosotros
predicamos acerca de la fe: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y
crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos
10:8,9 NTV). Si el Espíritu Santo está tocando ahora mismo la puerta de tu
vida, haz tu decisión por medio de una oración como ésta: Amado JESÚS: Gracias porque me amas y viniste a buscarme y a salvarme.
Señor te necesito y sé que por tu Espíritu Santo y por la Palabra, puedo nacer
de nuevo. Me arrepiento de mis pecados, te abro la puerta de mi vida y te
recibo como mi Señor y Salvador. Ocupa el trono de mi vida. Hazme la persona
que tú quieres que sea dentro de tu Reino y de tu Iglesia... Señor, gracias por
escucharme y perdonar mis pecados. Gracias por haber entrado a mi vida. Amén.
¿Expresa esa oración lo que estás
sintiendo en tu corazón, mente y en tu voluntad? Hazla ahora mismo y JESÚS
entrará a tu corazón como Él lo ha prometido: “He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y
él conmigo” (Apocalipsis 3:20). ¡Bienvenido(a) a la familia de Dios! Escríbeme
por favor, para enviarte una literatura de discipulado inicial. ¡Gloria al
Señor!
Oración:
Gracias
Señor por llamarme y poner en mí la fe para dar el paso de la muerte a la vida,
y por tu presencia constante. Gracias porque estás aquí y ahora conmigo.
Gracias por amarme y sostenerme hasta el momento en ir a tu presencia. En el
nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS es el Camino de regreso a
casa que perdimos con Adán.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo conmigo?
Que muchas almas escuchen la voz del Espíritu Santo y entreguen sus vidas a Jesús. Bendiciones. Pastor Falcon.
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