jueves, 26 de septiembre de 2013

Mi tributo a la Biblia


Francisco Aular

Lectura devocional: Jeremías 23:25-32

¿No es mi palabra como fuego--declara el SEÑOR--y como martillo que despedaza la roca? Jeremías 23:29 (La Biblia de las Américas)

Mi tributo a la Biblia es una celebración porque exactamente hoy, hace 444 años, Casiodoro de Reina (1520-1594), un hombre de una gran cultura intelectual, religiosa y filosófica, fue a toda prisa por las calles de Basilea para tener entre sus manos el fruto de sus esfuerzos, en medio de la gran persecución de parte del Tribunal de la Santa Inquisición. Me imagino a Casiodoro al ver el sagrado libro: Su pulso se acelera a medida que levanta el Libro hacia el cielo y da gracias a Dios por aquel momento. ¡Esa era la primera Biblia en español!, el lenguaje del pueblo, y desde ese momento, prácticamente, el idioma religioso, el latín, dejó de ser un impedimento para que cada español pudiera leer la Palabra de Dios en su propio idioma. Lo demás es historia preciosa que contaremos en otro momento.
¿Quién era Casiodoro de Reina? Había sido fraile en el monasterio de San Isidro del Campo, cerca de Sevilla, España. Conjuntamente con sus correligionarios abrazó la causa protestante, y se dispersaron por varios países del norte de Europa para evitar la cárcel, la tortura y la muerte. No fue fácil para Casioro de Reina huir, llevando entre su equipaje todos sus documentos, y entre ellos, el propósito para el cual Dios lo había llamado: Traducir la Biblia al español, directamente del latín y de los idiomas en que fue escrita originalmente, hebreo y griego. Ciertamente, aquel hombre había vencido y con él, todos nosotros que somos frutos del Libro de los libros, gracias a él, tenemos la primera versión de la Biblia en español, ¡Dios lo hizo!, porque su Palabra es “fuego y martillo que despedaza la roca”.
Mi tributo a la Biblia  reconoce que al celebrar hoy 444 años de aquella gesta hacia nuestra libertad en Cristo, sin embargo, “existe un analfabetismo bíblico en las iglesias evangélicas que es peor que no saber leer y escribir. Se trata del desconocimiento del Mensaje de la Biblia. En América Latina se distribuyen millones de Biblias cada año pero, ¿conocemos los personajes, las historias y el mensaje que Dios quiere comunicar?” (La Bibliaweb de la Sociedad Bíblicas Unidas). Al pueblo evangélico, a principios del siglo pasado, se le conocía como el “pueblo del Libro”, al respecto, a un biblista de la talla del doctor Luciano Jaramillo, Director de la Sociedad Bíblica Internacional, le escuché decir: “Hoy en día le es más fácil al pueblo evangélico pasar horas cantando y alabando, pero muy poco tiempo en la Palabra de Dios”… ¿Acaso no es cierto que la Biblia ha dejado de ser predicada y estudiada como el poder espiritual que debe sostener nuestra vida individual y la de nuestras congregaciones? ¿Qué hemos hecho con nuestra Escuela Dominical y su énfasis en el estudio de la Palabra de Dios para toda la familia? ¿Dónde están nuestros estudios bíblicos que las iglesias sostenían una vez a la semana? ¿Es verdad o no es verdad que los individuos convertidos, es decir, los nuevos creyentes que forman nuestras congregaciones locales vienen buscando lo que Dios les puede dar, “señales, prodigios y milagros”, en vez de esforzarse en el estudio de la Palabra de Dios como resultado de creerle a Él: “La generación mala y adúltera demanda señal” (Mateo 16:4). La razón por la que JESÚS los llama adúlteros es porque creen más en la palabra de fe, y veneran los milagros y no a Dios. ¿Qué está ocurriendo? ¿Ha dejado de tener poder la Biblia o estamos escapando de su poder para imponer nuestras “nuevas doctrinas” que hacen un nuevo evangelio? Aquí debemos recordar al Apóstol: “De modo que si alguien viene y les dice que el mensaje de la buena noticia es diferente del que nosotros les hemos anunciado, yo le pido a Dios que lo castigue, no importa que sea un ángel del cielo o alguno de nosotros” (Gálatas 1:8; LBLA). A todo creyente que anda de iglesia en iglesia buscando alguna nueva revelación pero no el poderoso evangelio que cambia, le recuerdo algo que un siervo de Dios dijo: “Si es un nuevo evangelio, no es bíblico porque la revelación que es necesaria para nuestra salvación fue cerrada hace 2000 años, por tanto, si es bíblico, no es nuevo”…
Mi tributo a la Biblia reconoce con humildad que es la hora de salir de nuestra confusion. En efecto, hoy en día la confusión religiosa es de una magnitud increíble, tenemos congregaciones evangélicas que han dejado la Palabra de Dios y se han convertido en sectas, pero ni ellos mismos se han dado cuenta. ¿Por qué tanta confusión?... Saludo con el mayor gozo y entusiasmo del que soy capaz, cada aparición de una nueva versión de la Palabra de Dios, sin embargo, con tantas versiones de la Palabra de Dios, con tanta facilidad para adquirir un ejemplar de la Biblia, con tanto escuchar “textos sacados de su contexto como pretexto” haciendo malabarismos hermenéuticos para que el versículo diga lo que no dice, ¿no estaremos reduciendo el Libro de Dios a una obra puramente literaria o a un libro de autoayuda para superación personal que nos lleva al materialismo temporal en vez de a la poderosa Palabra que es “fuego y martillo” y cuyos efectos son eternos?
Mi tributo a la Biblia es una alabanza a su Autor, el cual la usa para conducirnos a la vida eterna y darnos en el camino, fe, esperanza y amor. La Biblia es la Palabra de Dios pura, divinamente inspirada desde la primera hasta la última letra, revelada, poderosa, que cambia al ser humano, lo influye e impacta. Porque como lo dijo el profeta hace tres mil años: ¿No es mi palabra como fuego--declara el SEÑOR--y como martillo que despedaza la roca?
Oración:
Padre eterno, Autor de la Palabra:
Gracias por dejarnos tu Palabra y por mantenerla viva y eficaz a través de los siglos. ¡Yo creo a ella como te creo a ti! Ella me dice que tú eres el Dios que dices ser y que puedes hacer lo que dices que puedes hacer; ella afirma que todo lo puedo en Cristo, y por eso, tu Palabra esta viva y activa en mí. Ayúdame Señor a llevar tu Palabra, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No tenemos que predicar un nuevo evangelio, sino el Evangelio: Cristo murió por nuestros pecados, conforme  a las Escrituras.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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