Francisco Aular
Lectura
devocional: Isaías 40:12-31
¿Con quién podemos comparar a Dios? ¿Qué
imagen se puede encontrar que se le parezca? ¿Se le puede comparar con un ídolo formado en un molde, revestido de oro y decorado con cadenas de plata? Isaías
40:18,19 (NTV)
A principios de 1978 llegué a las oficinas
de nuestra Convención de Iglesias Bautistas en Caracas, y busqué a uno de los
consejeros espirituales en aquellos días, el inolvidable misionero
estadounidense Jorge Lozuk. “Hermano Lozuk –le dije con premura y con un tono
de voz que hacía notar desde un principio, mi preocupación por el asunto que
traía en mente-, he recibido una invitación para dar varias conferencias en un
congreso de evangelización en Bogotá; ore por mí, porque siento una gran
responsabilidad ya que debo hablarles a líderes con igual o mayor experiencia
en el Señor que yo…”, iba a continuar, pero aquel hombre de Dios,
experimentado, me detuvo y me dijo: “¡Háblales del tamaño de tu Dios, y de lo
Él ha hecho contigo!”. Oramos y no hablamos más del asunto. Preparé mis
conferencias y sermones sobre la grandeza de nuestro Dios. Aquellos días en Colombia
marcaron mi vida para siempre. ¡Alabado sea el Señor! ¡No importa lo ordinario
que seamos nosotros, sino lo extraordinario que es nuestro Dios!
El libro de Isaías -Jehová es salvación-, escrito en el siglo VIII a. C., tiene varios
capítulos que denuncian la idolatría de su pueblo, en varios pasajes vemos que
Dios afirma que su poder no puede compararse con el de los dioses de las demás
naciones. En efecto, la Sagrada Escritura afirma que Dios es quien dice ser, e
igualmente que Dios hace lo que Él afirma que puede hacer. Para la época del
Profeta, Grecia, la cuna de la filosofía del pensamiento y la ciencia, tenía
sus dioses mitológicos, construían para sus dioses grandes templos, y dentro,
las estatuas de sus dioses con sus sacrificios. Un héroe como Alejandro el
Grande había llevado su cultura por todo el mundo conocido, sin embargo, pese a
todo esos engranajes de poderes humanos y religiosos paganos, el profeta Isaías
nos dice que todos los seres humanos se reducen a la nada
comparados con el Creador: “Dios se sienta sobre el círculo de la tierra; la gente que hay abajo le parecen saltamontes. Él despliega los cielos
como una cortina, y hace con
ellos su carpa. Él juzga a los poderosos del mundo y los reduce a nada. Apenas comienzan, recién están echando raíces, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; se los lleva el viento como a la paja” (Isaías 40:22-24; NTV). Cuando
el Señor, por su Espíritu, hizo el mundo, nada ni nadie lo dirigió ni lo
aconsejó qué hacer o cómo hacerlo. Las naciones, comparadas con Él, son como
gota que queda en el balde, comparadas con el vasto océano o con el menudo
polvo en la balanza que no la mueve, comparado con toda la tierra. Sobre este
mismo tema Salomón había escrito: “¿Quién sino Dios sube a los cielos y desciende de ellos? ¿Quién retiene el viento en sus puños? ¿Quién envuelve los océanos en
su manto? ¿Quién ha
creado el mundo entero? ¿Cuál es su nombre? ¿Y el nombre de su hijo? ¡Dime, si los sabes!” (Proverbios 30:4; NTV).
¿De que tamaño es Dios para ti? Si es el mismo en el cual yo he creído
desde hace 50 años, te puedo afirmar: ¡No hay Dios tan grande como nuestro
Dios! ¡No existen problemas sin solución para Él! ¡Dios hace posible que lo
débil se haga fuerte y lo fuerte débil! ¡Dios escoge lo ordinario para hacer su
obra extraordinaria! ¡Dios escoge lo despreciado del mundo por la sabiduría
humana y pone palabras en su boca para avergonzar a los que se creen sabios!
¡Él es ante todo: Principio y fin!
¿De qué tamaño es Dios para ti? En verdad, todas las dudas y los
problemas que nos vienen tienen relación directa con el tamaño de nuestro Dios.
Nuestro Dios no tiene rival, delante de su soberanía y poder, cualquier
problema nuestro empequeñece. Lo mejor de todo, ¡cuanto mayor grandeza le
atribuyamos al Dios al cual servimos menos importancia nos daremos a nosotros
mismos! Como lo dijera Judas, el hermano del Señor: “Y ahora, que toda la gloria sea para
Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y
con gran alegría a su gloriosa presencia. Que toda la gloria sea para él, quien
es el único Dios, nuestro Salvador por medio de Jesucristo nuestro Señor. ¡Toda
la gloria, la majestad, el poder y la autoridad le pertenecen a él desde antes
de todos los tiempos, en el presente y por toda la eternidad! Amén” (Judas
1:24,25; NTV). ¿De qué tamaño es Dios para ti?
Oración:
Padre Todopoderoso: Al pensar en tu grandeza, tengo
el privilegio, como tu hijo, de no verte nada más como el Creador, sino, ver
también, tu despliegue de amor para conmigo pecador. Gracias por tu plan de
salvación el cual ideaste y llevaste a cabo por la obra de mi Redención por
medio de Jesucristo, tu Hijo amado, por cuyos méritos oro. Amén.
Perla
de hoy:
¿De qué tamaño es Dios
para ti? Te aseguro que es más grande que el tamaño que le asignes a tu
problema.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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