Y nunca más me acordaré de sus
pecados y maldades (…) Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen. Hebreos 10:17; Lucas 23:34 (NVI)
Me invitaron a una reunión de liderazgo
judeocristiano. El rabino principal de la sinagoga nos dio una conferencia en el
marco de la conmemoración de las víctimas de la “Noche de Cristal”, hecho que
ocurrió en Alemania el 9 de noviembre de 1938 y, que marcó el inicio de los
indecibles sufrimientos del pueblo judío durante la dictadura de Hitler.
Todavía recuerdo dos frases que nos dijo: “Los judíos tenemos un doctorado en
sufrimientos”, y la otra que nos sacudió a todos al final de su
conferencia: “Se debe perdonar, pero no se debe olvidar”.
Muy cierto es que no se debería olvidar lo que
ocurrió ese nefasto día y siempre hay que tener presente de lo que es capaz el
ser humano fanático y sin Dios, sin embargo, ¡cuán diferente es el ofrecimiento
de la gracia divina hacia nosotros los pecadores! Respecto al más terrible de
los crímenes que se haya cometido en esta tierra, cuando Pedro se puso de pie y
levantó la voz de los seguidores de JESÚS, dijo: “Por tanto, para que sean
borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan
tiempos de descanso de parte del Señor”
(Hechos 3:19; NVI). Sí, Dios nos da un perdón total por nuestros
pecados. Aun el pecado más grande –el asesinato de JESÚS, el Santo y Justo-
Dios quiso perdonarlo y borrarlo para siempre, y eso quiere decir, que nunca
más acusará a ninguno de nosotros, los seres humanos, por la muerte del SEÑOR
JESÚS, y no sólo eso, a través del arrepentimiento del pecador y la fe en esa muerte
por nosotros, alcanzamos su perdón y entrada a la vida eterna.
Pues bien, hoy en día JESÚS quiere obrar de la
misma manera con cualquier persona que, arrepentida, confiese su culpa y le pida
perdón, y, Dios promete que nunca más se acordará de sus “pecados y
transgresiones”. Pero al mismo tiempo quien no cree en esta promesa, es dejado
todavía con sus delitos, culpas y pecados, y algún día tendrá que encontrarse
con JESÚS, no ya como Señor y Salvador, sino como Juez. Por eso, los que hemos
aceptado este Regalo de la Salvación y perdón total de nuestros pecados no
podemos dejar de anunciar a los demás la gran bendición de poder encontrar
únicamente en JESÚS la paz con Dios para siempre. Por eso, acepte ahora el
ofrecimiento de la gracia de Dios: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan
14:6; RV60). De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el
cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos (Hechos
4:12; NVI).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Mi espíritu, mi alma y mi corazón te alaban al
comienzo de este día. Sé Tú mi Señor y Salvador y mi amigo en todo lo que haga.
Tú has recreado tu imagen en mí a través de JESÚS, me has dado un perdón total;
tengo paz contigo para siempre. Ayúdame a perdonar a los demás, y perdonarme a
mí mismo. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
JESÚS elimina para siempre nuestro pasado culpable
y nos da un glorioso futuro de amor y perdón.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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