Francisco Aular
faular@hotmail.com
Mas el
que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que
yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14 (RV60)
La mitología, en los tiempos de JESÚS
hablaba de dioses que se comían o bebían a sus seguidores. JESÚS usa metáforas
para indicarnos que sus verdaderos adoradores, ¡debían comérselo y bebérselo a
Él! El evangelio de Juan relata la historia de una mujer sedienta de Dios, con
sed y hambre por un cambio radical en su vida, pero no podía. Como la sed es
espiritual se ubica en la parte más interna del ser humano: Su espíritu. Pero,
el ser humano sin JESÚS en la vida física está muerto espiritualmente para
buscar por sí mismo a Dios. Pues bien,
en el caso de la mujer samaritana en un sentido, ella nos representa a
toda la humanidad, ¡Dios vino a su encuentro! Anótelo, siempre Dios toma la
iniciativa al buscarnos para darnos su salvación. Entonces, una vez que tenemos un encuentro personal con
JESÚS, el Espíritu Santo hace su residencia en el espíritu humano, y, desde
entonces, la conciencia, la intuición espiritual y la adoración, están a la
disponibilidad de JESÚS. Así, pues, podemos adorar porque como dijo el SEÑOR: Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu en verdad es necesario que adoren (Juan 4:24; RV60).
La sed espiritual de la mujer samaritana
había producido en ella un vacío que nadie podía saciar. Ella había buscado
llenarla con sensaciones y aventuras amorosas pero, había fracasado, una y otra
vez; había tenido cinco maridos; fueron cinco intentos para hallar en vano la
felicidad. Finalmente, convivía con un sexto hombre, que no era su esposo,
menospreciando así la institución matrimonial, la primera institución divina.
No puedo dejar de conmoverme cuando leo
esta historia, y comprobar la siguiente verdad: Ningún ser humano es un
accidente en esta vida. ¡Dios nos conoce desde antes de nacer! Él conoce
nuestras subidas y bajadas, nada se esconde de su Omnisciencia y Santidad ¡Cuán
precioso momento tuvo que haber sido ese encuentro maravilloso a las doce del
mediodía entre JESÚS y la mujer samaritana!, planeado por Dios mismo, antes de
que el mundo fuese.
La mujer toma su cántaro, se asoma a la
puerta y no ve a nadie, especialmente a ninguna mujer del vecindario en esa
hora, irá a buscar agua al pozo. Cuando la mujer samaritana va al pozo a esa
hora del día, huye de las burlas y comentarios que hacen las otras mujeres al
verla pasar: ¡Ella es una pecadora pública! ¡Una vergüenza para todos!
Providencialmente,
al borde del pozo, alguien la espera. Bajo la apariencia del viajero cansado se
oculta el Hijo de Dios. JESÚS conoce la sed espiritual de ella, sus insatisfacciones
con la vida y sus errores. En su amor y bondad infinitos, se detiene allí, especialmente por ella. Dios nunca
toma en cuenta lo que hemos sido, porque nos perdona, pero si toma muy cuenta
las infinitas posibilidades de lo que puede ser y hacer en la obra del Reino un
pecador arrepentido con Él en su vida. Dame
de beber, le ruega. Los judíos y samaritanos eran enemigos, nunca un hombre
hablaba con una mujer en público, pero JESÚS derriba con su tacto divino esas
barreras. JESÚS no comienza con un sermón acerca de la santidad, no hay
reproches en Él, por el contrario, le extiende la mano con una promesa, Él
puede darle el agua de vida que calmará su sed para siempre. La mujer confiesa
su vida actual, y expresa algo que ella ha oído desde niña, posiblemente de
labios de sus padres: Sé que ha de venir
el Mesías; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Debió haber
salido de sus labios un asombro y sus ojos tenían que haber brillado como
nunca, cuando JESÚS le respondió: Yo soy,
él que habla contigo. Por ello, Juan
nos dice a continuación: Entonces la
mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un
hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? (Juan 4:28,29).
Gracias al encuentro de la
mujer samaritana con JESÚS, ¡ella se convirtió en la primera evangelizadora que
salió a proclamar el evangelio! ¿Tienes sed de Dios? Oye a JESÚS y bebe de su
gracia infinita, y tendrás a través de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo
agua para saciar la sed de otros: “Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que cree en mí, que beba. Como
dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37;
DHH). Porque
cada vez que nuestra sed espiritual es saciada crecemos en la gracia de Dios y
nos, ¡bebemos a JESÚS!
Oración:
¡Bendito y alabado
sea tu nombre Padre Celestial! No soy un accidente en este mundo, tampoco mi
salvación eterna lo es. Soy parte de tu Plan Eterno. Ayúdame a proclamarte como
mi Señor y Salvador. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de
hoy:
Aquellos que hemos bebido de JESÚS no tenemos necesidad
de seguir bebiendo del mundo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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