Francisco Aular
…Aquí estoy este día con mis ochenta y cinco
años: ¡el Señor me ha mantenido
con vida! Y todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés
me envió. Para la batalla tengo las mismas energías que tenía entonces. Josué 14:10b-11 (NVI)
Existen
dos clases de personas en el mundo. Los que levantan murallas y los que hacen
puentes. Alguien dijo: “Antes de edificar murallas hay que mirar bien qué es lo
que uno deja afuera, y qué es lo que uno encierra adentro”. Los constructores
de murallas, generalmente en su autodefensa y hostilidades contra enemigos
imaginarios hacen que la gente se aleje de ellos. El pesimismo, generalmente,
es el único compañero de un constructor de murallas.
¡Qué
diferente son los ingenieros de puentes que son cristianos nacidos de nuevo!
Ellos siempre esperan lo mejor de los demás; ven posibilidades de éxito donde
otros se rinden; son capaces de amar sin ser amados; nunca se cansan de creer
que lo mejor está por venir; son los que no se rinden ante el paso de los años;
son capaces de perdonar y pedir perdón; no dejan que las raíces de amarguras le
dañen sus aguas dulces; viven al día con sus sentimientos positivos y no
arrastran resentimientos ni rencores; ellos buscan la fuente de optimismo en la
Palabra de Dios, y confían en sus promesas; ellos san guiados por la Palabra de
Dios: sabes quiénes son, de donde vienen y hacia donde van. Usted sale ganando
cuando se encuentra a un ser humano optimista y se hace miembro de su club.
Hubo un hombre
llamado Caleb lleno de optimismo y fe, acompañó a Moisés y a Josué, en los días
difíciles de los 40 años en el desierto. En aquel tiempo, Dios le dijo a Moisés
que enviara a doce espías para que hicieran un reconocimiento de la tierra que
conquistarían. Caleb, fue el príncipe de su tribu Judá que la representó.
Cuando los doce espías retornaron Josué y Caleb, fueron optimistas frente a la
conquista de Canaán, no así los otros diez que solo vieron gigantes: “es tierra
que traga a sus moradores…también vimos allí gigantes…Y éramos nosotros a
nuestro parecer como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Números 13:32-33
RV60) En esos momentos complicados para la toma de decisión, estos dos
constructores de puentes, hablaron: “Si el Señor
se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde
abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que
habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque
el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo! (Números 14:8-9 NVI) Dios premió la fe y el optimismo de aquellos dos
hombres: Israel, subió y venció.
La historia bíblica
nos dice que se repartieron las porciones de tierra entre los valientes que
habían conquistado aquellas naciones; pero no se se cumplió lo que Moisés le
había prometido a Caleb y a su descendencia, el Monte Hebrón. Pasaron cuarenta
y cinco años, y no se había cumplido con aquel decreto oficial. Ahora el
valiente y optimista Caleb, viene delante de Josué a que se le haga justicia.
Es un anciano de ochenta y cinco años, quizás los demás lo ven como un viejito
que ya debiera estar jubilado. Pero como todo constructor de puentes, importa
poco lo que los otros piensen, porque él ha ido a la fuente de su optimismo: fe
en la Palabra de Dios, y reclama lo que el SEÑOR Topoderoso tiene para él. Hace
muchos años, yo también resolví, hacerme miembro del Club Caleb. Vale repetir las
palabras de Caleb, como nuestra consigna: …Aquí estoy este día con mis ochenta y cinco años: ¡el Señor me ha mantenido con vida! Y
todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés me envió.
Para la batalla tengo las mismas energías que tenía entonces. Josué 14:10b-11 (NVI) Caleb había descubierto la fuente
del optimismo.
Oración:
Amado Padre:
Me uno a la alabanza de tus hijos por tu gran amor y
misericordia que nos extiendes y que son nuevas cada mañana. Ayúdame a que el
pesimismo que reine alrededor no se me contagie. Hoy me levanto como Caleb para
decir que todavía tengo la fortaleza como hace 50 años en que llegué Ti, me has
hecho promesas de un fabuloso mañana, y voy hacia allá. Todavía puedo gritar:
¡Viva Dios el Todopoderoso que están en medio nuestro! ¡Él nos guiará hasta el
triunfo definitivo! En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Mientras
vivamos en este mundo nuestra fe en Dios y su Palabra, es fuente de optimismo
para cumplir con nuestra misión histórica.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios