Mis amados perlistas todos:
El bautismo bíblico por inmersión es la
representación objetiva de la experiencia subjetiva de nuestra salvación por
los méritos de Cristo. Nuestro cuerpo sumergido representa la muerte y entierro,
y al ser levantado de las aguas representa la resurrección (Romanos 6:4).
¡Gracias al Señor hoy cumplo 49 años de bautizado! Por este intermedio agradezco
a mis padres espirituales, el hermano misionero Carlos B. Clark y su amada
esposa Shirley, por haberme recibido en su hogar y explicarme toda esa doctrina
inicial. ¡Gracias papá Clark por tu ejemplo! Igualmente, a mi amado Luis Magín Álvarez
D., quien le testificó a Adonis Rodríguez, y éste me llevó a la iglesia. Por
eso, Magín es mi “abuelito” espiritual. Mi gratitud es inmensa a todos los
hermanos que me han ayudado a ser quien soy. Algunos, todavía viven de los que
estuvieron allí, como la hermana Olga de Herrmann y mi hermano Arturo Herrmann,
su hijo. ¡A todos los abrazo con mucho gozo en este día!
Con mucho afecto, y en espera de sus oraciones por
los kilómetros finales de esta preciosa carrera cristiana, en la cual
participamos desde que obedecimos al Señor en el bautismo.
Pastor y amigo,
Francisco Aular
Un día muy especial
Ese día, unas tres mil personas creyeron en el mensaje de Pedro. Tan
pronto como los apóstoles los bautizaron, todas esas personas se unieron al
grupo de los seguidores de Jesús. Hechos 2:41
(TLA)
Amaneció un poco nublado sobre el valle de Caracas
aquel inolvidable domingo 1 de marzo de 1964, pero mi corazón estaba inflamado
por el gozo de mi bautismo, el cual celebramos en un lugar llamado "Los
Chorros" al este de la Capital de Venezuela. En ese tiempo, allí había un
salto de agua y un pozo, en donde muchas veces los caraqueños iban de paseo
familiar. Eran las 7 de la mañana, y el agua estaba un poco fría, los hermanos
nos rodearon desde la orilla, recuerdo que una hermana tocaba el acordeón y las
notas del himno "En las aguas del bautismo" se elevaron, la voz de
tenor de mi pastor Carlos Clark sobresalía en aquel coro improvisado, que a mi
entender, cantaban como ángeles. Mientras el pastor cantaba, se iba metiendo al
agua y cuando ésta le llegó a la cintura, me hizo una seña para que avanzara
hasta donde él se encontraba; avancé y me coloqué a mano izquierda de mi amado
pastor; crucé las manos sobre mi pecho, y al poner el pastor su mano sobre las
mías, debió sentir que mi corazón y mi pulso se aceleraron. Los hermanos
dejaron de cantar, pero el ruido del agua al caer y las aves cantoras del Ávila
hicieron marco a la voz del pastor cuando dijo: "¿Francisco, ya has
confiado en JESÚS como tu Señor y Salvador?" Con la seguridad que tenía de
haber nacido de nuevo, dije con toda firmeza: "¡Sí, señor!",
nuevamente la voz del hermano Clark se oyó, "¿Francisco, entiendes que el
bautismo es un símbolo de lo que JESÚS ya hizo por ti?", nuevamente
respondí: "¡Sí, señor!", siguió diciendo el Pastor, “entonces amado
hermano Francisco Aular, habiendo oído tu profesión de fe y de tu amor por
nuestro Señor Jesucristo, por la autoridad de la misión bautista Emanuel y como
ministro que soy del Evangelio, te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo". Acto seguido el pastor me sumergió completamente en
la abundante agua. Subimos del pozo, y miré a mis dos amigos que habían hecho
tanto para que yo llegara a los pies del SEÑOR: Orestes Martín Ramos y Adonis
Rodríguez, ambos vinieron con toallas, una para el pastor y la otra para mí.
Orestes, con ese acento cubano, me dijo: “¡Mira chico, te traje un termo con té
y limón bien caliente!”, y no se quedó tranquilo hasta que me lo tomé. El
pastor nos convocó nuevamente para orar y salir al templo, donde me esperaba la
segunda ordenanza que por mandato del mismo SEÑOR celebramos: La Santa Cena.
¡Verdaderamente aquel fue un día muy especial!
Nunca olvidaré el rostro de mis amados hermanos en
aquel día, y de los amigos que había invitado para que me acompañaran, vi el
gozo del Espíritu en sus rostros. Ciertamente el bautismo no nos convierte en
parte de la familia de Dios, eso es lo que ocurre el día que nos arrepentimos
de nuestros pecados y aceptamos el regalo de la vida eterna en JESÚS, Dios nos
declara sus hijos (Juan 1:12); el bautismo muestra que somos parte de la
familia de Dios, y que no tenemos vergüenza de seguir el ejemplo de JESÚS, sin
embargo, el bautismo es como el anillo que colocamos el día de la boda en el
dedo de la persona amada, una señal visible del amor y compromiso interno que
sale del corazón.
Una vez más, hoy, quisiera levantar un monumento de
gratitud a los amados que me han ayudado a ser la persona que soy a través de
estos cuarenta y nueve años, creo que si devolviera a cada uno de ellos las
partes de sus propias vidas invertidas en este humilde campesino venezolano, me
quedaría con muy poco. ¡Que el Señor sea honrado y glorificado!
Oración:
Amado SEÑOR JESÚS, tú dijiste: "A cualquiera, pues, que me confiese
delante de los hombres, yo también le confesaré de mi Padre que está en los
cielos". Así que te pido que yo nunca me avergüence de ti, ni de la
familia espiritual que me has dado. Ayúdame a amar a tu Iglesia como tú la
amas. Amén.
Perla de hoy:
El bautismo aunque no tiene poder salvador, no es
una opción, sino que representa nuestra identificación y compromiso con JESÚS,
en gratitud a la salvación que nos ha dado; es un paso de obediencia hacia
nuestra madurez cristiana.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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