Francisco Aular
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MIÉRCOLES, 8 de mayo de 2024
Lectura devocional: Génesis 3:13-24
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
—Hebreos 11:11(RV60)
¡FELIZ DÍA MAMÁ! Es la frase que más escucharemos en esta semana y me uno de todo corazón. En la Biblia abundan los nombres de madres ejemplares y también descubrimos que DIOS cuando tuvo necesidad compararse lo hizo con una madre:
“Ustedes serán amamantados,
llevados en sus brazos,
mecidos en sus rodillas.
Como madre que consuela a su hijo,
así yo los consolaré a ustedes;
en Jerusalén serán consolados».
—Isaías 66:12b-13 (LBLA).
Estamos considerando el ejemplo de algunas madres de la Biblia. Ayer anduvimos con Eva: La madre que no tuvo infancia. Hoy estudiaremos a Saraí, la esposa de Abram. DIOS los sacó de Ur, en la tierra de los caldeos, en esas tierras hoy está Irak. En Génesis 12-25, encontramos el precioso relato que es tanto la historia de los inicios de Israel como la nuestra porque nosotros en cuanto a nuestra fe, estábamos montados sobre los hombros de Abram y Sarai.
Sarai era una mujer de “hermoso aspecto” (12:11). Sin embargo, vivía angustiada por el hecho de que era estéril y eso era una afrenta cultural en esos tiempos. Igualmente Abram, lamentaba que moriría sin un heredero. Así que en medio de aquellos años de angustia y zozobra: DIOS le dio a Abram una visión y profecía:
“Luego lo llevó afuera y le dijo:
—Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!
Abram creyó al Señor y el Señor se lo reconoció como justicia. (Génesis 15:5,6,NVI).
Dado que los años habían pasado y ya Abram tenía cien años y Sarai noventa, DIOS les cambió el nombre: Abram “padre enaltecido”, le dio su nuevo nombre: Abraham que significa,“padre de multitudes”. Le tocó el turno a Sarai “mi princesa” se transformó en Sara:“madre de naciones”. Obviamente, Abraham y Sara dudaron, entonces DIOS les dijo: “Hay para Dios alguna cosa difícil” (18:14).
El final es feliz, DIOS cumplió su promesa y a Sara y Abraham les nació Isaac que significa “el que ríe”, y me imagino a Isaac disfrutando la inmensa alegría de tener a sus padres llenos de días para guiarlo como hijo de la promesa divina.
El relato bíblico recoge las palabras que revelan esa esencia maternal que es el cordón dorado que nos une a los hijos con nuestras madres: “Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán conmigo. ¿Quién hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Sin embargo, le he dado un hijo en su vejez”. (21:6,7). Después de esto Sara vivió y disfrutó a su hijo amado unos treinta años, y murió a sus ciento veintisiete años (23:1)
Indudablemente, Sara fue nuestra madre de la fe. Mas aún, en esa galería de nuestros héroes de la fe que es Hebreos 11, allí colgado está su retrato: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido”. (Hebreos 11:11 RV60).
DIOS ha permitido que en Su Santo Libro, no se quita el lado oscuro de los hombres y mujeres que le siguieron. Sara fue también humana y sin duda cometió sus errores que también están allí. Pero sus virtudes brillan como esposa de Abraham que creyó y creció en su misma fe, con el mismo pueblo y con su mismo DIOS.
Siguiendo la idea, a Sara, como mujer la vemos luchando para darle el hijo que su esposo esperaba; como madre vivió lo suficiente para hacer que Isaac, fuera un hijo obediente y respetuoso de su padre. También, Sara vivió como nuestras madres modernas, en tiempos difíciles y peligrosos.
Por añadidura, una madre bajo la dirección de DIOS, es el amor en acción; es el amor más grande de todos los amores. La madre convierte la cabaña en un palacio y la comida más sencilla en un banquete para el disfrute de sus hijos; y en donde el padre se siente a gusto en cada comida, respetado, amado y encabeza la mesa dando gracias a DIOS, por tener un hogar feliz.
¡Adelante, siempre adelante!
¡Feliz día mamá!
Oración.
PADRE ETERNO:
¡Gracias por nuestras madres, las de ayer, las de hoy y las de siempre! Que todos los días de nuestras vidas, le rindamos el amor, respeto y honra que se merecen. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy.
Nunca olvidaremos a la madre, y pareciera que la escuchamos cantar la dulce canción de cuna en cada atardecer.
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