Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Lucas 15:1-7
Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en
sus hombros y la llevará a su casa. Cuando llegue, llamará a sus amigos y
vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. Lucas 15:5,6 (NTV)
Este año
cumplimos 41 años de haber iniciado en mi país, Venezuela un esfuerzo de
alcance evangelizador y misionero, el cual llamamos la Marcha Evangelizadora.
¡Aquella actividad puso el sello definitivo de lo que sería mi trabajo en la
obra de Dios, desde entonces: encender en mi mismo y en los otros, la pasión
evangelizadora! En eso ando. He disfrutado cada paso de esta labor, pero nada
puedo calificar de triunfo en esta actividad, como ser testigo del nuevo
nacimiento de una persona e inmediatamente verlo crecer en la fe, hasta su
madurez en Cristo.
Esto verdad la
vemos mejor ilustrada, cuando JESÚS pronunció la Parábola de las posesiones perdidas,
la oveja, la moneda y el hijo, estaba mostrando su pasión evangelizadora que le
trajo entre nosotros, hace dos mil años: “Pues el Hijo
del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos.” (Lucas 19:10
NTV), no se necesita ser un gran teólogo para darse cuenta que JESÚS, en
nuestro ejemplo, en la tarea de “buscar y salvar a que están perdidos”, y el
capítulo 15 de Lucas, vemos una sola parábola la cual pudiéramos titular: La
parábola de las posesiones perdidas, aunque son tres ilustraciones, pero es un
mismo ejemplo. En efecto, la oveja perdida (1-7), la moneda perdida (8-10), y
el hijo perdido (11-32) Son
posesiones temporalmente perdidas, el esfuerzo y decisión de dejar todo de lado
y darle prioridad a la búsqueda de la posesión perdida, dan el triunfo final,
el gozo de esas posesiones recobradas. Por eso, dice el Señor: “De la misma
manera, hay alegría en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo pecador
se arrepiente.” (Lucas 15:10)
Aquí el texto
nos dice que el pastor pierde a su oveja, una sola de cien, pero él deja las
noventa y nueve que están en el redil, y él se lanza en la búsqueda de su
apreciada oveja. Me imagino recorriendo todos los lugares por donde había
guiado a su amado rebaño aquel día; se hizo tarde, y el sol se ocultaba en el
horizonte, un águila con sus garras anda buscando desde las alturas, una presa
para llevarla a su nido… lejos se escucha el aullido de los lobos hambrientos;
el pastor sabe que encontrar a su oveja es un asunto de vida o muerte, en eso
ve una abertura que conduce a un precipicio, escucha un leve quejido que viene
de allí, se asoma y ve su oveja que había caído, herida y sin fuerzas,
cuidadosamente, paso a paso, desciende a don está su oveja, venda sus heridas,
se la monta sobre sus hombros y gozo de recobrarla, hace corto el viaje de
retorno, ya es de noche y ve a sus amigos, y desde lejos les dice: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja
perdida”.
Confieso sin
rubor alguno que, al detallar esta bellísima historia que nos dejó el Señor, tengo
dificultad para ver lo que escribo porque las lágrimas me nublan la vista, y
mis labios nuevamente, se pronuncian en alabanzas a mi amado Pastor: ¡Ah,
SEÑOR, gracias! ¡Yo soy aquella oveja perdida! ¡Bendito y alabado sea tu nombre
mi amado pastor JESÚS. ¡Dame un poco de tu pasión evangelizadora o me muero!
¡No existe un triunfo mayor en la pasión evangelizadora que ver a un perdido,
rendido a los pies de JESÚS! Me parece Su voz, cada veo que veo llegar uno más
para CRISTO: “Alégrense conmigo porque
encontré mi oveja perdida”.
He escuchado
poesías hermosas sobre JESÚS el Buen Pastor, pero un poema “Pasión pastoral”
que luego se hizo canción de mi amado hermano el pastor mexicano Juan Romero,
es mi favorita. ¡Cantémosla otra vez!:
I.
Eran
cien ovejas ,
que
había en el rebaño;
eran
cien ovejas
que
un pastor cuidó,
pero
en una tarde
al
contarlas todas,
le
faltaba una
le
faltaba una
y
triste lloro…
Coro:
Las
noventa y nueve
Dejó
en el aprisco
y
por la montaña
a
buscarla fue
la
encontró gimiendo
temblando
de frío:
Curó
sus heridas,
la
tomo en sus brazos
y
al redil volvió.
II
Esta
misma historia
vuelve
a repetirse;
hay
muchas ovejas
que
sin rumbo van
con
el alma rota,
van
por los collados
temblando
de frío
vagando
en el mundo:
Sin
Dios y sin fe.
Coro:
Las
noventa y nueve
dejó
en el aprisco
y
por la montaña,
a
buscarla fue,
la
encontró gimiendo
temblando
de frío:
Curó
sus heridas,
la
tomo en sus brazos
y
al redil volvió.
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias amado Señor!
Gracias por abandonar tu gloria, por un tiempo para venir a buscarnos, y
hacernos miembros para siempre de tu redil en el cielo, junto a ti. ¡Dame Señor
tu pasión evangelizadora para que mi misión en este mundo, ayude a cumplir la
tuya: Buscar y salvar lo que se había perdido. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS: ¡Dame un
poco de tu pasión evangelizadora o me muero!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna
promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna
lección por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún
pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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