Francisco
Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: 2 Reyes 2:1-15
Cuando llegaron al otro lado, Elías le
dijo a Eliseo: —Dime qué puedo hacer por ti antes de ser llevado. Y Eliseo respondió:
—Te pido que me permitas heredar una doble porción de tu espíritu y que llegue
a ser tu sucesor. 2 Reyes 2:9
(NTV) (…) Doy
gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por
fiel, poniéndome en el ministerio. (1 Timoteo 1:12,
RV60)
Hace 29 años,
recibí una correspondencia de la Iglesia Bautista Betel de Scarborough,
Toronto, Canadá, invitándome a venir desde Caracas, Venezuela para ser su
pastor principal. Así que llegué a Toronto el lunes, 11 de octubre de 1990. En
ese tiempo los venezolanos, no necesitábamos visa para entrar a Canadá. En esa
misma semana, me presenté a la oficina de Inmigración de Canadá. La oficial que
me atendió me dijo: “Déme por favor, sus documentos.” Enseguida procedí, desde
la carpeta presenté por lo menos unos 15 documentos que traía conmigo… ella los
revisó, y sacó uno de ellos, mi Certificado de Ordenación al Ministerio,
diciendo: “¡Este es el más importante de todos!”…
Entonces oré
dando gracias al SEÑOR por aquel reconocimiento formal que había hecho la
primera iglesia en la cual serví al SEÑOR, la Iglesia Bautista El Buen Pastor
de Maracay, en Venezuela. Como lo sabemos la ordenación conlleva dos
propósitos: primero dar reconocimiento al individuo que ha decidido dedicar su
vida al Ministerio de la Obra de Dios. Segundo, indicar que la iglesia y un
grupo de obreros de la obra dan su aprobación y lo autorizan para servir
formalmente en la Obra de Dios. Así que la ordenación es un reconocimiento del
llamamiento de Dios y otorga el sello de la aprobación de una iglesia, al
candidato a la ordenación. Me parece escuchar la admonición paulina: “Pero
hágase todo, decentemente y con orden.” (1 Corintios 14:40, RV60).
Pues bien, -yo
tenía ya tres años en el Ministerio- cuando en la hermosa tarde de aquel sábado
5 de Julio de 1974, fui ordenado al divino Ministerio, en la Ciudad Jardín de
Venezuela, Maracay; era la Venezuela de la primera presidencia de Carlos Andrés
Pérez, más de cien personas se dieron cita en el templo de la Iglesia Bautista
El Buen Pastor para el Servicio de Ordenación al Ministerio del Evangelio de
quien escribe este relato, lleno de gratitud al Señor. A cuarenta y cuatro años
de aquel evento ministerial, todavía lo considero el de más alto honor que he
recibido, en esta vida. Como todo en esta fe del Señor que profesamos, vino sin
que yo lo merezca, sino por la gracia de Dios.
Aquel fue un
culto inolvidable, los himnos fueron dirigidos por -mi padre espiritual- el
misionero el doctor Carlos B. Clark, entre otros, cantamos estos himnos amados
por mí desde que llegué a la iglesia: “Si Cristo conmigo va.” “Día feliz cuando
escogí, servirte mi Señor y Dios.” El doctor William Goff, fue el presidente
del Comité de Ordenación. Los integrantes del Concilio de Ordenación, fueron:
El pastor Enrique Dámaso Álvarez, secretario; el doctor Roy Lyon, hizo las
preguntas e igualmente fue el predicador de la ocasión su tema fue: “El manto
del profeta”, basado en 2 Reyes 2:1-14; también contamos con la presencia de
los amados y recordados pastores: Eusebio Pérez Domínguez, James Crawford,
Ramón Bautista Flores, Rolando Smith, Efraín Silva Ovalles, Wilburn Hoglen,
Eugenio Kimler y Jorge Lozuk. El muy querido diácono Cruz Correa, tomó la
votación de los miembros de la iglesia, y por unanimidad se procedió a la
imposición de manos por parte del Concilio de algunos pastores del país.
Un cuarteto
varonil integrado por los misioneros: Carlos Clark, Jorge Lozuk, Larry Rice y
Eugenio Kimler, entonaron un himno especial. El inolvidable hermano, mi paisano
yaracuyano Vicente Emilio Zamora, cantó el himno “Sumisión”…
Pues bien, mis
amados ¡perdonen ustedes al poner en esta Perla del Alma…estos recuerdos del
alma! Termino diciendo, agradezco a Dios, “quien me tuvo por fiel, poniéndome
en el ministerio”, durante 47 años, Él ha sido Fiel y Verdadero, y yo sería un
ingrato en esta hora, sino tomara aunque sea un momento para agradecerle, lo
que Él y sólo Él, ha sido para con éste el más humilde de sus servidores
venezolanos.
También hago un
reconocimiento a Mary, mi amada esposa, “quien ha combatido” a mi lado, todos
estos años; a mis consiervos pastores y misioneros, a los que me han enseñado y
discipulado, los que han sido compañeros en mi vida en Cristo en todas las
iglesias que he tenido el privilegio de servir; a los que han estado conmigo y
ya terminaron su carrera; a los que están disfrutando de sus años de su
merecida jubilación; a las nuevas generaciones de discípulos que he ayudado a
forjar , entre ellos a mis cuatro hijos
Aular Dámaso, que hoy luchamos hombro con hombro para extender el Reino, en fin,
a todos: ¡Gracias!
Las palabras
del cántico de Ana, las hago mía en esta despedida: “Él
levanta al pobre del polvo y al necesitado del basurero. Los pone entre los
príncipes y los coloca en los asientos de honor. Pues toda la tierra pertenece
al SEÑOR, y él puso en orden el mundo.” (1 Samuel 2:8,NTV). Por voluntad
divina, el SEÑOR al hacerme el llamado a servirle, por pura gracia, puso sobre
mí: El manto del profeta.
Oración:
Cuando me dijiste: “¡Sígueme!” Habían muchos hombres mejores que yo, mas
hábiles que yo, más idóneos que yo para un privilegio y responsabilidad tan
grandes. ¡Gracias SEÑOR por mirarme y escogerme para servirte en esta
generación! ¡Ayúdame para llegar a la meta que ya está más cercana! ¡Ayúdame
para servir y desafiar a otros para que escuchen tu voz! En el nombre de JESÚS.
Amén.
Perla de hoy:
Dios nos ordena para
Su servicio, en medio del caos de este mundo para que podamos ayudarlo a
ordenarlo desde cualquier lugar de servicio en que Él, nos ponga.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy
por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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