viernes, 13 de julio de 2018

Pasión evangelizadora: El valor del individuo

Francisco Aular      
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Lucas 15:1-32
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente…. no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Lucas 15:10 (…) El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”  2 Pedro 3:9 (RV60)

¿Cúanto vale un alma?, era mi título inicial para este devocional, pero no quiero fraccionar de esa manera al individuo, al ser humano. Pienso que el Señor nos salva por completo: espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicences 5:23), de manera que estoy pensando en el ser humano de cuerpo entero. ¿Cuánto vale un ser humano, delante de Dios? El gran evangelista D.L Moody (1837-1899), lo expresó de esta manera:
“Yo creo que si un ángel tuviera que volar desde la tierra hasta el cielo para decir que hay un muchacho pobre, andrajoso, sin padre ni madre, sin nadie que cuidara de él y le enseñara la manera de vivir, y si Dios tuviera que preguntar quién etre ellos estaría dispuesto a venir a esta tierra y vivir por cincuenta años y llevar a aquel muchacho a Jesucristo, cada ángel del cielo estaría dispuesto a ser voluntario. Aun el ángel Gabriel, quien permanece en la presencia del Todopoderoso, diría: “Déjame abandonar mi elevada y eminente posición, y déjame tener el privilegio de conducir un alma a Jesucristo; no hay honor mayor que el de ser un instrumento en las manos de Dios para rescatar a una persona del reino de Satanás y llevarla a la gloriosa luz del cielo.”

¡Perdónenme, pero estoy comovido! Pienso honradamente, que yo soy aquel muchacho del relato de Moody, pero Dios, envió no a uno, sino a varios mensajeros que me hablaron del amor de Dios, y me tomaron de la mano y me llevaron a JESÚS. ¡Gracias mis amados por ser fieles en darme el Mensaje! ¿Cuánto vale un alma? Veamos que nos dice el Señor: ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?” (Marcos 8:36,37) Aquí vemos dos asuntos importantes, la trascendencia del alma, aunque repito Dios salva al ser humano entero, es el alma como ente responsable que pasará a la eternidad futura. Es el mismo JESÚS que le pone precio, y nos afirma que, ¡el valor de un alma es infinito! Otro aspecto de esta enseñanza es que esa alma: ¡Podemos salvarla o perderla! Y esa decisión, debemos tomarla, mientras vivimos en este cuerpo.

Mucho me temo que hoy en día le estamos dando exagerado interés a las multitudes en vez de los individuos. ¡No me debe emocionar tanto, tener una multitud, sin la calidad individual de sus integrantes! Desde luego, existe espacio para las multitudes en el Reino de Dios. Pero nuestra pasión evangelizadora tendrá que reflejar el deber prioritario de traer a Cristo, a los individuos, uno por uno, esos con quienes nos relacionamos diariamente.

En la Santa Palabra de Dios, la Biblia, son los individuos que aparecen allí, nombre por nombre que son importantes en cada capítulo. ¡Todavía Dios anda en búsqueda de seres humanos cuyas almas, están alejadas de Él, perdidas para Su Reino! ¡El Dios de la historia, hará historia con cada uno de ellos, en esta generación! Es nuestra responsabilidad en esta hora, hacer todo el esfuerzo que nos sea posible, pagar el precio que se nos pida, sea en donde sea que Dios nos envíe: ¡Debemos ir a buscarlo! Como lo dice el capítulo 15 de Lucas, todo ese inmenso capítulo, me conmueve cada vez que lo leo, y me calienta el corazón de nuevo por el valor de un individuo para Dios. En efecto, la oveja perdida (1-7), la moneda perdida (8-10), y el hijo perdido (11-32) Estos tres cuadro es la parábola de las valiosas posesiones perdidas y encontradas en relación con Dios.

El pastor que busca a la oveja perdida, no descansa hasta encontrarla y traerla a su redil, y dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado a mi oveja que se había perdido.” (v.6), la mujer que pierde el dracma, busca la moneda y no descansa hasta encontrarla, reúne a sus amigas y dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.” (v.9), pero la parábola termina con la escena, más hermosa de toda la literatura que haga referencia al amor filial ¡qué dolor puede compararse al hijo que se nos va del hogar echando por tierra, todos los valores inculcados, en la familia. Sin embargo, el padre espera que aquel hijo ingrato, regrese arrepentido a su hogar; así ocurre, y padre e hijo se confunden en un abrazo para no separarse jamás. Entonces, el padre le dice, al hermano mayor:Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (v.32)

Al final de una conferencia en la cual había hablado de nuestra necesidad de evangelizar y discipular a cada persona que Dios, ya tiene lista para cosecharla para Su Reino; un hombre, teólogo, me dijo: “¡No creo que uno tenga que hacer ningún esfuerzo para alcanzar a la gente para Cristo, Dios lo hará con nosotros o sin nosotros…! Le respondí, hermano le voy a pedir algo por el amor de Dios: ¡Cambie su teología o nunca alcanzaremos a las multitudes sin Dios y sin esperanza!

JESÚS consideró que el ser humano es de tan grande valor, que Él, intercambió su mansión gloriosa, para poner su tienda de campaña, al lado de la nuestra, y gustó en su cuerpo las limitaciones de la pobreza, siendo rico, sufrimiento, vergüenza y muerte; Él mismo definió su misión en este mundo:Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:10 RV60) Todos los apóstoles a excepción de Juan, murieron llevando el mensaje, Pedro, nos dice la razón:El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” ( 2 Pedro 3:9 RV60), esto es lo que nos mueve en nuestra pasión evangelizadora: El valor del individuo.

Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por tenerte por digno de ser llamado tu hijo y usar a los hombres y mujeres que me dieron tu mensaje! Tengo una deuda de gratitud con ellos, y nos gozaremos al celebrar juntos toda una eternidad contigo. Ayúdame a llevar este mismo mensaje a los que no lo han oído. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Nosotros sembramos, pero es Dios quien produce la cosecha.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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