Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Corintios 1:18-31
Me explico: El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden;
en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el
poder de Dios. 1 Corintios 1:18 (NVI)
"¡Agáchate
muchacho que están disparando hacia acá!..." Gritó don Ramón Gómez, mi
padre de crianza, cuando en la madrugada del 1 de enero de 1958 subimos a la
platabanda de nuestra casa para escuchar atónitos los disparos de cañones que
salían desde el cuartel San Carlos, y ver los aviones que dejaban caer sus
bombas. Eso ocurría en San José del Ávila, nuestro barrio. Todos estábamos asombrados
y mi corazón latía entre el miedo y la emoción, que como todo muchacho de doce
años enfrenta las crisis. Pasaron 23 días en los cuales encontrar comida era
más difícil que encontrar la muerte; se nos pasaba el día entre estar pendientes
de lo que nos dijera la radio, y los comentarios de los vecinos; pero en la
madrugada del 23 de enero, el dictador Marcos Pérez Jiménez huyó, ¡las cárceles
se abrieron, y los presos políticos salieron de la terrible Seguridad Nacional,
y los padres de la democracia moderna regresaron del exilio! Al grito de ¡viva
Venezuela, viva la patria libre!, tomamos las calles de la ciudad de Caracas. No
supe como alguien se consiguió un autobús, lo llenamos y con mis vecinos, dimos
un paseo por toda la ciudad. ¡Nunca más vi a mi pueblo tan feliz como aquel
día!
Pasé mis
primero años de democracia, simpatizando con los partidos de izquierda de la
época. En efecto, en enero de 1959, estuve en la Plaza El Silencio, el día en
que llegaron allí los héroes de la revolución cubana con Fidel Castro al
frente, y entre ellos el Che Guevara. ¡Mi admiración por ellos rayaba en la
idolatría! Por aquella época, yo trabaja de día y estudiaba de noche;
desempeñaba mis labores como aprendiz de fotógrafo en el famoso Estudio
Fotográfico Luz y Sombra, en pleno centro de Caracas; no iba a casa sino que aprovechaba al máximo las dos
horas para el almuerzo, y así no desperdiciaba oportunidad de participar en las
marchas estudiantiles y lanzar piedras contra la policía.
Pero Dios
tenía algo muy diferente para mí; en la Semana Santa de ese año, JESÚS vino a
mi corazón por medio de la lectura de la Biblia. Tuve mi experiencia de
conversión y empecé a buscar una iglesia para congregarme, eso ocurrió en
agosto de ese mismo año. La Misión Bautista Emanuel de Chacaíto me recibió y
allí crecí en el SEÑOR. El mes de septiembre, cuando regresé a clases, yo iba
encendido con mi fe en JESÚS. Subiendo las escaleras hacia el salón de clases,
uno de mis compañeros del Centro de Estudiantes me dijo: "¡Camarada, tenemos
reunión a las ocho y media, tienes que asistir!" Allí estuve. Se planteó
la estrategia para el nuevo año, con las pautas que el partido había planeado.
Pedí la palabra y el presidente dijo: "El compañero Francisco tiene la
palabra". Me dirigí a todos, y allí mismo les puse mi renuncia… Sorprendida,
la secretaria dijo: "Francisco, ¿se puede saber el motivo, el porqué vas a
abandonar la revolución?", -eso era precisamente, lo que Adonis Rodríguez,
mi consejero en la vida cristiana y yo, temíamos, que me hicieran una pregunta
así, y, habíamos orado por ese momento-, “¡no, yo no abandono la
revolución!-les respondí con firmeza-, la inicio, pero es una revolución
espiritual, sólo cambio el líder, ya no será más el Che Guevara, sino el Che
JESÚS”. Algunos se rieron y se burlaron, "¡Francisco, te has vuelto
loco!". Sí, les dije, pero loco por JESÚS. Desde allí, ellos respetaron mi
decisión y yo, la de ellos.
El tiempo que
pasa implacable, ha puesto 55 años entre aquella ocasión y hoy. Desde que me
dediqué con todo fervor a mi JESÚS, mi Comandante Nazareno, mi pasión y mi
triunfo, Él nunca me ha fallado, ni me fallará, Él no puede "negarse a sí
mismo". En los límites como ser humano, con todo lo que soy y lo que
tengo, prosigo hasta mi último aliento en esta tierra en la locura de la predicación
y la evangelización. ¡No nací para otro cosa!
Oración:
¡Gracias
Señor por darme esta salvación tan grande y la locura para anunciarla a todo
aquel que cree! No hay manera en que pierda teniéndote a ti, me hiciste con el
propósito de rendirte honor y
gloria para siempre. Enséñame Señor a mostrar lo mejor de mí, y anunciar tu
verdad por donde vaya. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Aunque nadie
entienda tu locura por seguir y predicar a JESÚS, Si Dios lo entiende, es
suficiente.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy
por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección
por aprender?
¿Existe alguna bendición
para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a
evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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